Diríase que desde hace mucho tiempo se sabe que de cómo trabaja el pueblo depende su nivel de vida. Pero también existe una relación devuelta: del nivel de vida depende el trabajo. Entretanto, durante un tiempo prolongado, entre predominaba la idea de que era necesario emplear las fuerzas y los medios principales en el desarrollo de la producción, dejando para más adelante la solución de los problemas sociales. Como resultado, las pérdidas eran dobles: quedaban perjudicados los intereses del pueblo y la producción misma.
Una antigua alegoría dice que en el mundo hay tres valores principales: el pan diario, que da fuerza y salud; la sabiduría contenida en los libros y que garantiza la unión entre los tiempos; la mujer, que impide se rompan los hilos de la vida. Las mejores mentes de todos los tiempos destacaron el papel pacificador que desempeña la mujer, su capacidad para enfriar las acaloradas cabezas y ennoblecer los corazones obstinados. Por ello no es sorprendente que la paz tenga hoy a las mujeres como su más desinteresado y abnegado defensor, que por su naturaleza han sido destinadas para conservar y perpetuar el género humano. Las enérgicas y apasionadas iniciativas y manifestaciones antibélicas que realizan las organizaciones y movimientos femeninos son un rasgo propio de la vida sociopolítica.
La Revolución Bolivariana y chavista abrió el camino hacia una civilización sin explotación, sin hambrientos ni menesterosos, libre de desempleo y de analfabetismo. Por primera vez el pueblo trabajador tuvo la posibilidad de construir su propia sociedad. Por primera vez todas las etnias obtuvieron derechos iguales y crearon una sociedad multinacional sin precedentes en la historia de Nuestra América. Por primera vez se formó un Estado interesado en el desarrollo intelectual de cada ciudadano suyo y en su consciente actividad política. Ningún Estado y ninguna legislación democrática anterior al año 1999, había hecho ni la mitad por la mujer como el gobierno chavista lo hizo en los primeros años de su existencia.
El objetivo consiste en imprimir nuevas cualidades al régimen socialista, en desarrollar el humanitarismo y el respeto a la dignidad del pueblo que implícitos lleva este régimen, y elevar más aún el prestigio de ciudadano de la Patria Bolívar socialista. Hacemos esto mediante una amplia democratización. Apertura y transparencia informativa, justicia y confianza en el pueblo, respeto a su opinión y apoyo en ella, intransigencia ante las infracciones de la ley y normas morales, denuncia pública de la deshonestidad, el engaño, la vileza y el parasitismo: todo esto ha cambiado ya mucho toda la vida social a pesar de que ha transcurrido muy poco tiempo aún.
Parece estar claro que la igualdad no significa igualitarismo. Pero, en la práctica, la situación a menudo era distinta. La tendencia al igualitarismo se abría paso firmemente, generando ánimos parasitarios, ejerciendo un efecto negativo en la cantidad y la calidad del trabajo y anulando los estímulos para elevar su productividad. El imperativo de la época consiste en crear un buen sistema de estímulos que incite a los trabajadores a desplegar más plenamente sus dotes, a trabajar fructíferamente, a utilizar con eficacia los recursos de la producción.
En este terreno, todo reviste suma importancia: la organización del trabajo, las formas del estímulo, el sistema de ocupación, la situación en el mercado de consumo, el estado de los servicios sociales y culturales. Además, todo ello debe enfocarse partiendo de la necesidad de activar el factor humano.
—La nueva mentalidad surgió a costa de grandes esfuerzos: Nació no sólo ante la necesidad de resolver debidamente nuestros problemas internos y con criterios. La nueva mentalidad se conformó en la búsqueda de la respuesta al desafío planteado por el tiempo a todo el pueblo. Es un desafío temible y sin precedentes en la Historia.
¡La Lucha sigue!