Si hay que amputar...habrá que hacerlo

Amaradas…

A veces somos lentas para responder a situaciones o preferimos reflexionarlas un poco. No habíamos opinado abiertamente acerca de la intervención del presidente Nicolás Maduro en la Asamblea Nacional Constituyente, que como bien dijo el profesor y amarada Julio Escalona y lo reconoció su presidente Diosdado Cabello, desde la lealtad, tiene una deuda con nosotros y nosotras. Pero debemos hacerlo ahora, para no abonar al silencio, que aunque a veces es necesario, en otras ocasiones puede ser letal. Y es que como ustedes quienes nos leen, como muchas, guardamos grandes expectativas para ese día.

Probablemente no seamos capaces de hacer un análisis exhaustivo como lo haría un experto, pero quizás algunos se identifiquen con estas opiniones.

Lo primero que debemos reconocer es que el Presidente ha sido un valiente, un soldado digno que ha enfrentado los embates de esta guerra sin cuartel, padecida fundamentalmente por el pueblo llano, que aunque no ha podido vencer aún, ha ganado en casi todas las batallas.

Ha puesto su vida en riesgo para cumplir con la misión que le fue encomendada. Ha sido expuesto internacionalmente por una derecha apátrida y criminal que intentó incendiar el país y que pide que Venezuela sea una Siria con bombardeos y todo. Aun así, Maduro ha insistido en el dialogo con quienes dentro y fuera han preparado la soga para ahorcarlo.

Los avances sociales enunciados por el Presidente son realmente importantes, en años de confrontación y sin tregua por parte del enemigo. A pesar de todo ello, hemos seguido avanzando en atender al pueblo. Es una verdad absoluta como la luna plena.

Pero en esta confrontación el gobierno ha demostrado, lamentablemente, algunas debilidades que muy probablemente superándolas, pudieran ser el "milagro" quequque piden unos o las decisiones que necesitamos para salir de esta crisis.

En lo político, Nicolás Maduro ha dado muestras de experiencia y astucia, y lo político también es combatir con éxito la corrupción en todos los ámbitos y niveles, pues carcome las bases de la Revolución. Aplicar con mayor fuerza sanciones sin que tiemble el pulso, pues quienes la asumen como forma de vida, lo sabemos, no son ciudadanos honestos y mucho menos revolucionarios.

Y hacerlo es, a lo interno y rápidamente, sin anestesia, sin esperar que se generen los escándalos internacionales que sólo permiten desdibujar y mal poner el mandato del Comandante Chávez y peor, desfigurarlo para convertirlo en el verdugo del pueblo. Y además, darle armas a quienes de manera interesada buscan derrocar al gobierno y acabar con la Revolución, en ese orden.

Los anuncios deben trascender ese concepto, ser medidas estructurales, además de las coyunturales necesarias para aplacar el dolor o parar el sangramiento. Por ello las pastillas y los torniquetes son buenos, pero si llega la hora y hay que amputar miembros se debe hacer. Si hay que extirpar tumores o incluso sustituir el corazón, habrá que hacerlo para salvar la vida. Pero la realidad hay que transformarla realmente. "No podemos tapar el sol con un Petro", y lo digo sin menospreciar la brillante iniciativa que ha tenido Nicolás Maduro para asumir este mecanismo en defensa de nuestra moneda. Pero no es todo. Las medidas de incremento salarial, lo sabemos, se diluyen inmediatamente, gracias a los criminales que se disfrazan de productores, comerciantes, industriales y sus parásitos, los bachaqueros. Estos últimos hasta "legitimados" en locales comerciales donde cuentan incluso con protección o complicidad policial.

El 2019 debe ser un año para la conciencia, para emprender una cruzada por la honestidad que sabemos aportará al saldo positivo de la Revolución.

El gobierno debe adoptar medidas realmente drásticas que vayan más allá del dinero que se está invirtiendo en los subsidios a la alimentación, educación, medicina, etc. Esperamos que se produzcan transformaciones profundas para empujar violentamente la producción nacional en el campo, en la pequeña y mediana industria. NO PODEMOS SEGUIR IMPORTANDO sobre todo con los mismos intermediarios, industriales y comerciantes que han robado y siguen robando al pueblo, vendiendo materia prima e insumos a precios de dólar criminal, cuando ellos reciben una divisa "solidaria" del Estado venezolano.

Se requiere de políticas e instituciones que más allá de "ayudar", asuman al pequeño y mediano productor como la solución a la crisis. No podemos seguir teniendo oficinas que en lugar de trabajar junto con, son freno para iniciativas subestimadas, "ninguneadas" a diferencia de las que presentan quienes sí tienen recursos o forman parte de grupos de poder económico en el país.

Se debe generar además una política que frene el desangramiento, a través de empresas paralizadas por industriales apátridas, las cuales fueron ¡rescatadas! Para salvaguardar a los trabajadores y beneficiar al pueblo, y hoy en día, un buen porcentaje, no hace honor a su misión. Y no porque la política de rescate haya sido un error, sino porque quienes fueron designados para ejecutarlas, o traicionaron, o sirvieron a la ineficiencia, o sencillamente no contaron con la debida y necesaria inspección y posterior sanción. Pero para ello se debe contar con la organización popular que ejerza con autoridad la contraloría, la denuncia con la posibilidad cierta de que estará acompañado y protegido por instituciones que en guerra, actúen con la celeridad que en una conflagración se requiere. Cuando un criminal nos apunta, sólo tenemos tres segundos para reaccionar. Es entonces la vida de él o la nuestra. Así debemos actuar frente a quienes nos matan y humillan diariamente.

Esperamos políticas que permitan transformar materia prima dentro del país, para realmente ser soberanos. Es criminal seguir exportando nuestras riquezas para luego comprarlas al extranjero, transformadas en insumos para la producción. No es justo ni es lógico en una situación de bloqueo internacional.

Insistimos humildemente, desde nuestra condición revolucionaria en que las medidas tienen que generar no sólo esperanza, sino certeza; derrotar la angustia y la tristeza que ha ganado terreno en parte importante de la población.

Es por ello que también consideramos que la comunicación debe ser honesta y real, desde todos los espacios. Nuestros medios, como lo pidió Chávez en una oportunidad, deben ser trincheras de autocrítica leal para la identificación de situaciones y posterior solución de problemas. Además, los medios, todos, deben mantener una actitud solidaria con el pueblo que padece las penurias de esta confrontación desigual y no convencional. No podemos seguir perdiendo credibilidad por miedo a reconocer las fallas. Es más digno admitir el error y asumir la corrección a mirar de reojo. Hablar con sinceridad, honestamente, es un abrazo oral, es un paso seguro para ganar respeto y afecto.

Las medidas tienen que trascender el estreno de nombres. A nuestro juicio, el Plan de la Patria que nos dejó Chávez sigue vigente porque no se ha cumplido aún.

Las medidas deben verse, tocarse, sentirse, en la calle y la acera que transitamos de día y de noche; en el hospital a donde vamos, en el liceo al que acudimos, en la cotidianidad, como parte de la gestión local, estadal. Si una sola persona está sufriendo, si pasa hambre, si enferma y no tiene condiciones para superar su estado de salud; si muere, no podemos dormir tranquilas. Ello nos obliga a ser más implacables en hacer cumplir las políticas para atender al pueblo.

Igualmente debemos hacernos sentir en la coherencia, que debemos mantener en una situación de ataque internacional realmente peligroso como el que vivimos actualmente.

Estamos en guerra, enfrentemos la guerra con medidas de guerra y asumámonos todos y todas en ella. Y eso sí, cuidemos con todo el amor a ese ejército de hombres y mujeres que desde las distintas trincheras sostienen este proceso. Y que en definitiva están en el campo de batalla y ven actuar al enemigo más de cerca.

En la administración pública el gobierno tiene o a su enemigo o a su mejor aliado. Allí aún está pendiente trabajo por hacer. Desde allí también se paralizan o se empujan las soluciones. Aún no hemos sabido combatir el burocratismo con eficiencia. La relación clientelar laboral permanece: "Si me das te apoyo". Aunque igualmente debemos reconocer que la mayoría de los y las trabajadoras públicas son un muro de contención contra la conspiración. Pero hay que hacer equipo y jugar en equipo, sólo así se gana el juego.

En el año 2001 el Presidente Chávez tuvo que asumir un reto y un riesgo que le llevaron a un golpe de estado que el propio pueblo revirtió. La Ley Habilitante le permitió avanzar en un Estado burgués, con una industria petrolera a los pies del capital internacional y a espaldas del pueblo. Pero lo hizo y fueron los años más brillantes. No son las mismas condiciones y al presidente Maduro también le tocó un momento difícil, quizás mucho más duro con condiciones internacionales muy distintas, porque mucho de lo logrado se detuvo o se perdió. Nicolás Maduro ha tenido que gobernar con las fuerzas en contra de una derecha que queramos o no, avanzó regionalmente. Y lo que no podemos perdonarnos en esta revolución es que la derecha avance por causa nuestra y no por méritos propios.



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Hindu Anderi


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