Un nuevo escenario surgió a partir del 23 de enero. En un mes, la geopolítica mundial giró significativamente respecto de Venezuela, no es para menos, las potencias mundiales asumen posiciones y se reacomodan las relaciones internacionales para encontrar una solución. La salida política, indudablemente debe prevalecer para bajar las tensiones fronterizas y las fricciones diplomáticas.
El grupo de Lima y la Unión Europea se deslindan de la posibilidad de una intervención militar, al contrario de los Estados Unidos, quien mantiene varias opciones, incluida la intervención armada. La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, realizado el martes 26 de febrero, descartó la violencia, aun cuando Alemania por ejemplo, denuncia al gobierno venezolano como violador de los derechos humanos.
¿Dónde quedaron las amenazas del Presidente Trump, Pence y Bolton?
Las amenazas del gobierno norteamericano parecen haber sucumbido ante la sostenida posición internacional favorable a la negativa de una guerra en Latinoamérica. Parece que las naciones suramericanas tienen definido el camino al desarrollo y una confrontación obligaría a comenzar de cero los proyectos económicos. Buscan la continuidad de los planes en cada uno de sus territorios, sin tener que superar los obstáculos ocasionados por una eventual confrontación bélica, que solo traería más atraso y destrucción.
¿Qué pasará en Venezuela ahora?
Predecir en política es muy arriesgado. Fíjense que el panorama se visualizaba favorable a la defenestración del gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, a pesar de que Guaidó no se ha rendido, y mantiene el respaldo de una considerable cantidad de venezolanos esperanzados en un mejor destino, la fracasada operación para ingresar la ayuda humanitaria al país, ha minado de frustración a muchas personas que apostaron por la caída del chavismo.
Lo cierto es que no hubo cambios. En el país se mantiene la hiperinflación, la drástica disminución del poder adquisitivo, la falta de acceso a las proteínas, la escasez de dinero efectivo, la inseguridad, los pésimos servicios públicos, la crisis hospitalaria y falta de medicamentos, la migración de miles de ciudadanos a otros países, y fundamentalmente, el gobierno de Maduro sigue instalado en Miraflores.
Es el momento de exigir elecciones generales en Venezuela, la movilización popular debe consolidar el llamado a un proceso electoral, todas las acciones deben girar en torno a ese objetivo: elecciones totales generales, se debe presionar desde ese ángulo para conducir a una negociación y sean convocadas por un nuevo CNE que haga valer la Constitución y respete los lapsos establecidos. Lograr que la Asamblea Nacional tenga la potestad de elegir a los miembros de un poder electoral imparcial, significa también ir ordenando el funcionamiento de la nación venezolana. Retomar las vías de la división de los poderes como característica de la sociedad democrática, sería un gran paso.
Es el momento estelar de exigir el restablecimiento de la institucionalidad. Este momento histórico que vive Venezuela, la salida a la conflictividad es la negociación.