El hombre puede encontrar significado en la vida,
corta y peligrosa como es, solamente
a través de su dedicación a la sociedad.
Albert Einstein
La pasmosa impasibilidad mostrada por la mayoría del pueblo venezolano, ante lo que viene ocurriendo desde abril del año 2013, requiere al menos una cierta reflexión acerca de nuestra historia reciente.
Dos elementos de carácter general impregnan la delicada situación, por un lado, el llamado colapso rentístico, y por el otro, la ingobernabilidad existente, esta segunda tiene que ver con la presencia, notoria por demás, de un desgobierno impostor, que ha dilapidado en menos de un lustro una sensible y sentida experiencia liderizada hasta su inmolación por parte del Comandante Hugo Chávez, desde su triunfo electoral en diciembre de 1998 hasta el año 2012, que contó entre otras cosas con una amplia distribución de del ingreso y la riqueza proveniente de los hidrocarburos, al tratar de cancelar una deuda social proveniente quizás desde 1830.
Sentimiento convertido en incubo social al derrochar un capital político a manos de una camarilla que pretende eternizarse en el poder, cueste lo que le cueste al pueblo en su cotidiana sobrevivencia.
Dicha camarilla, sostenida por una casta pretoriana actúa con un cinismo que rompe cualquier límite de lo intolerable, como acaba de suceder con el colapso por más de 24 horas del sistema eléctrico nacional, que ya venía dando muestras de sus dificultades estructurales desde un tiempo atrás.
El desgobierno actúa viendo hacia los lados del horizonte, como si el pueblo estuviese condenado a esta clase de fenómenos, la ausencia de un servicio eléctrico nacional por un día completo, en fallas que ahora ya no dejan incólume a la zona central del país, cuando previamente en el interior, en muchas de sus zonas venían padeciendo del problema donde la frecuencia de las mismas y su duración se había hecho simplemente inaceptable.
A esto acompaña la situación de la principal fuente de ingreso del país, en términos de sus divisas, que claramente colapsó en nivel de producción cercana o por debajo del millón de barriles diarios, dejando las reservas internacionales sin la posibilidad de hacerle frente a los compromisos más urgentes y necesarios de la salud y la alimentación, llegando hasta el extremo de quien corra el riesgo de contraer una enfermedad, puede estar cercano a su desaparición física, para no mencionar la escasez y la especulación en los alimentos, dejando a la mayoría de quienes dependen de un ingreso salarial en condiciones precarias.
Mediocre asfixiante oscuridad en la forma de comportarse del desgobierno ante las calamidades del pueblo venezolano, que si tuviese el menor atisbo de dignidad ya hace tiempo que hubiese presentado su renuncia en pleno, andándose con su música a otra parte, a disfrutar seguramente de los beneficios que le ha reportado, al menos a la camarilla en el poder, y largarse a cualquiera de los paraísos fiscales que pululan la actual sociedad capitalista.
Pero no, su obstinada actuación parece que buscase llegar a los límites de una guerra civil, de una explosión social incontrolada, o la venida de una especie de Pinochet a la venezolana, para culminar la comedia que vivimos en una incalculable tragedia, esto es, lo que busca de manera paciente y calculada, el títere de la Casa Blanca, y el gobierno norteamericano con sus acólitos en el resto del mundo, amenazando de manera continua para regresar a constituir a Venezuela en su anhelado ¨patio trasero¨.
No ha bastado la subasta de los recursos naturales en la Faja petrolífera del Orinoco, ni el Arco Minero al sur del majestuoso rio, para servirle de entreguista a las empresas transnacionales de este lado del Océano y del más allá, no, su sumisión del futuro para los próximos años, no ha sido suficiente para calmar los intereses de tirios y troyanos, que en el desgobierno continúan usufructuando la mermada renta, que servirá al parecer hasta llegar a ¨raspar la olla¨ y luego el sálvese quien pueda, en una suerte de ¨apres moi le deluge¨…
La pregunta que conmueve el alma y sentimiento del trabajador venezolano es hasta cuando tanta impunidad!
Lo que conduce a la necesidad de una propuesta que surja de la base del pueblo venezolano, que busque superar el laberinto en que nos encontramos, que no se construye con la intervención de extraños, si no haciendo uso del patrimonio histórico del país, de su Fuerza Armada, del surgimiento de un liderazgo político colectivo que surja desde la base y sea capaz por un lado, de librarse de la comedia de un desgobierno, y por el otro, que cierre las puertas a un títere del nuevo inquilino de la Casa Blanca, como forma de superación de esta especie de maldita y mediocre asfixiante oscuridad…