“Nada se hace cuando aún falta que hacer”
Simón Bolívar.
Frente al inmenso grito de Rosa Luxemburgo de socialismo o barbarie, la revolución bolivariana levanta la bandera de la construcción del socialismo del siglo XXI, en paz, como garantía de no caer en la barbarie suicida de todo el género humano que promueve el imperialismo salvaje, a través de su retórica capitalista neoliberal y militarista.
En Venezuela, se construye la nueva ética y los nuevos valores revolucionarios. Estos apuntan hacia la creación de ese mundo Otro, necesario e imprescindible, el mundo que la humanidad tanto desea. Esta ética y estos valores, se nutren del ideal Bolivariano y de toda aquella construcción socialista a través de la historia de los pueblos que se han liberado de la opresión, del latifundio, del capitalismo, del sionismo y del fascismo-nazismo.
Estamos construyendo un nuevo tipo de socialismo, con valores universales de solidaridad e igualdad. Esta igualdad no debe ser mal entendida como uniformidad, ni como una nueva forma de poder político, social o económico mundial. Este es desde su nacimiento un socialismo humanista y humanizante, carente de toda ambición de construcción de polos de poder hegemónico mundial. El socialismo del siglo XXI apunta hacia la construcción de un mundo multipolar, en el cual las relaciones no estén mediatizadas por ningún tipo de poder militar, económico ni racial.
Este socialismo bolivariano, no es excluyente ni imperialista, porque sus principios éticos y sus valores, están inspirados en el ideal liberador de Simón Bolívar, el americano más universal.
Esta revolución es por lo tanto universal, cristiana, musulmana, budista, liberadora. Busca construir una nueva humanidad, para hacer posible una nueva sociedad, que nos permita construir ese Mundo Otro, mas humano y necesario. La revolución bolivariana tiene su origen y acción en los hombres y mujeres que alrededor del mundo luchan y han luchado por su liberación. Se nutre de los ideales espirituales de cada ser humano. Por lo tanto Espiritualidad y revolución no son excluyentes, porque esta revolución es en nuestro contexto latinoamericano profundamente cristiana y profundamente liberadora.
Esta revolución se vive también desde las convicciones más ateas o agnósticas, de muchos hombres y mujeres que han construido una ética revolucionaria desde sus convicciones personales, culturales y sociales. Ella ofrece un punto de encuentro entre los revolucionarios con fe religiosa y los revolucionarios con fe en lo social.
No hay otro camino para construir el socialismo del siglo XXI, que la paz. No hay otra vía para la paz que ser un verdadero revolucionario o revolucionaria. La humanidad toda necesita una alternativa viable al capitalismo consumista que promueve el imperio. Este capitalismo vive la fase de verdadera crisis, pero todavía es peligroso, porque esta empeñado a consumir y a destruir los recursos naturales que nos han sido confiados para ser administrados adecuadamente para beneficio de toda la humanidad.
No hay otra manera de construir esa nueva sociedad, si no es a través de un sistema político, social y económico con valores universales, que unan a toda la humanidad en un ideal común, el de la liberación de todos los pueblos del mundo. No hay manera de construir el socialismo del sigloXXI, si no es a través de los valores y cultura de cada pueblo.
Hay mucho que construir, pero la revolución bolivariana nos ha dado la clave de entender la liberación de los pueblos como un valor universal, ecuménico, ecológico y trascendente que va más allá de un sentimiento nacionalista determinado. Es la revolución del socialismo del siglo XXI un logro de la humanidad y ella puede desarrollarse en muchos entornos sociales, geográficos, culturales, religiosos.
El socialismo del siglo XXI, impulsará una revolución universal que se nutre cada día del pensamiento cristiano, y del Islam, del budismo, del ateismo y de todas las religiones, filosofías y toda forma de pensamiento, porque esta basada estrictamente en el ser humano de manera integral e integradora.
Ya no es posible contener a la revolución en un solo contexto regional o nacional. Es por eso que la revolución cubana ha podido sobrevivir a tantas crisis, porque no fue concebida como revolución de un pueblo, sino de un continente. Aunque el imperio logró por un tiempo contener a través de su poderío económico y militar todo su potencial liberador.
Surge la revolución bolivariana, como una alternativa nueva y distinta a otros intentos revolucionarios en nuestro continente. Quizás en sus comienzos fue un poco distinta a la revolución cubana, pero con valores comunes que permitieron el encuentro de dos vertientes revolucionarias que se hermanan y unifican con elementos y valores de solidaridad y enfrentadas a un mismo imperio.
Las dos revoluciones se consiguen en los ideales de sus dos más grandes próceres, Bolívar y Martí. Entonces, es posible un encuentro a través de la historia en común de lucha contra el colonialismo español y contra el imperialismo norteamericano. Bolívar y Martí logran unificar a dos pueblos, dos revoluciones. Construyen a la distancia histórica un solo ideal, un solo pueblo, un mismo socialismo.
La revoluciones Cubana- marxista y bolivariana-nacionalista, se unen para que pueda nacer una nueva concepción socialista y revolucionaria, el socialismo del siglo XXI. El socialismo bonito que se construye desde la perspectiva histórica de cada pueblo, de cada sociedad. Este es el socialismo que le da poder a las personas empobrecidas y marginadas, para construir desde ellos y ellas esa sociedad Otra, posible, necesaria e imprescindible.
Por todo esto reafirmamos que no puede haber paz si no hay socialismo.
¡El Pueblo nunca olvida!