En la lucha contra la burguesía liberal que nos gobernó durante los 168 años de la IV República, la poesía y el humor ocuparon un sitial importantísimo, todo ciclo histórico tiene sus juglares y bardos, el verso, la palabra escrita hicieron temblar a mas de uno de los hacedores de injusticias en nuestro país, dentro del género de la poesía de este lapso histórico resaltaron numerosos poetas, desde los románticos como Pérez Bonalde hasta los costumbristas como Lazo Martí, pero también los hubo que unieron su poesía a los sueños de libertad de su pueblo, sueños por un mundo mejor con justicia y dignidad, dentro de este grupo, muy pequeño pero importante, históricamente negado por los escribientes de la IV República, que se negaron a darlos a conocer, y que solo publicitó a aquellos que independientemente de su calidad como poetas eran representantes de los regímenes de turno y que a pesar de la estirpe popular de sus odas su vida estaba al servicio de proyectos políticos que nos hundieron en mas desigualdad y apartheid.
Pero también los hubo los que pagaron con su vida su pasión por la vida, los que pagaron con su vida el amor por la patria y murieron para que la patria viviera.
José Pío Tamayo Rodríguez, Pío Tamayo nació en El Tocuyo un 4 de abril de 1898, su vida la dedicó a la poesía y a la lucha revolucionaria, no solo en Venezuela, sino en toda Centroamérica y el Caribe. Pío Tamayo fue un soñador y un emprendedor, adolescente fundó en Barquisimeto una imprenta, una sala de cine y un botiquín El Júpiter que se convirtió en sito de reunión de intelectuales, fundó una línea de transporte la primera entre El Tocuyo y Barquisimeto, trató de explotar aceite de tártago e indujo a los campesinos de la región a formar cooperativas, todo esto lo intentó siendo un adolescente. Cuando en el país se presentó la gripe española que hizo estragos en El Tocuyo, Pío Tamayo creó un especie de cruz roja, donde atendía a los enfermos y los dotaba de medicina. En 1925, llega a Costa Rica expulsado de Panamá donde había participado en al huelga de los inquilinos, en Costa Rica dirigió el semanario Avispas, Siluetas, el mundo , ya en esa fecha Pío Tamayo plantea la necesidad de un proceso revolucionario en nuestro país pero dirigido por el proletariado. Entre los secuestrados por la dictadura gomecistas en febrero de 1928 después de los actos de la semana del estudiante figura Pío Tamayo, no era estudiante pero estuvo ligado al movimiento protestatario, Pío Tamayo fue trasladado detenido al Castillo Libertador de Puerto Cabello de donde moriría un 5 de octubre de 1935.
Pío Tamayo en sus últimos momentos escribió a su hermano José Antonio el 28 de septiembre de 1935, su última epístola
“.. no tengo nada de que arrepentirme. Seguía los mandatos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar a la imperfección humana, pero nunca a la intención. Muero sereno y conforme con mi conciencia. Por qué te escribo hoy? Por que quiero decirte que me voy amándote como el hermano bueno, amándoles con toda la fuerza de mi corazón afectivo. ¿Qué te he de recomendar. Cultivar en el predio rico de tu espíritu las cualidades nobles que te distinguen; húyele a las satisfacciones mezquinas de los egoístas. Esta carta debe llegarte minutos inmediatos a mi muerte. No olvides que he sido sencillo y simple de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, no deseo ninguna ceremonia religiosa, condúceme a una casa amiga en aquel pueblo donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Te dejo a mamá ¡Qué gran tesoro hermano! Quiérela ahora por ti y por mí.