¿Fracasó el socialismo en Venezuela?

La pregunta requiere como mínimo que sepamos, de qué estamos hablando, es decir, nos lleva a la necesidad de saber qué es el socialismo. El socialismo a su vez, inevitablemente nos lleva a responder la interrogante: ¿qué es el capitalismo? Un órgano de difusión de reducidas dimensiones como "El Corocillo Reverde" obviamente no puede ser suficiente para analizar a fondo qué es el capitalismo como orden vigente a ser superado por la transición socialista hacia un orden de justicia social y convivencia pacífica de toda la humanidad. Podemos empezar por señalar, que todo gobierno socialista comienza con un rápido y notable mejoramiento de las condiciones de vida de las personas con muy pocos recursos, es decir, los históricamente excluidos de las oportunidades de alimentarse adecuadamente, educarse, contar con un empleo que garantice ingresos para vivir con dignidad, etc. Recién transcurrida la primera semana de éste mes de septiembre de 2017, la Presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodríguez dijo algo que no podemos olvidar, en una entrevista de la agencia de Noticias Al Jazeera:

"Venezuela desde 1999 tiene un modelo que permite luchar contra el hambre y la pobreza (Las sanciones de EE. UU. y la guerra contra los precios del petróleo) han causado heridas sociales, ha habido menos disponibilidad y oferta calórica en Venezuela (…) pero yo te estoy hablando de un modelo exitoso que tenía de oferta calórica más de 3.700 calorías al día".

No hace falta justificar, desde luego, la importancia de la alimentación, porque es un asunto vital, pero las repercusiones de haber hecho posible que en Venezuela la dieta promedio hubiese llegado a 3700 calorías van mucho más allá de la alimentación como ítem. Hacer que las personas se alimenten adecuadamente tiene hondas implicaciones, pues ello es imprescindible para la transformación de la realidad humana. En Venezuela el proceso revolucionario bolivariano le ha dado la oportunidad de poseer viviendas dignas con todos los servicios domiciliarios, a centenares de miles de personas que arrojados a la intemperie, se hacinaban en terrenos invadidos, como si hubiesen sido vomitados por la ciudad. Por ahí comienza la justicia social, pero es solo una parte, es el comienzo de la construcción del socialismo.

Los beneficios sociales son apenas una parte del socialismo

El socialismo además de comenzar a nivelar las condiciones de vida de los que menos tienen, o tenían, con los que más tienen, implica otros dos grandes elementos que se deben trabajar en paralelo: la superación paulatina de la EXPLOTACIÓN en la producción y distribución de lo que necesitamos para vivir, y de la riqueza. ¿Por qué? Porque ahí está la gran raíz de la miseria y la desigualdad (la miseria no es solo una grave falta de recursos materiales, la miseria humana es no tener satisfechas las necesidades más básicas y elementales, entre las cuales se encuentran, la comida, el techo, y contar con salud, pero también está la necesidad de afecto y estima a nuestra persona, no a lo que tenemos o a un status social). El tercer elemento que falta para poder hablar de socialismo, no se puede separar en la vida real, del que acabamos de mencionar, es la superación de la ALIENACIÓN o enajenación de las personas.

Para comprender el asunto a cabalidad se recomienda la siguiente lectura: El Capital, de Carlos Marx, particularmente el Tomo III. Nestor Kohan explica el problema de la alienación de forma muy pedagógica. Se recomienda ver los siguientes videos: "Marxismo: Cultura, ideología y hegemonía". Nestor Kohan, y: "Fetichismo de la mercancía en El capital". Nestor Kohan en Escuela de Cuadros, producido por Vive TV.

Cuando comienza a darse en el mundo hace ya más de doscientos años, el auge de la industria, o "industrialización", los campesinos masivamente se trasladaron a las ciudades de los países potencia. Cuando ese proceso se inició, en realidad eran pueblos que crecieron de manera desmesurada, precisamente porque se llenaron de fábricas que atraían gente en búsqueda de oportunidades. En cada fábrica, se comenzó a presentar lo siguiente: a diferencia de lo que hacía antes un artesano o artista con sus manos, y con esmero, el trabajo se convirtió en una labor extenuante y rutinaria, día tras día, para sacar a la venta productos en serie, en grandes cantidades, uno igual al otro, a través de un proceso mecanizado en el que se pierde la creatividad, es decir, el alma de toda producción artística o artesanal, porque a los trabajadores les controlan el tiempo que les exigen para cumplir estrictamente con metas productivas (cuantos zapatos, pantalones, muñecos, carros, motos, etc., están obligados a producir , en su jornada laboral diaria, que en el siglo dieciocho, cuando se desató la Revolución industrial en Europa y Estados Unidos de Norteamérica en muchos casos no tenía límites precisos, o mantenía atados a los obreros a sus puestos de trabajo por lo menos, de diez a doce horas. Después, las luchas de los obreros fueron disminuyendo su duración, y transcurrieron varias décadas para que bajara a ocho horas). Con la mecanización, y lo que con el correr del tiempo fue la automatización de los procesos de producción, se perdió el deleite y el significado del trabajo artesanal, como expresión del sentir, y el espíritu del autor de la obra. Así se produjo un gran desarraigo existencial en la naciente clase trabajadora. Eso tuvo y tiene unas implicaciones enormes, porque a partir de ahí la cultura queda sometida por completo, precisamente a los intereses de esas mismas élites responsables de la explotación. Lo que ocurrió entonces a raíz de ese proceso histórico es que se impuso a nivel social, el trabajo alienado. La palabra "alien" significa: "ente externo y extraño", es decir el trabajo se convierte en algo extraño y ajeno al trabajador que lo ejecuta. El trabajo y el producto de ese trabajo, que dejó de ser obra para ser mercancía, y como tal, mero objeto, en medio de una espiral que de manera creciente y acelerada hizo que las personas quedaran sometidas a las cosas, a los objetos, que en la práctica cobraron autonomía con respecto a los seres humanos que alguna vez les dieron origen. Al instaurarse el capitalismo, las mercancías adquieren vida, mientras que las personas tienden a cosificarse. Las relaciones sociales terminan convertidas en relaciones entre objetos. Entre infinidad de objetos sobresale el dinero, y vale más que la gente. Mientras permanezca vigente el capitalismo, y por consiguiente la relación social de producción patrón-obreros, una sola parte (el patrón), se apropiará de la ganancia generada sobre la base de los esfuerzos integrados de varios trabajadores, o en todo caso del cúmulo de esfuerzos, ingenio, y capacidades, necesario para producir (en algún momento a través de obreros, que posteriormente ya no harán falta) la máquina que los reemplace parcial o totalmente, y falta considerar todavía algo muy importante: el conocimiento producido y reproducido a lo largo de siglos de cultura y desarrollo técnico y científico que involucra múltiples e innumerables vidas que anteceden a la existencia de ese patrón, que se limita a contratar gente, y/o a comprar maquinaria y otros equipos industriales (fíjense que aquí no se está tocando los servicios y otros sectores de la economía). Así se resume la dinámica de la enajenación y la explotación del ser humano por el mismo ser humano. La podemos comprender a partir la producción en masa de bienes y servicios, impulsada por el ansia de generación de ganancia o apropiación de excedente. Mejor vamos a ponerlo en estos términos: el apoderamiento individual de la riqueza generada a través del trabajo colectivo. Hablamos de términos, pero el asunto no termina ahí. El problema del trabajo alienado es que constituye el eje en torno al cual gira la sociedad de hoy en día, con toda su desigualdad y la alienación que de la fábrica pasó a propagarse por todos los ámbitos de la existencia, generando el sin sentido que muchos intentan evadir inútilmente, y manifestándose como deshumanización, incoherencia, estupidez, agresividad y violencia desbordadas, embrutecimiento, envilecimiento, cinismo, intrascendencia, trivialidad, y principalmente, ahora mismo, aquí en nuestro país, en las MONSTRUOSIDADES que estamos soportando actualmente, las cuales condensan todo lo anterior y más. A ello nos vamos a referir a continuación, pero antes es preciso advertir que el sostenimiento en un país de la periferia capitalista como el nuestro, de una política social robusta como la adelantada en más dieciocho años de gobierno bolivariano, amerita la articulación de ésta, con los otros elementos citados que definen el socialismo, pero además, la superación de la explotación y la enajenación requieren a su vez que progresivamente se vaya distribuyendo la riqueza de forma más equitativa, lo cual trae como consecuencia la maravillosa generación de mejores condiciones de vida para la clase trabajadora. Si simbolizamos esos tres elementos con tres ruedas, la primera rueda, la de arranque es la de los beneficios sociales, y en las experiencias socialistas desarrolladas hasta el momento, sobre todo en Venezuela, es la rueda que más rápido ha girado. Ese engranaje ha sido movido principalmente por el gobierno, a través del aparato administrativo del Estado. Hagamos aquí un breve paréntesis: Lenin y Louis Althusser en sus obras, distinguen con claridad, el aparato o estructura administrativa del Estado como recurso que puede emplearse en beneficio de las necesidades de los que necesitamos de un trabajo para subsistir, una vez despojada de su condición de instrumento de la dominación social moderna (Ver: Lenin, "El Estado y la Revolución"). Prosigamos. El avance del proceso socialista implica que el desempeño de los tres engranajes en cuestión, marque un compás (ahora recurrimos al significado musical del término), con esto lo que se quiere decir, es que sus respectivos movimientos deben corresponderse, y eso es lo que aún no ha ocurrido en Venezuela, pues los engranajes de la superación de la explotación y la alienación se mueven con demasiada lentitud, lo que en definitiva significa que no se ha consolidado el socialismo, y no puede fracasar lo que ni siquiera se ha dado. Recapitulemos entonces: El proceso de transformación hacia el socialismo comporta:

  1. Una distribución más justa de la riqueza que con prontitud se traduce en beneficios sociales.

  2. La superación paulatina de la explotación.

  3. La superación paulatina de la alienación.

Hemos visto como en Venezuela lo primero ha estado sujeto al Estado, y por ende a sus fallas y limitaciones. Lo segundo y lo tercero solo podrán darse, si los asume el pueblo organizado, con autogobierno comunitario y autogestión obrera sobre la base del impulso a la propiedad social y la organización de índole consejista de dinámica asamblearia permanente, no solo los consejos comunales sino los consejos estudiantiles, consejos campesinos, y consejos de trabajadores donde resulte más apremiante constituirlos. El espacio no alcanza para desarrollar en nuestro tabloide el tema de fondo: el Estado (Rubén Zardoya explica qué es el Estado de forma magnífica, en un video difundido por Vive TV). En el país se inició un proceso de transformación política y social en el año 1999, con una institucionalidad heredada de la decadencia que lo precedió, denominada "cuarta república" y de la que hay que tomar muy en cuenta la crisis económica suscitada en 1983, cuando se produjo una brusca devaluación de nuestra moneda, después de la primera gran bonanza prolongada de la historia de la Venezuela petrolera. Recordémoslo: el estallido social de febrero de 1989, que generó como respuesta de las "fuerzas del orden" de aquella la desaparición de no menos de tres millares de personas, habitantes de nuestros barrios, no obedeció únicamente al impacto de unas medidas económicas perjudiciales para el pueblo. A lo largo de los ochenta, después de 1983, ese mismo pueblo se estaba empobreciendo aceleradamente, sin contar como ahora, con una política social integral. Téngase en cuenta que el final de los años ochenta fueron los tristemente "famosos" tiempos en que se publicó en los periódicos que la gente estaba comiendo perrarina. Nuestra sociedad venezolana no aprendió la lección que nos dejó el llamado "viernes negro" como punto crítico del capitalismo rentista venezolano (no la aprendimos). La dependencia de las divisas ingresadas mediante la exportación de petróleo cuyo precio cayó en ese año, evidenció el agotamiento del modelo consistente en una economía capitalista que vive de una renta pública petrolera y un Estado auspiciador y a la vez derivado de esa economía. Transcurrieron treinta y cuatro años, tiempo suficiente para que naciese y se hiciera adulta una generación. ¡Que la lección quedé entonces para esa generación y las siguientes! No bastó todo el vuelco que ha implicado el proceso socialista bolivariano para dejar de ser un país exportador de un solo rubro, diversificando la economía nacional, toda la grandeza de Chávez, su entrega y la entrega y el talento de miles de compañeros y compañeras. En 2014 se informó que de 100 dólares que ingresan al país, 97 provenían de la exportación de petróleo. Esa fue una de las principales razones por las cuales el presidente Chávez hizo el llamado al "Golpe de Timón" el 20 de octubre de 2012. Ello es clave para entender por qué se suscitó la grave situación actual. En pleno proceso de cambio tuvimos un Estado adicto al negocio capitalista de las importaciones, y al mismo tiempo, con la nueva bonanza que nos tocó cuando gobernó el Presidente Chávez, le dimos dólares a manos llenas a quienes ahora señalamos como ejecutores del sabotaje económico, las empresas privadas que controlan el mercado de productos de consumo masivo en el país, venezolanas como el Grupo Polar de los Mendoza, y varias empresas extranjeras como Nestlé, Cargill, Colgate, Procter and Gamble, entre otras. El Estado moderno como instrumento sin el cual no se hubiese afianzado jamás el capitalismo, es explicado y analizado en detalle por los teóricos revolucionarios, sin embargo los trabajos de los grandes exponentes del socialismo científico (que no podemos dejar de estudiar) comenzando por Karl Marx, no son suficientes para comprender las causas de la ineficiencia característica del Estado venezolano (con expresiones particularmente dramáticas, como por ejemplo, la falta de regulación del caótico servicio de transporte público urbano, prestado por empresas privadas carentes de estándares mínimos de calidad). Debemos consultar lo que han escrito investigadores venezolanos, como el libro: "La Oligarquía del dinero" de Domingo Alberto Rangel. Las fallas que intencionalmente la derecha en Venezuela y a nivel internacional atribuye al socialismo en realidad constituyen fallas del Estado capitalista y del agotado modelo económico rentista. Es cierto que de alrededor de mil empresas que total o parcialmente han sido nacionalizadas, la gran mayoría no han tenido un buen desempeño, pero es mentira que la crisis que atravesamos obedezca, como señalan las voces favorables al dominio imperial, a que el socialismo (que aún no hemos logrado consolidar) sea un sistema que ocasione la quiebra masiva de empresas trayendo como consecuencia la generalización de la pobreza, cuando lo que ocurre es que en Venezuela, durante el siglo pasado se formó en el rentismo un Estado que luego vino a promover a su vez ese rentismo, reproduciéndolo y ampliando sus nefastos alcances. El otorgamiento de divisas a tasa preferencial, como un privilegio no merecido, a los dueños de empresas que en cualquier otro país, independientemente de las dimensiones de su economía, se verían obligados a exportar para traerlas (Lo peor es que últimamente, "empresarios" parásitos reclaman esa prebenda como un derecho), es la forma más expedita y efectiva de inhibir la inversión productiva en territorio nacional y de promover la inversión especulativa de los ingresos nacionales en el exterior. En otras palabras: es el mayor incentivo a la fuga de divisas.

De todos modos el desabastecimiento no se debe a la estatización, pues pese a ésta, continúan siendo alrededor de veinte grandes monopolios privados los que controlan la distribución de medicinas, harina de trigo, harina de maíz, y una extensa gama de alimentos procesados, así como pañales, toallas sanitarias, papel higiénico y distintos productos de higiene personal y del hogar. Cada una de esas empresas por separado tiene mayor alcance que mil empresas pequeñas. Sin embargo el daño no tiene origen ahí, el daño procede definitivamente de la manipulación de la tasa de cambio, de ahí se deriva toda la descomunal distorsión de la economía nacional, impulsada además con la escasez de dólares ocasionada por la caída de los precios del petróleo. Nada más lejos del socialismo. El factor común en todo ello es el afán de lucro desmedido. Lo que se está dando es la confluencia del agotamiento del modelo económico capitalista vigente en Venezuela, con la conspiración permanente, encaminada a aplastar hasta del último germen de nuestro incipiente socialismo comunal.

Las monstruosidades generadas por la contrarrevolución

Los artífices de la conspiración se propusieron disolver la moral revolucionaria que anidó en el pueblo venezolano, y en ese contexto han tenido cabida un conjunto de monstruosidades:

  • Toda la manipulación del dólar ilegal para emplearla como arma política contra el gobierno bolivariano y el proceso revolucionario en general. Se trata de una acción criminal estimulada por un sistema de control de cambio que no ha hecho más que demostrar su ineficacia a lo largo del tiempo. La primera gran monstruosidad es que un portal de internet se haya convertido en la principal referencia, del supuesto comportamiento de una variable monetaria ¡para una nación entera! Resulta muy trágico que hasta ahora el Estado con toda su investidura y lo innumerables medios de los cuales dispone, no solo no haya sido capaz de impedirlo, ni siquiera ha podido contenerlo. Es difícil encontrar otro apelativo diferente a "monstruosidad" para denominar la atroz manipulación que llevó un tipo de cambio absurdo pero comúnmente aceptado de Bs. 1.300 a Bs. 4.000 en dos semanas, en 2016, cuando el gobierno en defensa de sí mismo, y por ende del proceso político y social bolivariano, neutralizó el referéndum revocatorio que la llamada "Mesa de Unidad Democrática" (MUD) pretendió emplear como mecanismo desestabilizador.

  • Como si no bastase que la cotización de una divisa dependa de un portal de internet, la otra gran monstruosidad es que automáticamente sea eso lo que determine los precios de absolutamente cualquier producto que consuma la población. De manera que se configuró toda una cadena de monstruosidades, de la que surgen constantemente otras nuevas, por ejemplo: que se hayan disparado los precios tan pronto se efectuó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, es decir, después del 30 de julio de 2017. Algunos precios se incrementaron en repetidas oportunidades, durante el transcurso de la primera semana del mes de agosto, mes que se caracterizó por un incremento del costo de vida, no menor del cien por ciento, tomando como referencia una cotización del dólar en el mercado ilegal que sin ningún problema superó la barrera de los diez mil bolívares, la de los veinte mil y cualquier cifra que le de la gana a los psicópatas que ponen el precio del macabro "Dólar Today". Semejante atropello sistemático, tuvo ya como reflejo social, las asesinatos atroces de veinte venezolanos al consumarse la criminal acción fascista de quienes llegaron al extremo de lincharlos y quemarlos vivos. Se trata de algo inimaginable en el pasado inmediato, y sin antecedentes, al menos en la Venezuela contemporánea.

  • Un fenómeno inédito: ver gente abriendo bolsas de basura dejadas en la calle, para ingerir restos de comida (peor que tener solo perrarina para comer, y verse obligado a preparar teteros con agua de espagueti). Es muy poca gente comparada con la gran mayoría de la población. Como ocurre con la pérdida de la vida de todo ser humano, así fuese solo una persona la que tuviese que pasar por esa situación, es algo inaceptable.

  • El desangramiento de Venezuela por las zonas fronterizas, de la que se hacen co-participes miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).


 

Es nuestro momento de avanzar

Pasemos ahora al siguiente punto: no se justifica que las empresas del Estado, hayan sido creadas como tales, o hayan tenido origen en el procedimiento jurídico de la expropiación por utilidad pública (procedimiento que comprende obviamente la indemnización de sus antiguos propietarios), arrojen bajo rendimiento. Ahora bien, ¿ello implica que sectores estratégicos de la nación, como el sector energético, la industria siderúrgica, y las telecomunicaciones deban estar en manos de particulares? No. Para nada. La dominación de la clase social conocida como burguesía se basa en que es la clase propietaria de los medios de producción, y la que más influye en el Estado, de acuerdo a sus intereses. Los sectores estratégicos de la nación no deben estar en poder de la burguesía y sus agentes y conexiones, y tampoco es factible que por ejemplo, nuestra principal empresa nacional, PDVSA sea manejada por una comuna, dos o una agrupación de comunas. No es esa la ruta, la ruta apropiada es la siguiente: que cada región del país se llene de comunas populares con músculo financiero alcanzado mediante el desarrollo socio-productivo (para hacerle contrapeso a la burguesía, hay que contar como ésta, con poder económico), de modo que las comunas puedan constituir a nivel nacional, como gran expresión del movimiento comunero, una confederación de comunas de gran peso en las decisiones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el cual establece en sus líneas estratégicas que está llamado a ser un partido vinculado a los movimientos populares, o un "partido-movimiento". Es la organización popular la que responde a necesidades, no a la ambición. Lo que marque la diferencia en consecuencia ha de ser, la alta incidencia de la base social del proceso bolivariano en el partido de gobierno, ya que ese factor sería lo que haría del mismo, un auténtico partido revolucionario, a través del cual sería factible transformar toda la institucionalidad, lo cual es imposible de hacer con una partido que logre ganar elecciones, pero llegue hasta ahí. Si nos limitamos a ello, no tendremos más que la competencia de grupos de poder (no solo de diferentes partidos sino de dentro de un mismo partido político) que persiguen el control del aparato administrativo del Estado y los recursos públicos. Vivir del Estado y prosperar a través de éste es muy distinto a dirigir las instituciones del Estado con el propósito de impulsar la Revolución. La conclusión es entonces, que el socialismo no ha fracasado hasta ahora en ningún lugar del mundo, lo que ha fallado ha sido la administración pública por continuar siendo instrumento de los sectores sociales dominantes, y lo que más empobrece a las mayorías es el modo de producción y de vida capitalista. No lo dicen solo los comunistas, lo están reflejando instituciones del propio sistema capitalista, donde todavía sobrevive algo de cordura, como la Oxfam. No podemos ignorar lo que se indicaba en enero de 2017, después del siguiente título: "Ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad" (3.600 millones de personas). Si estudiamos por ejemplo el caso de Cuba, o el de la URSS (donde por factores que hay que analizar con detenimiento, una revolución de campesinos y obreros se frenó y fue sustituida por un sistema que se burocratizó paulatinamente durante más de cincuenta años hasta derrumbarse sin la intervención de ningún factor externo) encontramos bloqueo, burocracia, la incapacidad o dificultad de vencer la dependencia, luchas de poder y contradicciones humanas, pero no fracasa la organización desarrollada conscientemente hasta las últimas consecuencias por los sectores sociales que sufren las problemáticas sociales con mayor intensidad. De nosotros depende, y no de ningún poder extraordinario, "salvador" o sobre-humano, desarrollar al máximo la autonomía de la organización popular. No lo olvidemos, para que no se interrumpa bajo ninguna circunstancia, el avance en la dignificación de nuestra existencia como pueblo trabajador, es decir, en el mejoramiento progresivo de nuestras condiciones de vida gracias a cada vez más justa distribución de la riqueza del país, es necesario que simultáneamente nos ocupemos de la superación de la explotación y la alienación. Es momento de avanzar. Nos corresponde hacerlo en esta vida, en el "aquí y ahora". ¡Es momento de avanzar!

Lecturas recomendadas:

1. En lo respectivo al Informe de Oxfam publicado en enero de 2017, en ocasión del Foro Económico Mundial realizado en Davos, Suiza, se recomienda seguir el siguiente enlace: https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2017-01-16/ocho-personas-poseen-la-misma-riqueza-que-la-mitad-mas

2. Karl Marx, "El Capital, crítica de la economía política", Tomos I,II y III. Editorial: Fondo de Cultura Económica, México, 1959.

3. Domingo Alberto Rangel, "La Oligarquía del dinero". Editorial: Vadell Hermanos, Caracas, 1993.

4. Lenin, "El Estado y la Revolución" (escrito entre agosto y septiembre de 1917, disponible en versión digital en la web).

Videos:

1. Rubén Zardoya (2014). "El Estado". Videoteca de Pensamiento Marxista.

2. Nestor Kohan, "Marxismo: Cultura, ideología y hegemonía".

3. "Fetichismo de la mercancía en El Capital". Nestor Kohan en Escuela de Cuadros (Producido por Vive TV).



Esta nota ha sido leída aproximadamente 4397 veces.



Gustavo A Hedmont

Valencia, estado Carabobo. Comunero. Comuna Eco-socialista \"El Sur Existe"

 ghedmont@yahoo.es

Visite el perfil de Gustavo A Hedmont para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Gustavo A Hedmont

Gustavo A Hedmont

Más artículos de este autor