El que gobierna tiene el valor para ofender y defenderse en cualquier acontecimiento

—Lenin: "El aparato debe servir a la política…, no la política al aparato."

"Consiste la perfección de las cosas en que cada uno de nosotros sea un mundo perfecto, para que por esta manera, estando todos en mí, y yo en todos ellos y todos y cada uno dellos el ser mío, se abrace y eslabone toda aquesta máquina del Universo, y se reduzca a unidad la muchedumbre de sus diferencias, y quedando no mezcladas se mezclen, y permaneciendo muchas no lo sean; y para que extendiéndose y como desplegándose delante los ojos la variedad y diversidad, venza y reine y ponga su silla la unidad sobre todo."

No debe el pueblo verdaderamente libre malgastar sus energías en acomodarse así al espíritu ambiente. Lo propio del animal es acomodarse pasivamente al medio; lo propio del pueblo, adaptar el medio a sí, hacerse el mundo, maneras la más noble de hacerse al mundo. Recíbanos el ambiente si quiere, y sí no lo quiere, es que ni somos nosotros dignos de él, ni él lo es nosotros. La suerte, no muestra libre voluntad, nos ha hecho nacer en tal o cual pueblo. El pueblo que dobla la cerviz a la suerte sin luchar con ella, no es verdadero hombre, no es de los que aspiran al sobrehombre.

Y ese sentimiento lo tienen los pueblos enteros. Y ese sentimiento, más que brotar de ideas, las determina, aun cuando luego, claro está, estas ideas reaccionan sobre él, corroborándolo. Unas veces puede provenir de una enfermedad adventicia, de una dispepsia, verbigracia; pero otras veces es constitucional. Aparte de no haber una noción normativa de la salud, nadie ha probado que el hombre tenga que ser naturalmente. Es más, el hombre, por ser hombre, por tener conciencia, es ya, respecto al burro, un animal enfermo. La conciencia es una enfermedad.

Ni cabe aquí tampoco ese expediente repugnante y grosero que han inventado los políticos más o menos parlamentarios y a que llaman una fórmula de concordia, de que no resulten ni vencedores ni vencidos. No hay aquí lugar para el pasteleo. Tal vez una razón degenerada y cobarde llegase a proponer tal fórmula de arreglo, porque en rigor la razón vive y quiere vivir siempre, no acepta fórmulas. Su única fórmula es: o todo o nada. El sentimiento no transige con términos medios.

Es la duda, sí, pero es mucho más que la duda. La duda es con frecuencia una cosa muy fría, muy poco vitalizadora, y, sobre todo, una cosa algo artificiosa, especialmente desde que Descartes la rebajó al papel de método. El conflicto entre la razón y la vida es algo más que una duda. Porque la duda con facilidad se reduce a ser un elemento cómico.

De lo que hay que huir es de la insinceridad y de la mentira. Si sientes que algo te escarabajea dentro pidiéndote libertad, abre el chorro y déjalo correr tal y como brote. Que hagan de filtro los que te escuchan o te lean. Y si alguien te lo atribuyere a pose, o creyere que no eres dueño de ti mismo, ten piedad de él, porque tiene ojos y no ve.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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