Comencemos por el diccionario. El altruismo, según la definición
del DRAE, es la ³Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del
propio².
En estos días el Presidente Hugo Chávez realiza dramáticos
llamamientos públicos conminando a los revolucionarios bolivarianos y/o
socialistas a dar ejemplos de desprendimiento y solidaridad social
renunciando a cualquier bien material que les sobre. Aquel que haya
heredado, o, por cualquier otra causa, sin descartar el trabajo honesto,
posea propiedades, viviendas, haciendas, cabezas de ganado u otras prebendas
que le permitan vivir holgadamente, debería compartir la prosperidad con los
más pobres, regalando o cediendo parte de sus posesiones.
La solicitud del presidente trasciende a lo político y se equipara
a los requerimientos de algunas denominaciones religiosas que exigen el
abandono de los bienes terrenales y la cesión de los mismos a la causa.
El llamado al altruismo me puso a hacer cálculos sobre mis
posesiones, considerando seriamente la posibilidad de compartirlas con los
menos afortunados. Por desgracia no solamente no tengo nada que dar, sino
que más de un moroso me adeuda parte de mis ahorros, entre ellos el
Instituto Venezolano del Seguro Social, en cuyo listado no aparezco por
motivos inexplicables.
Por otra parte me puse a sacar cuentas de las persecuciones y
exilios, propios o heredados, concluyendo que me correspondió una cuota muy
alta que, por algún exabrupto legal, nuestra legislación no permite resarcir
mediante compensaciones pecuniarias. En ese sentido los militares son más
sortarios pues, cuando se voltea la tortilla, los perdedores ascienden con
prontitud, recuperando rangos, prestaciones y cualquier otra canonjía.
Sea como sea, resulta encomiable la preocupación presidencial en
torno a la solidaridad social. Al respecto considero que la mayoría de los
activistas de la izquierda venezolana han dado pruebas de su desprendimiento
y falta de ambiciones materiales. Casi todos los camaradas revolucionarios
que conozco viven en condiciones modestas, por no decir precarias, por
debajo de lo que podrían ganar si los motivara el afán de lucro.
Para no mencionar sino dos, recordaré a Francisco "Kotepa" Delgado
y a José Lira Sosa, periodistas e intelectuales insignes, cuyos méritos y
prestigio hubieran podido trocarse en beneficios económicos en caso de
asumir poses acomodaticias. Ambos, no obstante, vivieron con la mayor
humildad, sin cambiar su posición de rebeldes ante el sistema conchupante.
Abundando en el tema puedo afirmar que, al menos en Margarita, para
ser un magnate de éxito no se requiere talento, pero sí una absoluta falta
de escrúpulos. Casi casi diría que ser bruto es indispensable para
convertirse en multimillonario.
Sin dejar de entender la preocupación del Presidente Chávez por
conseguir funcionarios insobornables, no creo que logre constituir un
partido de puros santos.
Mas bien debería empeñarse en llevar a la cárcel al peculador que
se aproveche de los recursos a su cargo. En Nueva Esparta conocimos el caso
del Gral. Pedro Celestino Pérez, quien, a pesar de ser traidor a la patria
(según la definición presidencial) anda suelto y muy ufano pues en la
Venezuela revolucionaria rige la impunidad de los poderosos.
augusther@cant.net