Lo primero que debemos aclarar es que en Venezuela no hay revolución alguna, solo existe un discurso que raya en la demagogia, un proceso político que viene de mal en peor y que reduce día a día las posibilidades de bienestar para la mayoría de los habitantes del país. Nada debería justificar tamaños desaciertos en lo político, en lo económico, en lo social pero todos o casi todos quienes apoyan el modelo político que determina nuestra existencia en un país llamado Venezuela, actúan como abogados defensores si esos que aun conociendo los dislates y tropelías de su defendido reciben un beneficio por hacerlo. Cada día los beneficios son menos en el caso venezolano.
Pero no es el primer proceso político y tampoco quera el ultimo que tenga leguleyos, defensores de lo ignominioso y de lo disparatado por decir lo menos de lo que ocurre en Venezuela, por ahí en Carabobo conozco alguno que están ahora en el ataque a los maestros, esos maestros que están en lucha por justas demandas que van desde el contrato colectivo de trabajo, salarios, cese al acoso laboral, cese a los expedientes administrativos a modo.
Los cambios sociales sin equilibrios dentro de ese poder terminan siendo totalitarios y perversos, los jemeres rojos, Nicaragua de los Ortega, los Gulag soviéticos, la represión en Corea del Norte y claro la represión en los años de Pinochet en Chile o en la Argentina de Videla. Lo cierto es que los corifeos de esos experimentos políticos defienden por encima del sentido común, lo que ocurre y ocurrió. Los pinochetistas era su batalla contra el comunismo y en Nicaragua es contra la reacción contrarrevolucionaria, ambos actúan y actuaron igual frente a la disidencia, a las protestas de los trabajadores, a la lucha de los pobladores en ambos hubo y hay crímenes políticos, presos políticos y torturados hasta lo indecible y claro esquiroles.
Valdría la pena abundar en ese tema de los personeros del totalitarismo y por ahí un libro que en mis años de educación media, que leí y donde comencé a ser critico de aquellos que ven los derechos sociales, y a los luchadores sociales como enemigos de sus procesos políticos, en el caso de Venezuela (los hoy propietarios del poder) intentan por todos los medios desconocer su responsabilidad en el desastre social, político, económico y su derrota ética ( desde el "tuerto" Andrade, hasta la enfermera de Chávez o un alcalde como Edgardo Parra "ALCAPARRA" solo fueron pillos)
Pero volviendo a un libro que creo que debería ser un libro de consulta de la izquierda (creo que el madurismo y los maduristas) se niegan a aceptar nueva bibliografía, para acrecentar sus saberes, veamos primero una reseña de un libro de la década del 40 del siglo XX: Las estrategias de las que se valen los fiscales encargados de obtener la confesión consisten en producir el agotamiento por supresión del sueño, un método que genera en el acusado el temor de estar a punto de perder el equilibrio mental y un profundo anhelo de encontrar la oscuridad con los ojos abiertos, de no despertar nunca más. En la soledad de la celda, cuando logra sobreponerse a los efectos de ese método que hace desaparecer toda noción del sentido de la realidad, el viejo miembro del Partido trata de entender dónde reside el error lógico que conduce al proyecto revolucionario a un régimen donde el ideal del Estado socialista es mancillado. https://prodavinci.com/el-cero-y-el-infinito/
Los Gulag soviéticos o las prisiones coreanas tenían y tienen poco que envidiarle a las peores prisiones y castigos que dan y dieron los regímenes de derechas (sin limites legales) a las disidencias políticas.
Pero volviendo al libro del cual hicimos mención: Lo extraordinario del caso es que muchos de los encausados testificaron contra sí mismos. Aceptaron los cargos de sabotaje, terrorismo, conspiración para asesinar a Stalin y, hasta en los casos más extremos, llegaron a pedir que se les aplicara la pena de muerte. De esta circunstancia excepcional nace El cero y el infinito, una novela en la que su autor, Arthur Koestler, judío nacido en Hungría y militante comunista durante siete años de su vida (hasta 1938), intenta dar una explicación a la postura autoinculpatoria que adoptaron estos hombres durante los Procesos de Moscú. https://librosobrelibro.com/resenas/el-cero-y-el-infinito/
No conozco el caso de algún amigo que desee estar en el papel de ser el malo, pero si los veo en su batalla para "combatir al enemigo interno" y entonces veo a más de un contemporáneo, que con un dialogo descafeinado y nada gentil, se atreve a señalar las movilizaciones como algo menos que nefastas. Y busca no las causas de la lucha de los trabajadores de la educación y al parecer su deseo es cortar toda rama que intente dar frutos democráticos.
Eran los muchachos que hace algunos años denunciaban en algún pulpito improvisado y laico a los sindicaleros, y a un gobierno que no cumplía con sus promesas de beneficios para los trabajadores, muchos de esos chicos devinieron en nuevos "esquiroles militantes" que entre retorica y frases desinfladas van apoyando al patrón (o sea al gobierno y su partido) y no a los trabajadores hoy movilizados.
Recuerdo aquello de Alí Primera y los de "LA PATRIA ES EL HOMBRE" y que hoy para estos militantes de la demagogia, eliminan al ser humano e intentan convencernos que la "PATRIA ES EL PARTIDO" tamaña insensatez.
La lucha de los trabajadores se dio en la Polonia Comunista y se dio en el Chile de Pinochet. En ambos casos los trabajadores fueron perseguidos, pero en ambos casos esas luchas pequeñas y grandes mandaron al estercolero a gobiernos que no representaban a los trabajadores.
Yo apoyo la justa lucha de los trabajadores de la educación y sigo creyendo como Alí Primera QUE LA PATRIA ES EL HUMANO y no el partido.