Y continúa Simón Bolívar, emocionado, exponiendo su maravilloso Discurso de Angostura ante los diputados constituyentistas el 15 de febrero de 1819, en la otrora capital de la III república de Venezuela, la ciudad de Angostura. Aquí otro párrafo de aquella poesía en prosa salida del intelecto del más grande hombre de América; y mucho más, Veamos.
"Habiendo ya cumplido con la justicia, con la humanidad, cumplamos ahora con la política, con la sociedad, allanando las dificultades que opone un sistema tan sencillo y natural, mas tan débil que el menor tropiezo lo trastorna, lo arruina. La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea cuyo complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración. El sistema de Gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política. por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea el dote de Venezuela, y por las vuestras debemos lisonjearnos que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema. ¿Cómo después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros, no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antes de que lleguemos a anonadarlas, el contagio del despotismo ha impregnado nuestra atmosfera y ni el fuego de la guerra, ni el específico de nuestras saludables Leyes, han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la Libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu.
Un Gobierno Republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela, sus bases deben ser la soberanía del Pueblo, la división de los Poderes, la Libertad civil, la proscripción de la Esclavitud, la abolición de la Monarquía y de los privilegios. Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la especie de los hombres, las opiniones políticas, y las costumbres públicas. Luego extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijemos la atención sobre los peligros que debemos evitar. Que la Historia nos sirva de guía en esta carrera. Atenas la primera nos da el ejemplo más brillante de una Democracia absoluta, y al instante la misma Atenas nos ofrece el ejemplo más melancólico de la extrema debilidad de esta especie de Gobierno. El más sabio legislador de Grecia, no vio conservar su República diez años, y sufrió la humillación de reconocer la insuficiencia de la Democracia absoluta para regir ninguna especie de sociedad, ni aun la más culta, morigera y limitada; porque solo brilla con relámpagos de Libertad. Reconozcamos, pues, que Solón ha desengañado al mundo; y le ha enseñado cuan difícil es dirigir por simples Leyes a los hombres.
La República de Esparta que parecía una invención quimérica, produjo más efectos reales que la obra ingeniosa de Solón. Gloria, Virtud, Moral, y por consiguiente, la felicidad nacional fue el resultado de la Legislación de Licurgo. Aunque dos Reyes en un Estado son dos monstruos para devorarlo, Esparta poco tubo que sentir su doble trono; en tanto que Atenas se prometía la suerte más esplendida, con una soberanía absoluta, libre elección de Magistrados, frecuentemente renovados; Leyes suaves, sabias y políticas. Pisistrato, usurpador y tirano, fue más saludable a Atenas que sus Leyes; y Pericles, aunque también usurpador, fue el más útil ciudadano. La República de Tebas, no tuvo más vida que la de Pelópidas y Epaminondas, porque a veces son los hombres, no los principios, los que forman los Gobiernos, los códigos, los sistemas, los estatutos, que por sabios que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas. La Constitución Romana es la que mayor poder y fortuna ha producido a ningún Pueblo del mundo; allí no había una exacta distribución de los Poderes. Los cónsules, el Senado, el Pueblo, ya eran Legisladores, ya Magistrados, ya Jueces; todos participaban de todos los Poderes. El Ejecutivo compuesto de dos cónsules padecía el mismo inconveniente que el de Esparta. A pesar de su deformidad, no sufrió la República la desastrosa discordancia que toda previsión había supuesto inseparable, de una Magistratura compuesta de dos individuos igualmente autorizados, con las facultades de un Monarca. Un Gobierno cuya única inclinación era la guerra y la conquista, no parecía destinado a cimentar la felicidad de su Nación: un Gobierno monstruoso y puramente guerrero elevó a Roma al más alto esplendor de virtud y de gloria; y formó de la tierra un dominio Romano para mostrar a los hombres de cuanto son capaces las virtudes políticas; y cuan diferentes suelen ser las instituciones."
José M. Ameliach N. Enero de 2019