En Suecia, a algunas personas les ha dado por quemar ejemplares del Corán, libro sagrado de los musulmanes. Estas personas argumentan que ellos tienen la libertad de quemar todo lo que les venga en gana, que quemar cosas es parte de sus libertades individuales. Eso sucede en una sociedad donde sus habitantes se jactan de tener satisfechas todas las necesidades básicas: salud, vivienda, educación y alimentación. Pero, pero en el marco de una economía dominada por el capital. Es decir, en una sociedad donde los seres humanos no desarrollan todo su potencial humano, donde los ciudadanos no viven en una sociedad del todo humanizada. Por tanto, a estas señoras y señores suecos les importa un comino el resto de la humanidad. Parecen caribes, solo ellos se consideran gente, y todos los demás son susceptibles de ser esclavizados, en otras palabras, los demás no son gente.
Los pirómanos también quieren quemar ejemplares de la Torá, libro sagrado de los judios. El gobierno de Israel hizo público su rechazo a tales manifestaciones, las cuales considera como expresiones de odio e intolerancia hacia los judios.
Una pregunta que surge al leer esas noticias sobre la quema de ejemplares del Corán y las amenazas de quemar ejemplares de la Torá es: ¿Por qué no queman biblias? Muy simple, porque la biblia es parte de ellos. Resulta y acontece que el cristianismo es la principal religión de Suecia. Los pirómanos, los quemadores de ejemplares del Corán, son suecos pero no son tontos. Los pirómanos saben que si empiezan a quemar biblias, los cristianos reclamarán su derecho a quemar en la hoguera a los quemadores de biblias.