Las elecciones Municipales del 10 de diciembre traen consigo una característica particular, la presencia de candidaturas alternativas disidentes a los polos políticos convencionales (PSUV-MUD), generando una inusitada polémica en los círculos más politizados de la sociedad. El grueso de las candidaturas disidentes busca sumar votos aprovechando el clima de malestar social y descontento de la mayoría de la población. ¿Tendrán éxito algunas de estas candidaturas? Hagamos un balance general de los últimos procesos electorales.
Antes bien, es necesario realizar algunas precisiones. El clima de polarización política impregna la subjetividad política venezolana desde hace diecinueve años. La presencia de dos polos políticos, en tantos dos proyectos antagónicos, ha construido una conducta en el elector venezolano. Por otra parte, la participación política en estos años ha sido de alta intensidad, la abstención ha sido en general bastante baja. En consecuencia, frente al escenario actual de las Municipales, la oferta electoral se vuelve a concentrar en dos polos duros, las "terceras opciones" son inexistentes. Las candidaturas alternativas que se están presentando no son realmente "terceras opciones", sino opciones disidentes de alguno de los dos polos. No es la primera vez que esto sucede, veamos los resultados:
Venezuela vive su cuarto año consecutivo de recesión económica, la inflación supera los tres dígitos, la escasez es un drama que viven a diario los venezolanos. Aunado a esto, tiene altos índices de inseguridad y una irrefrenable conflictividad política que, en ocaciones, ha tomado contornos violentos. El descontento y malestar son parte importante del clima socioemocional del venezolano. Las candidaturas alternativas buscan explotar al máximo esta realidad para lograr aglutinar las demandas insatisfechas y capitalizar el malestar.
El polo chavista
En este sentido, la elección de diputados a la Asamblea Nacional Constituyente merece algunas observaciones al respecto. La abstención general de la oposición frente a las elecciones de la ANC convirtió este proceso en el escenario de una confrontación de corrientes chavistas. Las llamadas "Planchas 1" conformaron los candidatos de la línea oficial del PSUV. El resto de las Planchas fueron expresión de múltiples corrientes internas, con diferencias de fondo y/o forma con la alta dirigencia del partido-gobierno.
En la ANC fueron electos 545 curules, de los cuales 364 fueron electos por municipios mediante el voto lista. Por otra parte, fueron electos 181 candidatos sectoriales, de los cuales 79 Trabajadores fueron electos bajo el mismo método, el resto, conformado por 28 pensionados, 24 estudiantes, 24 consejos comunales, 8 indígenas, 5 empresarios y 5 personas con discapacidad, se eligieron bajo método uninominal. Como podemos observar, más del 80% de los curules se definieron mediante voto lista, bajo el esquema del método D'Hondt o de "representación de minorías".
Las corrientes subalternas del chavismo se midieron frente a la poderosa maquinaria oficial, la cual concentró la mayor cantidad de recursos, proyección mediática y apoyo logístico del PSUV. Por otro lado, la falta de acuerdo y propuestas alternativas unitarias hizo aún más adverso el escenario para los nuevos candidatos. Sin embargo, las corrientes emergentes lograron avances significativos.
Por ejemplo, en el caso del Municipio Libertador, donde estaba en juego 7 curules a la ANC, la "Plancha 1" estuvo conformada por importantes dirigentes nacionales del PSUV, alcanzando 460.000 votos, con un resultado muy por encima de la segunda plancha más votada. Contra esta plancha compitieron 12 planchas más, de las cuales 4 presentaron una campaña de mayor intensidad. Entre las 4 planchas estaba el Colectivo la Piedrita, cuyo número de referencia fue la "Plancha 2", Eduardo Saman (actual candidato en las municipales) junto al PPT, llevando el referencial de "Plancha 3", los audaces jóvenes del Chavismo Bravío que se presentaron como "Plancha 13" y la "Plancha 4" respaldada por el PCV. Estas cuatro planchas acumularon 126.487 votos, lo cual les permitió rondar el 30% de la votación. Es decir, si se hubiese presentado una candidatura unitaria de estas cuatro planchas, aprovechando la representación de las minorías, se hubiese puesto en peligro los curules que hoy ocupan la Diputada Iris Valera y el Diputado Juan Carlos Alemán.
Asimismo, en la elección sectorial, también las corrientes alternativas tuvieron significativos triunfos, en el marco de sus fuerzas moderadas. Por ejemplo, en el sector de trabajadores, subsector Administración Pública, las corrientes subalternas lograron 3 de los 16 curules, lo mismo ocurrió en el subsector Banca y Comercio, en el subsector Servicios y en el subsector Social. En el caso de las candidaturas uninominales, es necesario afirmar, que también ganaron decenas de candidatos que no se inscriben en la línea dura del PSUV. Tendencias proporcionalmente similares, se vienen observando desde los resultados de las internas del PSUV en el 2008. En el chavismo se empiezan a mover fuerzas que apuntan hacia una renovación de su dirigencia.
El polo opositor
En el polo opositor las cosas no resultan muy diferentes. La unidad opositora se resquebraja ante la ineficiencia política de sus últimas estrategias. La base opositora se siente defraudada por sus dirigentes. Por primera vez en mucho tiempo, la abstención opositora se hizo sentir en las elecciones regionales del 15 de octubre. La base opositora no acudió en su totalidad al llamado de sus candidatos. Además, en este año, las redes sociales, han generado importantes tendencias sumamente críticas contra la dirigencia opositora, el #MalditaMud ha sido tendencia en dos oportunidades. Por último, diferentes encuestadoras han indicado una caída moderada de la aceptación de importantes liderazgos opositores. En este sentido, redes sociales, encuestadoras y resultados electorales no permiten ocultar la realidad: la MUD está agotada y la base opositora busca nuevos liderazgos.
Elecciones polarizadas
Sin embargo, una mirada más detallada a las elecciones regionales nos brinda luces sobre el comportamiento electoral en Venezuela. En primer lugar, hubo una participación del 61,03% de votantes registrados en el padrón electoral. Esta abstención afectó principalmente a la oposición. Sin embargo, es una abstención normal en procesos electorales de esta índole. En segundo lugar, el polo chavista alcanzó 55,07% de los votos, mientras que el polo opositor logró el 44,31%. Es decir, los partidos no alineados con los polos, solo obtuvieron el 0,62%. Haciendo un rastreo más preciso, podemos citar varios ejemplos: En el estado Apure, el polo chavista fue fragmentado, el PCV, quien apoyo a los candidatos del PSUV en el resto del país, presentó una candidatura alternativa en este estado, la cual quedó en tercer lugar, obteniendo tan solo el 14,06% de los votos. La oposición vivió fisuras similares en el resto del país, en el caso de Táchira, donde la oposición obtuvo la victoria con la candidata del partido AD Laidy Gomez, tres candidatos de proyección nacional, fueron postulados por partidos asociados a la MUD, con pobres resultados en este estado. Patricia Ceballos de Voluntad Popular 0,22%, Juan Requesens 0,12% y Fernando Andrade con 0,24%. En otro orden de ideas, los candidatos disidentes de la línea dura de la MUD no alcanzaron, en el estado Táchira, el 1% del electorado. Lo mismo le ocurrió en Lara con las candidaturas de Henri Falcón, quien obtuvo 40,27% de los votos y Luis Florido con tan solo el 0,41%.
¿Cómo explicar estos datos?
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Existe un gran malestar general en la sociedad derivado de la crisis económica y política que padece desde hace cuatro años. Sin embargo, este malestar no se traduce en un nuevo comportamiento electoral. En las elecciones internas, el chavismo impulsa tendencias que favorecen moderadamente a nuevas caras, nuevas propuestas. Igualmente, la oposición critica duramente a sus dirigentes, exige cambios internos, disminuye su participación en convocatorias diversas, desconfía de su dirigencia. Sin embargo, cuando ambos polos se enfrentan, las bases cierran filas, no optan por alternativas, sino por candidatos con posibilidades de ganar. En este contexto, será cuesta arriba que las candidaturas alternativas logren éxitos rotundos en las elecciones municipales. Sin embargo, si alguna de estas candidaturas logrará superar el 20% en algún municipio importante del país, seria debe considerase como un éxito y los polos deberían de empezar a evaluar esto como una advertencia de cambios y nuevas tendencias.
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Las opciones disidentes le hablan al malestar interno en los polos, pero no hacen referencia al malestar general de la sociedad. Siguen siendo opciones polarizadas, no terceras opciones, replantean las coordenadas del debate político, se mantienen anclados simbólica, discursiva y afectivamente con sus polos de origen.
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El elector venezolano es un votante pragmático. Le apuesta a candidatos con posibilidades reales de ganar. No está dispuesto a "perder su voto".
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Es posible que se afiancen tendencias no polarizadas si estas renuevan su estrategia política, reorientan su discurso y articulan las demandas heterogéneas de la insatisfacción social. Para ello, los candidatos, las campañas, las organizaciones y las banderas deben repensarse. Teniendo en cuenta que se trata de una carrera de mediano plazo.