Desde que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nos habla del socialismo del siglo XXI, ha conseguido captar el interés de muchos sectores del país, que están tomando parte activa en las discusiones sobre el mismo, y sobre todo, ha sumado en sus filas nuevos hombres que, con sus incesantes trabajos de promoción harán en breve un núcleo poderoso, que baste por si solo a socavar y a derribar el capitalismo. Sus discursos y comentarios son discutidos en todo el ámbito nacional; incluida la “operación”, y también a su intrusión en los asuntos económicos tanto nacionales como internacionales.
(Socialistas colectivistas; libertarios, socialistas cristianos, evangélicos, católicos, etc. Cuantos mas, mejor. Los que de un modo no lo entiendan, lo entenderán de otro; el sentimiento es común, es común el fin créanlo o no éstos o aquellos).
Soy socialista convencido pero, cuando el país oprimido callaba; cuando algunos hablaban con voz temblorosa, de la armonía de clases, el Sr. Presidente se dirigió al país e hizo el pronunciamiento contra los opresores, y nos habla de la democracia participativa y protagónica, del sentido de las leyes habilitantes; el rescate de PDVSA, ahora es del pueblo; del sentido de las misiones; de la recuperación de las industrias paralizadas y entregársela a los trabajadores. Y la lucha contra la conmovedora miseria; el interés por sacar a Venezuela de la pobreza que la oprime y que el pueblo debe participar en la definición de la política económica, donde él sea el centro de la producción y la distribución; donde el pueblo participe en la elaboración de una política comunicacional, con sus propios medios de información. El Estado, debe facilitarle al pueblo organizado a través de Cooperativas, todos los medios tanto económicos, como técnicos, para que estas políticas se lleven a cabo. Por ello, lo primero que hay que lograr es la socialización de la tierra.
El Presidente Hugo Chávez Frias, conmovido ante los abusos que oprimen a los desposeídos por parte de los poderosos exclama: “¡Pobres campesinos! ¡Pobres trabajadores! ¡Pobre naturaleza! ¡Oh, mi paciente país!”.
Es el síntoma más claro de que el Presidente no lleva máscara y por ello va de freten contra las fricciones sociales.
La superioridad moral del Sr. Presidente ante los oposicionistas motiva la fe y simpatía del pueblo, que le brindan su apoyo para que lleve a cabo las reformas que él crea necesarias para encauzar La Patria, hacia un futuro más próspero.
Los inconvenientes que supone para los trabajadores de la ciudad y el campo en la etapa actual, son el precio que hay que pagar para un logro posterior. Y dentro de esta misma perspectiva se inscribe la tesis de que el socialismo redimirá al pobre de su pobreza y al explotador de su tiranía.
No hay palabra más ambigua que esa de propiedad, y que se preste a mas abusos. Cuando dicen los que desconocen el socialismo que en este régimen nadie tendrá propiedad privada, se les podría contestar que la tendrá todo el mundo por derecho. La propiedad que se pueda y debe apetecer humana y racionalmente es la de disponer cada cual de los medios de producción que necesite para su trabajo sin que dependa para ello de la voluntad de un acaparador que lo explote, y la de disponer de los productos de su trabajo.
El régimen capitalista nos lleva al socialismo, lo reconocen casi todos los economistas de alguna profundidad de mente. Contra esta marcha natural de las cosas lucha desesperadamente la burguesía, y la principal misión del socialismo es luchar contra los que ponen trabas al progreso. El socialismo no viene solo; la labor de los hombres es facilitarle el camino en provecho de todos.
Esta visión, que presenta al vendedor de fuerza de trabajo y al extractor de riqueza, es la expresión del gobierno de los hombres como opuesto al gobierno de las cosas.
Pues bien, decir que el socialismo tiende al gobierno de los hombres indica precisamente el reconocimiento de que las leyes que rijan la economía, no pueden ser leyes que se desarrollen al margen de la voluntad del hombre. El pueblo debe participar en la elaboración de tales leyes.
Este hecho lo pone de manifiesto Marx tanto al hablar de fetichismo de las mercancías como al mostrar la irracionalidad de la economía capitalista en general.
Todo el análisis de El Capital está centrado en mostrar que, lejos de existir una mano invisible que guíe la producción y distribución en beneficio de las mayorías, lo que hay en el modo de producción capitalista es una producción de mercancías y, frente a esta una apropiación individual de beneficios. Pero no es esto lo mas importante que pone de manifiesto; lo más importante es que la producción no se dirige a la satisfacción de necesidades, sino a la extracción de riqueza, con lo cual muestra que el modo de producción Capitalista, lejos de marchar hacia una armonización de intereses, sostiene y reproduce el enfrentamiento entre las clases antagónicas.
Hoy se esta demostrando, que el socialismo tiende por sí, por la fuerza misma de las cosas, a hacer colectiva y social la propiedad y los medios de producción.
Vale la pena señalar las ambigüedades de una interpretación que tenían una buena parte de los teóricos de la II INTERNACIONAL, hemos visto que entendían el socialismo como basado en la teoría económica, y no en la teoría de los hombres.
La organización socialista tiende a reducir las diferencias económico-sociales entre los individuos a las diferencias NATURALES en la capacidad de éstos para el trabajo, y a la vez a ir disminuyendo con el tiempo, gracias a la educación y a la justicia, tales diferencias naturales, haciendo que sean cualitativas y no cuantitativas.
La fuerza del socialismo está en que nace de fe, de verdadera y honda fe, y que esta fe se corrobora y asienta en razón y ciencia. Lo que después de todo pregona el socialismo es la gracia humana, el que todos sean para todos y para cada uno.
Procure cada cual ayudar a sus prójimos y salvarlos, y se salvarán todos.
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