Ante la mirada cómplice de algunos sectores nacionales e internacionales, Nicolás Maduro asaltó la dirección del PCV mediante una sentencia leguleya e inquisidora del TSJ para instalar a un grupo de mercenarios militantes del PSUV como nuevos dirigentes del Partido Comunista de Venezuela.
Con el asalto del Partido Comunista de Venezuela, cualquiera pudiera pensar que estoy en tres y dos: irme del país o desmovilizarme pero necio y rebelde como soy, para mí siempre habrá otra opción, que será la tercera.
Hace años me dijo un señor que consideré amigo que, "un político sin partido no es nadie", pero la historia ha demostrado que un partido sin dirigencia, militancia y votos es una franquicia, un cascarón vacío y una perdida de tiempo y dinero.
El asunto es simple, pongámoslo así: le roban el partido a una dirigencia y militancia qué, lógicamente tienen en sus manos el poder del voto que será direccionado para apoyar a quien sea con tal de destruir a los destructores del país, en política no se puede hacer cálculos con herramientas de la matemática porque al final se va imponer la justicia, los sueños y la esperanza de la mayoría.
Que sigan creyendo en cuentos de camino, confiando en la inteligencia artificial y que sigan con sus rituales satánicos. Que hagan todo lo que quieran, al final tienen derecho a ejercer su derecho al pataleo.
La humanidad dió el salto cuántico, la política ya no funciona con los viejos métodos tradicionales.
Están cayendo las hegemonías, de nada les servirá el exceso propagandístico que nadie cree y la compra de votos, de nada les servirá porque no tienen nada que ofrecer que continuar viviendo la tragedia de la mayoría para garantizar el bienestar de la minoría de viejos y nuevos ricos.
Toda nuestra solidaridad militante y acompañamiento hacia la dirigencia y militancia del histórico Partido del gallo rojo
Venceremos.
