Los venezolanos tenemos que estar conscientes de la política del miedo que los sectores de la derecha insisten en imponer al colectivo, especialmente a los de los sectores de clase media y alta. Se agarran de cualquier decreto, reforma, ideas, proyecto, siempre señalando que las intensiones del Estado es arremeter contra ellos; expropiarle casas, carros, terrenos, viviendas, todo lo que defienden con pasión. El gobierno ha sido muy claro de estas políticas que están fundamentadas en la constitución que la mayoría del pueblo aprobó, como es que ahora quieran pasar por encima de ella y buscar la manera de hacer ver a los más incautos y de poco nivel político que el sistema socialista que se busca crear es nocivo para la democracia. Esta ha sido la campaña más acérrima que ha tenido que soportar no solo el gobierno sino la los venezolanos como extranjeros que conviven con nosotros, una persistente idea bañada de mentiras, blasfemias y cinismo al hacer creer que ellos defienden los derechos de las mayorías.
Nuestra revolución es distinta a cualquier otra que en el mundo se ha dado, un sistema nuevo que se construye con sus desaciertos, pero que el 50% ha deseado al no seguir confiándose en un sistema antidemocrático que por más de 50 años solo ha logrado una mala distribución de las riquezas, una dominante exclusión, la causa principal de tanta pobreza, corrupción y dolor en todo el pueblo.
Esos sectores que se oponen a todo lo que Chávez impulsa, a todo lo que el pueblo construye mostrando una resistencia que solo demuestra egoísmo, ignorancia, poder desmesurado y sobre todo defendiendo los intereses neoliberales de gobiernos como el de los Estados Unidos. Esos sectores han fracasado en sus alocadas intenciones por detenerlo porque ha sido el pueblo quien los ha enfrentado; un pueblo que viene madurando en su identidad histórica, en asumir con valor y amor un proceso democrático caracterizado por la participación directa en las políticas y programas, una mayoría que solo busca su liberación y que no va a renunciar.
Sistemáticamente diseñan planes mediáticos para contrarrestar todo lo que sea beneficio de las mayorías. Eso no quiere decir que hay que acabar con las minorías, que se debe violentar el estado de derecho, demostrado así en la intentona golpista, el paro comercial y el secuestro petrolero. La gente está muy clara de lo que sucede, pero esas clases cuasi dominantes saben que los privilegios y su veracidad ante la opinión pública cada vez se viene acabando.
Hoy se afincan con lo de la expropiación. Ahora de que el decreto dado por la Alcaldía Mayor en expropiar terrenos para habilitarlos a la sociedad toda esté a destiempo no quita el interés de este gobierno en enfocar sus esfuerzos por el bien social. ¿Quién de nosotros disfruta del Country Club con sus campos de golf los días domingo?, son un grupito de familias que temen perder sus privilegios mientras en nuestra ciudad nunca los gobiernos fascistas del pasado se preocuparon en crear espacios para que las familias más humildes disfruten de su ciudad.
Su estilo de vida privada solo logro una mayor exclusión; disfrutan de sus comodidades a escondidas; vaya usted a una de esas zonas ricas; afuera ni los ve, viven enjaulados, poco se relacionan con sus vecinos, de hecho los días de mayor manifestación contra Chávez fue la tremenda oportunidad de conocerse, mirarse las caras aunque lamentablemente compartiendo sus odios, racismo y temores. No salieron a la calle a organizarse para lograr resolver sus problemas de inseguridad, o a dar de sus capacidades profesionales y culturales (como ellos manifiestan) a los más necesitados. Fueron formados y crecieron bajo un sistema de vida capitalista de gran comodidad que se olvidó que hay otros estados y sectores que fueron excluidos.
La movilización contra el proceso revolucionario solo fue inspirada bajo el terror comunista. Salieron a defender sus rincones, su lujo, sus casas. Yo que no vivo en el Este, cosa que me gustaría, lo viví en carne propia. Recuerdo aquella vez que por un mes viví en Macaracuay. Una tarde subía con mi esposa a la casa donde me hospede dándome cuenta de que en cada esquina hacia arriba, había sacos de cementos bien organizados, pregunte a un grupo de vecinos que solo ese día los vi juntos hablando. Les pregunté qué significaba todo aquello a lo que me respondieron ¡Son barricadas, acaso no sabes que las hordas chavistas de Petare vienen a invadirnos!.
Me dio risa la vaina, les dije entonces; Soy chavista y hasta ahora no me han dado esa línea. Inmediatamente se alejaron de mí. Así pasó diciembre y nada sucedió, pero sí después pero no por los chavistas, sino por la misma oposición cuando por una semana los encerró con cauchos y barricadas. Fue la misma oposición con sus paramilitares los que causaron destrozos. Recuerdo que llamaban a Radio nacional de Venezuela pidiendo auxilio porque no podían salir de la zona a sus trabajos, mercados y sitios ya que no había ninguna garantía a su seguridad.
Hasta ahora no conozco algún sector del chavismo que haya invadido un sector completo y haya quitado casas, quintas, carros. Es más a dónde los pobres van a guardar tremendas camionetas que hasta de 4 veía en muchas quintas. Me preguntaba a dónde meterían los pianos, las camas y tantas cosas que esa gente tiene. De hecho cuánto costaría cargar con las cajas fuertes subiéndolo por las escaleras del barrio. Ese es el miedo impuesto a través de los medios, esa trinchera donde los ricos se resguardan y creen a ciencia cierta.
Invito a los de la clase media leer y estudiar la Constitución Bolivariana de Venezuela, a entender que ella garantiza todos los derechos y sobre todo garantiza la igualdad de todos en lo económico, lo social, lo cultural y hasta lo espiritual. Esos sectores de la ultraderecha solo les interesa son sus pocos privilegios, eso es todo. No podemos caer en el engaño. Eso no quita que las cosas se hagan en consenso, es por eso vital que la Clase Media participe de los procesos de cambios, no pueden quedarse desde la barra como intocables. Chávez tiene un sueño y es que Venezuela toda sea una Clase Media.
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