Democratización, factor de la reestructuración

La solución al problema de alimentos, y artículos de interés del pueblo debe siempre estar en el foco de atención de los órganos de gestión económica. A medida que se realizan los cambios, la democratización va calando en todos los ámbitos del pueblo y van surgiendo nuevas realidades que el Gobierno no puede soslayar. El pueblo no quiere conformarse por más tiempo con que alguien solucione los problemas que afectan sus intereses. Esta circunstancia da lugar a situaciones conflictivas, las cuales demuestran que algunas organizaciones del Gobierno, algunos de la administración económica, así como parte de los cuadros dirigentes todavía no han aprendido a trabajar en medio de una democracia cada vez más amplia. El pueblo está por la democratización, tanto en lo político como en lo práctico.

No resulta fácil introducir nuevos enfoques a la labor política, organizativa e ideológica. Hay quienes asumen con dificultad la transparencia informativa; hay quienes no digieren la crítica, las denuncias en la Prensa; hay quienes acostumbran considerar “infalibles” sus opiniones. La democratización descontenta a quienes temen caer bajo el control del pueblo. El socialismo supone discusiones vivas, amplias y responsables, confrontación de diversos puntos de vista, ello significa que no se puede calificar de democrático el intento de sustituir una verdad a medias. No es socialismo que, fingiendo luchar contra las ambiciones de un grupo, contra sus pretensiones a la verdad “en última instancias”, se impongan las ambiciones de otro grupo, sus parcialidades y sus ambiciones.

Lógicamente, los nuevos procesos en la esfera político-ideológica no se operan fácilmente, ni son unívocos por sus resultados. En la conciencia social se han acumulado muchos elementos negativos como reflejo de los correspondientes fenómenos que se operan en la vida misma y, en primer lugar, de la incoherencia entre la palabra y la obra. Existe cierta confusión, incomprensión y miedo a los cambios, hay también intentos de oponerse a lo nuevo. Pero sería más, erróneo, absolutizar las dificultades y los defectos de nuestro desarrollo político-ideológico, pues con ello se haría dudar del propio proceso de renovación, de los positivos fenómenos políticos e ideológicos en la vida del pueblo venezolano, originados por el mismo.

Al respeto, ¿cómo se podrá convertir al pueblo en verdadero y activo dueño de la propiedad social? Para conseguirlo será preciso conceder, a los colectivos, amplias posibilidades de administrar el patrimonio social y lograr que ellos asuman mayor responsabilidad por su utilización efectiva; asegurar la participación de las vastas masas trabajadoras en la gestión económica a todos los niveles: desde los colectivos hasta la economía nacional. Será preciso conseguir que los ingresos del pueblo dependan de los resultados de su propio esfuerzo laboral. La democratización de la economía está indisolublemente ligada a que, además de la propiedad social, se utilicen activamente diversas formas de cooperación y de actividad laboral individual.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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