¿Se puede hablar de transformaciones revolucionarias en el país que realizó la más radical de las revoluciones sociales que se ha conocido en la Historia, en un país donde se ha construido el socialismo? Creo que sí, es oportuno, puesto que, justamente, refleja la esencia de lo que acontece.
La Revolución de Octubre supuso un profundísimo viraje político y en las relaciones sociales. Quitó el poder a unas clases —la burguesía, los terratenientes— para dar las riendas del gobierno a otras clases: el proletariado y el campesino pobre. Quitó los medios de producción a los particulares y los puso en manos del pueblo. La nueva base sociopolítica del pueblo, nacida de las transformaciones radicales, ha sido, y sigue siendo, el sólido fundamento del desarrollo del socialismo.
Pero, enmarcado en este proceso, puede surgir, y surge en la práctica, la necesidad de renovar periódicamente las formas de relaciones sociales, o sea, conforme a la famosa ley descubierta por C. Marx y F. Engels, que consiste en adecuar estas relaciones al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. En el socialismo, esta tarea debe ir cumpliéndose constantemente, perfeccionando diversos aspectos de las relaciones sociales. Pero si las transformaciones imperiosas tardan en llevarse a cabo, los problemas pendientes se acumulan, y hay que recurrir a medidas más drásticas y actuar por métodos revolucionarios.
Lenin decía que en nuestro sistema tendremos aun muchas cosas que hacer y hasta rehacer. Ésta es la tarea que nos planteamos ahora. Cumplirla no significa más que aprovechar a fondo el potencial creativo del socialismo y fortalecer nuestro régimen social. Es sumamente importante que el Partido Comunistas actué como promotor del actual proceso revolucionario, en el que participa todo el pueblo, todas las clases y sectores de la sociedad.
El socialismo no pudo mostrar todas sus posibilidades, ni la riqueza de su contenido, no sólo por motivos subjetivos, sino también debido a una situación histórica. Demasiado complejas, cuando no crueles, fueron las condiciones objetivas, por primera vez en la Historia, la constante presión del imperialismo. Avanzamos paso a paso pa
El objetivo no es otro que vigorizar consecuentemente el poder del pueblo trabajador, ofrecerle plena libertad de crear, ampliar el sistema de garantías de las libertades y derechos políticos y civiles del pueblo. Se sobreentiende que las leyes y las garantías socio-políticas son instrumentos que deben garantizar y proteger estos derechos y libertades. Esto está en plena consonancia con los pactos internacionales de derechos humanos.
La democracia-socialista tiene un valor independiente, pues ella —junto con la formación de lasa premisas materiales— ofrece la posibilidad de crear condiciones para un desarrollo del pueblo, de su protagonismo social y responsabilidad. Al mismo tiempo, promover la democratización cuando se asienta en la propiedad social y en la no explotación, cuando permite poner en juego las fuerzas intelectuales del pueblo con miras a transformarla, para dar al socialismo las formas más avanzadas.
Claro está que la eficacia de la opinión del pueblo depende, en mucho, de si dispone de información fidedigna y de hasta qué punto es competente. Estamos que la sociedad, que con energía y de manera consciente, lucha su moral no tiene que ocultar sus enfermedades, pues eso no haría más que dificultar su curación.
En virtud de todo ello, la democratización-socialista es, en todos los ámbitos, el principal instrumento y garante de la renovación.
"El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por peores hombres"
Platón.
¡La Lucha sigue!