La complejidad de los tiempos que estamos viviendo es un reflejo de la desesperación manifiesta del capitalismo por sobrevivir. Y a pesar de agotar todos los instrumentos propagandísticos y financieros, y alinear a millones de ciudadanos del mundo alrededor de su propuesta, ésta es, y lo saben sus guardianes, el fin seguro de la humanidad aunque insistan en los planes para acabar con ella.
Los 15 años de gestión que por la unidad y la integración latinoamericana, asumida e impulsada por un heredero de Simón Bolívar, como es Hugo Chávez, Comandante Supremo de la Revolución bolivariana, sin duda dieron resultados maravillosos que se expresan en la derrota del Alca, la creación de espacios como el Alba; el impulso de Unasur, la CELAC; el apoyo logrado de las potencias emergentes (BRICS) y en la presencia activa e influyente de nuestros pueblos ante los mecanismos que tradicionalmente han servido al imperio y sus intereses, como la OEA y la ONU.
Este revés para las transnacionales capitalistas no les podía ser indiferente. Pensarlo no sólo es de ingenuos sino de irresponsables. Entonces los planes para derrotar esa sólida propuesta eran urgentes y no escatimarían esfuerzos para llevarlos a cabo. Así no sólo iniciaron golpes de estado contra los presidentes que estaban alineados para conquistar la unidad, en beneficio de un bloque solidario y soberano, sino que además, planificaron la muerte (NO NOS QUEDA DUDA) de quien llevaba sin duda la batuta de este proceso de integración. Así lograron asesinar a Hugo Chávez. Pero antes, el Comandante nos advirtió de la arremetida que emprendería el capitalismo en contra del pueblo en su ausencia.
En su discurso de unidad del 8 de diciembre, Chávez no sólo delegó en Nicolás Maduro junto con el pueblo el destino del proceso revolucionario, sino que llamó a no ceder ante las presiones que inciarían sobre el gobierno. Nos habló Chávez del impulso que tendría la derecha, la burguesia, las y los traidores a la Patria y los enemigos internacionales. Y para evitar que tal avance nos afectara, pidió la cohesión de los y las revolucionarias, pero sin vacilaciones.
Sí somos responsables
No basta con cuestionar la gestión y administración del gobierno, que se supone debemos cuidar todos y todas quienes asumimos ser Chávez. No es etico ni honesto, verter en unos pocos -estemos o no de acuerdo con los métodos que han implementado para manejar los procesos dentro de la Revolución- toda la responsabilidad, como si fuesemos eunucos mentales y políticos, como si hubiésemos estado ausentes de las batallas que se dieron en este tiempo, como si fuésemos pilato multiplicado.
Cuando Chávez nos llamó a acompañar a Nicolás, no nos pidió que asumieramos la crítica solamente. Chávez demandó de nosotros ser protagonistas. Nos pidió que aplicaramos lo que en 15 años se supone aprendimos de él. No nos dijo que nos echaramos a morir con él, mucho menos que traicionaramos, porque con la omisión y con la indiferencia también se traiciona. No debemos permitir que el juego de unos al poder y el de otros a la inquisición, atenten contra el proyecto.
La responsabilidad de lo que ocurre y puede ocurrir es colectiva. O es que el discurso del colectivismo, del poder del pueblo, de la participación y el protaonismo es sólo discurso? Todos y todas somos responsables, desde quienes han podido impulsar los procesos para que el pueblo asuma el poder, quienes lo han impedido, quienes han abandonado espacios para la batalla, hasta aquellos y aquellas que han dejado que otros decidan si ello se posterga o no.
Chávez sabía además que lo que ocurriera en Venezuela tendría repercusiones en el continente. Por ello nuestra responsabilidad es mayor de lo que parece entendemos. Aquí en Venezuela se juega sin temor a equivocarnos el destino de un proceso regional y más allá, de un proceso mundial.
El que haya una derrota en Venezuela para la Revolución afecta los procesos en el continente. Y no porque tengamos la propiead de unas envidiables y codiciadas reservas de petróleo. Sino por el mensaje de liberación que Chávez difundió por el mundo. Luego de su muerte física, a pesar de todo el esfuerzo emprendido desde la diplomacia venezolana con Nicolás Maduro a la cabeza, la derecha no ha perdido suficiente fuerza, pues para ello tiene el poder económico. Lo han demostrado en Venezuela donde se aplica un golpe en ese sentido.
La conspiración contra la presidenta Dilma Roussef de Brasil, promovidas desde sectores de la derecha de su país, con el fin de destituirla, es una muestra de la conspiración internacional contra la unidad regional; Igualmente, los planes para que el proceso argentino tenga un reves. Y aunque no es una sorpresa como se desenvuelve la política en Colombia y Centroamérica, sabemos que sin paz y justicia social, en las naciones que conforman esos territorios, no habrá revolución continental. Chávez lo dijo muchas veces. Incluso lo que ocurra en el país afectará a naciones como Palestina, cuya gestión por ser reconocida ha sido acompañada activamente desde Venezuela. No en vano, todos los pueblos del mundo que luchan por su emancipación han calificado a la Revolución bolivariana como una esperanza para la humanidad. Porque Venezuela no ha temido alzar su voz por los pueblos oprimidos y masacrados por el imperio y sus aliados.
El 6 de diciembre no nos jugamos la Asamblea Nacional, nos jugamos a Rosalinda, nos jugamos la vida. Perderla es la posibilidad de que la derecha malinche de este país impulse con mayor fuerza todo lo indispensable para que el golpe de estado, que han fraguado y aplicado de manera suave en contra del pueblo de Chávez se concrete, y así iniciar el despojo de las conquistas sociales que sólo se pudieron y pueden alcanzar en Revolución.
Vendrán tiempos difíciles, más de los que vivimos actualmente, pero para sobrevivir a ellos debemos revivir el espíritu del 13-A, recuperar la conciencia amorosa y revolucionaria que expresamos durante el paro sabotaje petrolero; entender que no debemos pedirle permiso a nadie para apropiarnos de un proceso que es nuestro, que nos lo dimos todos y todas, no unos pocos, y que si se pierde es porque lo permitimos nosotros y nosotras mismas.
La venganza de la derecha
Aunque para algunos analistas, se trata de una estrategia comunicacional, el miedo fundado sobre si llegara a ganar la derecha en Venezuela y se instalara como pretende en todo el continente, es legitimo y está basado en antecedentes que no se pueden borrar facilmente.
Solo mencionemos unos pocos de los muchos episodios trágicos que han provocado en nuestro continente como el caso chileno. Allí los planes para derrocar al presidente Salvador Allende se fraguaron antes de que ganara las elecciones. Estados Unidos no podía permitir que se concretaran las promesas de soberanía y socialismo en Chile. Luego de derrocarlo, el neoliberalismo tuvo en esa nación un gran laboratorio para probar todas sus fórmulas. Los años de dictadura de Pinochet, cobraron la vida de miles y la voluntad de millones.
Las masacres en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Panamá, Honduras, destruyeron esos países y los sumieron por años en la muerte y la miseria; la constante represión del pueblo colombiano por no ha podido ser invisibililzada al punto que un proceso de paz negociado en Cuba ha tenido que ser aprobado por el gobierno de Obama, sinceramente o no, reconociendo por fin que en ese país hay una guerra; otorgandole la beligerancia que pedía Chávez se le diera a ese conflico. Y para terminar este pequeño recuento que nos recuerda de lo que es capaz la derecha, el sacudón que se dio en Venezuela a raiz de las medidas económicas que favorecían los planes del Fondo Monetario Internacional (al cual quiere acudir nuevamente la derecha criolla venezolana) y que cobró la vida de miles.
Unidad en lugar de traición
La traición a Bolívar fue rota por Chávez, y la traición a Chávez debe ser evitada por nosotros y nosotras. Asumamos la unidad de una vez por todas sin que ello nos impida en paralelo limpiar la Revolución del veneno que pudiera estar dañandola; liberarla de los alacranes que la quieren matar con esa sustancia letal; defenderla de aquellos que han usurpado espacios para saciar su ego y codicia.
Debemos en unidad, exigir y velar porque todos los espacios se conviertan en trincheras que acompañen la lucha del pueblo. Que las voces se escuchen, que se hable Chávez y revolución. Medios, ministerios, poderes, comunidades, etc.
No nos es permitido verla caer; no es de revolucionarios y revolucionarias esperar que sea derrotada para regodearnos en nuestro ego y decir: Tenía razón...yo lo sabia, yo lo dije! eso es también traicionar. No podemos darle la espalda a Nicolás Maduro, a quien elegimos y a quien juramos acompañar en las circunstancias que fueran.
Aunque nos parezca llover sobre mojado, debemos vernos en el espejo de Chile. La unidad no es una opción, es la única salida.
Hoy nos llama la Patria, hoy es el momento para demostrar para qué hemos sido hechos, de qué material somos. Hoy la vida se nos va en esta batalla y no nos hace bien el espíritu suicida. Tenemos que vivir y el copromiso es con la vida, tenemos que seguir amando y el espacio es el amor.
Escuchemos nuevamente a Chávez y dejemos sin soberbia que nos mueva el alma: "No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para, bueno, mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo, para acabar con la Patria. No, no podrán, ante esta circunstancia de nuevas dificultades -del tamaño que fueren- la respuesta de todos y de todas los patriotas, los revolucionarios, los que sentimos a la Patria hasta en las vísceras como diría Augusto Mijares, es unidad, lucha, batalla y victoria".