"Amo el progreso como el que más, me enamora el fomento de los intereses materiales y de la riqueza pública, pero, por otra parte, creo que hay mucho de anómalo y violento en el actual estado de cosas. No nos entusiasman la demasía, sino la repartición más equitativa posible; no el letargo, sino el crecimiento orgánico".
Marx ha hablado del socialismo como superación: El capital está centrado en mostrar que, lejos de existe una mano invisible que guíe la producción y distribución en beneficio de la mayoría, lo que hay en el modo de producción capitalista es una producción social de mercancías y, frente a esta producción social, una apropiación individual de beneficios. Pero no es esto lo más importante que Marx pone de manifiesto; lo más importante es que la producción no se dirige a la satisfacción de necesidades, sino a la extracción de plusvalía, con lo cual nuestra que el modo de producción capitalista, lejos de marchar hacia una armonización de intereses, sostiene y reproduce el enfrentamiento entre las clases antagónicas.
Marx sostiene simplemente que las contradicciones son inherentes al capitalismo y que el modo de terminar con ellas consiste en su disolución, o lo que es lo mismo, en que la producción deje de ser irracional. En Marx hay un análisis de las categorías económicas donde se muestra que la economía liberal, como teoría, peca de ideología y, como práctica, se basa en la explotación y la perpetua.
Para Marx se trata, más bien, de que hay una clase que posee los medios de producción, lo cual le permite ejercer una hegemonía en todos los niveles (político, jurídico, etc.), y hay otra clase, la vendedora de fuerza de trabajo, que está sometida a la anterior. Para Marx, es también el sistema lo que hay que transformar, pero el sistema no es nada ajeno a sus componentes, es decir, a las clases que lo integran. No se trata de que ambos sean víctimas de una fatalidad extraña, sino de que hay una clase que hace valer su prepotencia para conservar las cosas como están y otra que es revolucionaria en la medida en que quiere transformar la explotación en una comunidad de trabajo.
Ahora bien, a la luz del análisis del valor realizado por Marx, tal consideración del hombre no es ninguna extrapolación dentro del capitalismo, sino que constituye su primer supuesto. El capitalismo se basa en la compraventa de fuerza de trabajo, siendo ésta, la fuerza de trabajo, la mercancía fundamental. No se trata, pues, de un olvido el que se deje a un lado el valor absoluto del hombre. El olvido estaría, más bien en no considerar que en la sobreestructura jurídica creada por el modo de producción capitalista, el papel relevante no lo desempeña el valor absoluto del hombre, sino precisamente la fuerza de trabajo.
La presentación del problema da una muestra de su humanidad y, desde un punto de vista marxista, una prueba indirecta de la necesidad de un análisis riguroso de las categorías económicas, si no se quiere caer en un error. Ese error es la creencia de que son las ideas las que rigen el mundo, y no al revés. Aquí tendemos a incurrir en esa misma falta, al tratar de la dignidad del hombre como de una cuestión dependiente sólo de la conciencia de los individuos.
—"En la antigua Roma la extracción de brazos para la guerra fue causa de grades crisis y de enormes fluctuaciones en el precio de los alimentos, de que se aprovechaban los ricos. No es muy diferente lo que sucede en los estados imperialistas".
¡La Lucha sigue!