—"Al abordar transformaciones sociales, es necesario, como lo enseña Lenin, saber bien ‘la esencia del cambio y sus consecuencias’. Las críticas al pasado constituyen un importante momento del desarrollo y permiten extraer enseñanzas y hacer deducciones para el presente y el mañana; ayudan a desarrollar una labor constructiva con miras a elegir acertadamente los medios y vías del avance. Elaboramos la estrategia de la aceleración, fundamentándola científicamente, conscientes de que la prisa y la espontaneidad en la formación de concepciones del porvenir son no menos peligrosas que la inercia y las tergiversaciones dogmáticas".
En el país se debe crear un nuevo ambiente moral. Debemos reexaminan con espíritu creativo los valores, se discuten las vías para transformar la economía, la esfera social y la espiritual, debemos buscar nuevos métodos de trabajo ideológico y organizativo. La información objetiva, la sinceridad en la valoración de fenómenos y acontecimientos, la intransigencia frente a los defectos, el deseo de mejorar la situación constituyen principios vigentes de la vida.
El proceso de democratización de la sociedad viene a plantear un nuevo aspecto el problema del control sobre la actividad de los órganos administrativos, y sus cuadros directivos. En lo que respecta al control "desde arriba", últimamente en este terreno, se deben hacer grandes cambios. Esto se debe a las viejas tradiciones, persistentes todavía en muchos dirigentes, se debe a la actitud irresponsable hacia las obligaciones. No todos los dirigentes se atienen al principio de la unidad entre lo dicho y lo hecho. Hay quienes hablan más que trabajan.
El control "desde arriba", no es menos importante, y es cuestión de principio en el proceso de democratización del pueblo, hacer más eficaz el control "desde abajo", para que todo dirigente no deje de sentir su responsabilidad y su dependencia respecto a los electores, a las colectividades laborales, a las organizaciones sociales, al PUVE, al pueblo en general. Lo fundamental aquí es crear y fortalecer todos los instrumentos y formas de efectivo control, ejercido por el pueblo.
Eso será el cumplimiento de las exigencias del Comandante Chávez, respecto a que la labor de los organismos electivos y de los dirigentes se desarrolle a la vista de todos, a la vista de las masas. Si logramos ese control, podremos estar seguros de que desaparecerán muchos motivos para que el pueblo se queje y se dirija a los organismos; la mayor parte de las cuestiones planteadas en esas quejas serán solventadas in situ. Cuando la democracia sea amplia, la misma del pueblo pondrá orden en su colectivo.
La crítica y la autocrítica son un instrumento probado de la "democracia socialista". Contra esto, parece, no hay objeciones abiertas. Sin embargo, en la vida tropezamos con hechos que evidencian que no todos han tomado conciencia de la necesidad de mantener los ánimos críticos del pueblo. A veces se llega hasta tal punto que las más insignificantes observaciones críticas algunos funcionarios las califican de atentado contra su prestigio, defendiéndolo por todos los medios posibles. Apareció dirigente más experimentada que reconoce la justeza de la crítica, incluso expresa su agradecimiento por la misma, pero no se apresura a eliminar los defectos, suponiendo que todo se le va a perdonar como antes.
¡La Lucha sigue!