"Los tecnócratas económicos podrán estructurar una reforma fiscal aquí, una nueva ley de seguridad social por allá o un régimen modificado de cambio en alguna parte, pero en realidad nunca podrán permitirse el lujo de una tabla rasa sobre la que construir, en su máximo esplendor, el marco completo de sus políticas económicas favoritas".
Es un hecho notabilísimo el que la miseria del pueblo trabajador no haya disminuido, y, sin embargo, este período ofrece unas ganancias incomparables de la burguesía. Pensad en los que viven al borde de la miseria, en los salarios… que no han aumentado para combatir a la inflación, en la vida del pueblo… que de diez casos, en nueve no es otra cosa que una lucha por la existencia.
Si queremos saber en qué condiciones de salud perdida, de moral vilipendiada y de ruina intelectual ha sido producido por las clases trabajadoras ese "embriagador aumento de riqueza y de poder, restringido exclusivamente a las clases poseyentes, examinar la descripción que se hace en el último informe sobre las ganancias de la burguesía". Informe sobre la Sanidad pública, referente a los hombres y mujeres, constituyen un grupo de la población muy degenerado, tanto desde el punto de vista físico como desde el punto de vista intelectual; que los niños enfermos llegan a ser padres enfermos; que la degeneración progresiva de la raza es inevitable.
Durante esta embriagadora época de liberalismo económico, la muerte por inanición se ha elevado a la categoría de una institución social en la capital del imperio gringolandia. Esta época está marcada en los anales del mundo por la repetición cada vez más frecuente, por la extensión cada vez mayor y por los efectos cada vez más mortíferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial y las Grandes Corporaciones. Esta lucha por la limitación legal de la jornada de trabajo se hizo aún furiosa, porque —dejando a un lado la alarma de los avaros— de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominación ciega ejercida por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economía política burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la Economía política de la clase trabajadora.
La clase trabajadora posee elementos de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no está unido por la asociación y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de las diferentes empresas (socialistas o capitalistas) y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados.
—Todas las instituciones sociales deben tener por propósito el mejoramiento de la condición moral, intelectual y física de la clase del pueblo y pobres… A cada uno según capacidad; a cada capacidad, según su trabajo…
—No soy un fantasma cualquiera: Soy, El Libertador, que ha venido a salvar a este país del caos.