Socialismo vs capitalismo

La construcción del socialismo como respuesta al modelo capitalista requiere de condiciones objetivas que no solo inciden en el desarrollo del proceso, sino que muchas veces determinan la posibilidad real de su factibilidad y de su permanencia en el tiempo. De todos los revolucionarios es conocida la opinión de lo difícil- por no decir imposible- de construir el socialismo en un solo país. Los grandes teóricos del pensamiento revolucionario lo plantearon de esa manera en su momento, y hoy somos testigos del hecho real con algunas experiencias, siendo Cuba la más cercana, donde con todo el esfuerzo, valentía y el grado de conciencia alcanzado por este pueblo, el imperialismo mundial, con Estados Unidos a la cabeza, se han encargado de obstruir y torpedear que en Cuba cristalice el modelo socialista. Si en el caso cubano se le permitiera al socialismo llevar a la práctica las soluciones a los conflictos sociales, se evidenciaría fácilmente la diferencia entre el modelo capitalista y el socialista. En el caso cubano, han limitado con presiones de todo tipo, la aplicación total de las políticas sociales que doctrinariamente definen y caracterizan al sistema socialista. Esa es la idea reaccionaria del aislamiento, el bloqueo y la manipulación, cercar y acorralar toda experiencia qua divulgue y propague las diferencias entre el socialismo y el capitalismo; entre la política diseñada pensando en los seres humanos, y la política implementada por el mercado, así como la voraz necesidad de hacer fortuna. En nuestra región latinoamericana, tenemos el ejemplo de los países progresistas, que vienen abriendo brecha hacia un mundo revolucionario, avanzando sobre los requerimientos y soluciones a problemas sociales en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Paraguay, Brasil, Argentina. Estos países, con su propio esfuerzo y apoyados, por las economías más fuertes de la región, como lo son Brasil y Argentina, intentan cumplir con la distribución social de la riqueza, la ampliación del acceso cultural de la sociedad, y al mismo tiempo dando la batalla por clarificar la importancia de conocer, hacer respetar y defender los derechos sociales de las comunidades. Todos sabíamos que ante estos avances, el capitalismo no se podía quedar tranquilo viendo el peligro que corren sus intereses, y es así como pone en práctica algunos de sus muchos mecanismos y recursos con los que siempre ha contado para enfrentar a los pueblos que deciden luchar por su independencia y soberanía. Como resultado de ello es que hoy Brasil y Argentina ya no son esos importantes aliados de un hermoso y prometedor proyecto político intentado por Bolívar, retomado por Chávez y continuado por Nicolás Maduro. Ahora son punta de lanza del imperio, las oligarquías y las transnacionales para torpedear, con el propósito de obstruir las ideas y planes para crear las mejores condiciones de democratización de la riqueza, el fortalecimiento de las organizaciones sociales, el aprendizaje práctico de las experiencias de la socialización, de la producción y las formas de gestión colectiva; experiencias en que los trabajadores tienen un papel fundamental dentro de la democracia participativa. Obviamente hoy están a la vista los resultados de haber perdido para la causa revolucionaria a estos dos factores fundamentales que contribuyan al avance progresista en la región; ahora son mercenarios de las potencias y el neoliberalismo. Esto nos plantea ahora que junto a la necesidad de avanzar en la política revolucionaria, tengamos también que enfrentar las nuevas acciones reaccionarias que combinan boicot económico, ataques políticos internacionales, financiamientos a partidos y grupos opositores, carteles mediáticos .de difamación y mentiras, etc. Definitivamente necesitamos concientizarnos que las fuerzas de la derecha y las potencias imperiales, han hecho, y van a seguir haciendo todo lo posible, por detener cualquier proceso emancipativo de nuestros pueblos. Nos toca a los revolucionarios afinar las ideas y estrategias a seguir, tomando en cuenta esta realidad que son repuestas a las políticas revolucionarias, y donde también tienen mucho que ver, nuestros errores políticos tanto en Argentina, Brasil como en Paraguay. Habrá que revisar la política y la aplicación de medidas desde el poder, las medidas sociales que se adelantan hacia los sectores populares, donde autocríticamente se debe reconocer, que la política asistencialista ha quitado espacio a un trabajo de penetración política y la inducción a lo ideológico, que en definitiva, representa lo medular, si es que realmente pretendemos realizar el cambio que andamos buscando. Cambio que se logra con las masas, pero con unas masas a las que habremos logrado clarificarles su papel y su compromiso en la toma de decisiones y la participación por el nuevo estado revolucionario .La sola distribución de la riqueza entre los pobres, al igual que otras medidas antineoliberales, si bien habla del cumplimiento de la palabra empeñada con el pueblo por parte de la revolución, ello por si solo no cumple el objetivo político-ideológico que debe estar presente en todos nuestros planes y proyectos, pues al no estar acompañado del mensaje político, de la generación de conciencia revolucionaria y el compromiso político, solo estamos alimentando posturas de indiferencia, comodidad y paternalismo, en quienes solo piensan en su problemática particular, en la obligación de la revolución a solucionárselo y su derecho a reclamarlo. Es decir, cambiamos una dictadura cuarta-republicana de exclusión, negación, limitaciones y restricciones, por una democracia de solo derechos, donde el compromiso del pueblo es reclamar derechos y el de la revolución cumplírselos. Así solo estamos contribuyendo al debilitamiento del ideario socialista, referido a la necesidad de cambiar el mundo de injusticia, por una vida sana humana y solidaria. Hoy más que nunca es necesario, construir en cada hombre y en cada mujer ese revolucionario que necesitamos, para avanzar en este proyecto del ser social colectivo y comunitario. Junto a las soluciones materiales, la revolución está obligada también a transmitir la necesidad del compromiso colectivo, la identificación y compresión de la realidad, del papel que a cada uno nos corresponde jugar dentro del proceso. Que al obrero, el campesino, el hombre del pueblo en general, no le este permitido ser indiferente porque es ir contra sus intereses, y todos deben saber que en la defensa de sus intereses, está presente la oportunidad de pelear ese derecho que reclaman a la revolución. El principal objetivo y el más urgente por su contenido de clase es el de forjar una sociedad distinta a la capitalista, es concientizar a las comunidades, al obrero en la fabrica, al campesino en su tierra, ama de casa, estudiante, a todos los que sufren las injusticias capitalistas. No podemos quedarnos en la consecución de ayudas y reformas, porque la definitiva solución a los problemas sociales, se alcanza con el cambio radical del sistema capitalista, por una sociedad de iguales y de justicia social, donde se reconocen los derechos de todos y la obligación del nuevo Estado a cumplirle a los ciudadanos; todo esto siempre con la participación activa de las comunidades organizadas. Se hace una revolución para garantizar educación, salud, bienestar social, vivienda, trabajo, etc. Pero igualmente se tiene que trabajar en un esfuerzo por generar las condiciones objetivas que garanticen la incorporación de hombres y mujeres como futuros pilares del proceso de cambio, de donde surgirá el ejercito del pueblo armado de conocimiento, conciencia y claridad política, dueño de una convicción a prueba de chantaje, dádivas, amenazas y presiones. Una fortaleza que solo se logra con una adecuada formación política y una sistematizada preparación ideológica del militante revolucionario. Es aquí donde la observación a los procesos progresistas de nuestra América Latina tiene cabida, pues humildemente nos atrevemos a creer que se ha valorado mas la política asistencialista, que la importancia de generar conciencia política de clase, entre el pueblo. La necesidad de crear base política para el desarrollo del proceso, plantea afrontar ambas tareas con la misma jerarquía e importancia que ambos tienen. En ningún momento priorizar uno en desmedro del otro, pues los resultados de hacerlo así están a la vista, con el triunfo del neoliberalismo más salvaje en Argentina, luego de buenos gobiernos de los kinsners. Lo mismo en brasil donde una banda de truanes saca del poder a una presidenta que ganó con más de 54 millones de votos, votos que luego no salieron a la calle a defender a su presidenta ni a su sistema democrático. También están los casos de Lugo en Paraguay, Zelaya en Honduras, la persecución a Lula en Brasil. Esa misma falta de criterio político llevó a una oposición sin liderazgo ni proyecto político a ganar unas elecciones parlamentarias en Venezuela, donde la misma oposición quedó sorprendida de aquellos resultados que ni ellos mismos esperaban. Es ese mismo nivel político, el que hace que este pueblo lo hayan puesto a repetir mensajes y opiniones de una derecha apátrida y comprometida con el enemigo de clase. Como por ejemplo, que "el responsable de la escasez de alimentos y medicinas es el gobierno", que no es verdad que en Venezuela existe una guerra económica y política contra el gobierno, que "el presidente Nicolás es el culpable de la escalada de precios por subir los salarios", "que la amenaza norteamericana contra la patria, es un invento del gobierno", etc etc. La efectividad de estas campañas quedó demostrada en los casos de los golpes de estados en Brasil, Honduras y Paraguay. Allí los sectores populares no salieron a la calle, no fueron capaces de enfrentarse a los golpistas en defensa de su democracia. En Venezuela con todo y que también somos víctimas de esta manipulación mediática, el pueblo salió a la calle pidiendo el regreso de Chávez, y por eso los resultados fueron otros. En el caso de Argentina y Chile, también se demostró que una masa poco clara en cuanto a sus intereses y ubicación de clase, es fácil presa del engaño y falsas promesas del enemigo. Por ello ahí tenemos a Macri y Piñera, desarrollando una política en sus gestiones, totalmente distinta a lo prometido en su mensaje electoral. Si ambos hubiesen prometido hacer lo que están implementando, seguro otra fuese la realidad hoy en estos países. Ahora son millones los arrepentidos con Macri y Piñera, Estas realidades nos deberían enseñar, que construir el hombre nuevo que necesitamos para el cambio definitivo, requiere ir más allá de realizar buenas obras, y hacer valer los derechos sociales del pueblo. Eso es importante hacerlo, pero sin descuidar lo político, preparando a las masas para que irrumpa con fuerza en el espacio político y se comprometa con la necesidad del cambio y con el proceso revolucionario; que tome conciencia de que la lucha a favor de las necesidades de la comunidad, así como sirven para el logro de mejoras materiales, también son importantes para unificar y articular a los factores del pueblo, en su combate diario, traduciéndolas en un proyecto político que garantice el trabajo revolucionario, necesario para amalgamar un movimiento emancipatorio y sólido, que como instrumento de las masas organizadas, haga posible la profundización del proyecto político, como única forma real de construir y desarrollar la nueva formación socio económica, superadora del sistema capitalista. La lucha por el cambio social no es un intercambio de favores entre el partido revolucionario y el pueblo, donde se negocian obras por votos, algo muy propio de las prácticas neoliberales, con la particularidad ya muy conocida, que el pueblo después de dar su voto, generalmente se queda esperando las promesas que nunca llegan. En nuestra experiencia revolucionaria pasa al revés, el gobierno acomete las soluciones sociales obviamente como un compromiso con el pueblo, pero también, esperando el respaldo de los sectores beneficiados, respaldo que muchas veces no se hace presente, producto de la escasa o nula conciencia de clase en los sectores populares. Normalmente se cree que los gobiernos neoliberales no cumplen las promesas que hacen al pueblo por demagogos o por olvidadizos, cuando la verdad de ello es que es su posición en la sociedad, su conciencia de clase-que ellos si la tienen- es la que les dicta no invertir o "gastar" en un sector que no es el suyo: educación popular, medicina para los pobres, salud para el pueblo, buenos servicios para los marginados, etc. No existen estos planes en la mente de los neoliberales. Razonamiento similar debería conducir a los hombres y mujeres del pueblo, a no confiar ni dejar en manos de la burguesía, la solución a sus problemas, mucho menos, el derecho a la esperanza de todo un pueblo a ser libre, soberano y dueño de su futuro, como lo soñaron nuestros libertadores.

José Ramón Blasco. (Guameño).

Junio 2018



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Ramón Blasco


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