En 1810 ocurrió un acto lleno de simbolismo centrado en el Cabildo caraqueño. Era semana santa y hasta la gente más piadosa clamaba independencia. Sólo que aquel 19 de abril era tan solo una oportunidad pactada entre lo viejo "que no acaba de morir" y lo nuevo "que no acaba de nacer" que se expresa por la renuncia de Vicente Emparan al ejercicio de su mando.
En 2018, exactamente 206 años, cuatro meses y un día, después de aquel 19 de abril, ocurre en Venezuela un nuevo acto de simbólica independencia. El Gobierno Bolivariano que preside Nicolás Maduro establece una importante ruptura con una cosmovisión de dominio que, hasta el presente, expresa el todo de las relaciones de producción capitalistas.
Ambas fechas se convierten en efemérides de la República con un bicentenario de indetenibles luchas, resistencia y construcción de la definitiva independencia. La promesa -en una especie de juramento como el del joven romántico Simón Bolívar en el Monte Sacro al prometer su regreso a territorio americano para su liberación- fue pronunciada por el joven cadete Hugo Chávez en el comienzo de su vida como soldado de la patria. Citaba al Bolívar de Angostura "Volando por entre las próximas edades", cuando anunciaba que su imaginación se fijaba "en los siglos futuros" como otro "delirio" parecido al del Chimborazo: "un sueño, una utopía, que ahora se está concretando", explicaba entonces el mismo Comandante Chávez recordando sus días y este camino de esperanzas llamado Revolución Bolivariana. Con muchos antecedentes, con su "árbol de las tres raíces" pero también con hito antiimperialista y antineoliberal, como el de la ruptura histórica marcada el 27 de febrero de 1989, como voluntad de un pueblo que nunca olvidó su raíz y su compromiso de ser independientes para siempre.
Es este espíritu independentista de Bolívar y Chávez el que las oligarquías -el santanderismo colombiano representado hoy por el triunvirato de terroristas narcotraficantes integrado por Uribe, Santos y Duque y sus amos yanquis imperialistas- no le perdonan a Nicolás Maduro en su fiel compromiso con la Patria y el legado que le dejara el Libertador venezolano del siglo XXI. Quieren que fracase esta Revolución, quieren abortar la consolidación de la V República y la concreción de la utopía de la Patria socialista.
Pero el lunes 20 de agosto ya se perfila como una nueva efeméride en nuestra gesta independentista y por eso los ataques múltiples desde el imperio y sus aliados, sus planes terroristas, el magnicidio (afortunadamente "en grado de frustración", como dicen los juristas) del sábado 4 de agosto y sus nuevos planes antivenezolanos, que incluyen nuevas "guarimbas" y actos de desestabilización apostando al fracaso de nuestra inminente victoria sobre la guerra económica desplegada hasta el presente.
Pero, este 20 de agosto, amanecer con un nuevo cono monetario y cinco ceros menos en su denominación no es un simple capricho, sino un disparo en el ala de uno de los drones terroristas que el enemigo sobrevuela artillado sobre la Revolución Bolivariana y Chavista.
Pero amanecer con un Bolívar Soberano anclado en nuestra criptomoneda Petro y su soporte real en nuestras riquezas, y en particular en nuestras reservas petroleras, es algo que pone a temblar al dólar gringo como referencia mundial entre las monedas y también a quienes se refugian y se han refugiado hasta ahora en ese fetiche del gran capital.
Pero amanecer con la decisión práctica de exonerar de impuestos y desgravámenes a la importación de todos los bienes, capitales, materia prima, insumos, agroinsumos, maquinarias y repuestos, es otro camino preparado para la definitiva independencia.
Amanecer con un sistema de transporte integrado y soberano, amanecer con subsidios directos para los combustibles, lo cual frenará abruptamente el contrabando de gasolina y colocará a precios internacionales la adquisición de la misma, es también parte de la construcción del camino que cada vez nos acerca más a las igualdades socialistas y a la independencia definitiva.
En fin, amanecer de contraofensiva firme ante los ataques imperialistas, sus oligarquías y los lacayos enquistados en nuestra propia geografía, alientan a la Revolución que avanza hacia la liberación. No vamos a ver los resultados al siguiente día, hace falta trabajar, luchar, construir la sociedad bolivarianamente socialista. Es tarea tuya, es tarea mía. No es solo tarea de Maduro y del Gobierno, sino de quienes asumimos con Chávez y Bolívar alcanzar –insistimos- la independencia definitiva. ¡Vamos a echarle bolas… y ovarios también, sin dudas!