El gato pardo o Leopardo Jaspeado parece que mantiene su vigencia, anclado al principio de "cambiar las cosas para que nada cambie".
Día a día, las acciones políticas implementadas por el gobierno, se alejan aceleradamente de la realidad social, profundizando los males que arrastra el país desde hace 100 años, para no irnos muy lejos.
En vez de cambios favorables, presenciamos con gran frustración, como nuestra nación se ha hundido en una catástrofe sin precedentes. Este modelo económico y político ha cerrado las brechas de la apertura y se convirtió en una especie de dictadura repartida entre varios ejecutores del plan del Estado, que solo persigue mantener en el poder a una élite sátrapa.
Las medidas económicas del gobierno de Maduro, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, los Chávez, los Arreaza, Jaua y otros, están haciendo aguas en tan solo pocos días de aplicarse. La hiperinflación, la escasez, la especulación y falta de efectivo son incontrolables.
Echarle la culpa a causas externas, es llover sobre mojado, lo que está a la vista no necesita anteojos. El gobierno fracasó y se puede comprobar en uno de los proyectos bandera de Chávez: la salud. Los centros hospitalarios abandonados a su suerte, convertidos en nido de tráfico de medicamentos, espacios insalubres y contaminados. Allí desgraciadamente, acudimos la mayoría de la ciudadanía que no tiene recursos, que no le alcanza el salario o sueldo y está sin un seguro de hospitalización adecuado a los altos costos. No tenemos otra alternativa.
Someter a la población venezolana al discurso antiimperialista, dar una clase de geopolítica para justificar el desastre en Venezuela, se puede calificar de manipulación descarada, maligna y cobarde. El nombre de revolución Bolivariana, debe eliminarse del discurso de los que destruyeron el país en mil pedazos.