Después de la gesta independentista, hasta nuestros días, salvo pocas y honrosas excepciones (Venezuela y otros pocos), Latinoamérica han sido gobernada por castas de líderes vetustos, conservadores y entreguistas, por eso somos lo que somos; no fuimos gobernados por "mentes jóvenes". Jóvenes como esos que al bajar de la Sierra Maestra, en la voz del Ché pregonaban que "La revolución, no se tiene en los labios, para vivir de ella, la revolución, se lleva en el corazón, para morir por ella" O de esos otros que abandonando comodidades, y las prerrogativas que les conferían altos promedios universitarios y títulos suma cum laude, se insertaron en los campos a crear referencias revolucionarias campesinas, o aquellos que en muchas ciudades de la Patria Grande se insertaron en los barrios, para compartir con los pobres sus padecimientos y acompañarlos a superarlos, y sobre todo a sembrar la conciencia de que una sociedad mejor era posible. Lástima que esa generación no estuvo en sincronía con el tiempo histórico que vivimos en la Patria de Bolívar estas dos primeras décadas del siglo veintiuno.
Si, un tiempo histórico de oportunidades, de inclusión, de democracia participativa y protagónica, donde los jóvenes han tenido ocasiones de hacer aportes para prefigurar una nueva sociedad, porque incluso, muchos ha formado y forman parte del gobierno nacional, estadales, municipales, han sido y son constituyentes, diputados, cuadros de primera fila de los partidos de la revolución. Cuantificar en detalles tal participación y las ventajas que han tenido, no viene al caso, lo cierto es que ha superado a cualquier otro sector social. Ante lo cual habría que preguntar ¿dónde se han expresado sus aportes para superar la crisis que vivimos? La última oportunidad concedida para tal fin, fue en las elecciones del 20 de mayo, y las estadísticas electorales nos dicen que dicho sector fue el que tributo menos votos a la reelección del Presidente Maduro. ¿Que pasó allí? ¿Será que esos cuadros jóvenes no han hecho el trabajo de conciencia revolucionaria dentro de sus filas, lo ha descuidado sumergidos en labores burocráticas? Hasta aquí me pregunto y cuelga muchas interrogantes sobre el verdadero compromiso al que esta llamada la juventud en estos momentos, en el que me siento obligado a acompañar desvelando las corresponsabilidades urgentes para caminar verdaderamente juntos.
Este nuevo Congreso del PSUV, abre a la juventud otro momento para su participación con privilegios, similares a los que tendrán cuando llegue el momento de las elecciones municipales. Entiendo que subyace en tales consideraciones de buena fe y esperanza, algo así como suministrar a la revolución, el oxígeno que se requiere para su impulso. Aspiro que así sea, pero debemos caminar mirando mejor el horizonte dentro de ese estamento, porque, no se trata solo de hacer nuestro aquellos versos de "juventud, divino tesoro..." Hay que evaluar las acciones en sus desempeños y obligaciones; además de considerar la impostergable necesidad de una juventud formada y clara políticamente, fuera del cliché o etiquetas que banalizan las acciones revolucionarias y la retrogradan.
Ser joven, supone "mentes jóvenes", románticas, que sueñan y transforman, que no se dejan apresar por un cargo y sus beneficios circunstanciales. Esos son los que necesita el PSUV, los que necesita una revolución para hacerla inmarcesible.