En principio aclaro que soy un docente interesado en el tema del desarrollo y la independencia del país, por lo que considero fundamental lo que está en discusión permanente en nuestra nación Venezolana, acerca de la necesidad de transformar la sociedad en socialista y sus implicaciones y condiciones para poder alcanzar tan difícil objetivo. Es trascendente este planteamiento y demuestra que el control ideológico del sistema capitalista ha sido penetrado, debilitado y entró sin lugar a dudarlo en un tobogán que sucumbirá en tiempo indeterminado en la derrota aplastante de este sistema social de dominación de un grupo mundial de personas que controlan al gran capital internacional y las transacciones financieras, productivas y comerciales. Indiscutiblemente, el proceso que se dinamizó en la República Bolivariana De Venezuela, con nuestro presidente Hugo Chávez y su propuesta de socialismo del siglo XXI, produjo muchas interpretaciones, cuestionamientos y apoyo a este proyecto tan ambicioso y no solo eso, sino también es arriesgado por las condiciones internacionales generadas por los países que otrora implementaron un modelo de corte socialista pero sin sustentabilidad real y por ello fracasan.
Tenemos en Venezuela, una realidad económica y social que amerita ser transformada y para ello se han de superar varias calamidades estructurales con las cuales no sería posible construir el socialismo. El primer paso y esto es mi percepción, es la liberación nacional, es decir de un país dependiente obtener la independencia para actuar soberanamente en nuestras decisiones, cuestión que de manera objetiva se ha venido logrando al nacionalizar la industria petrolera que era controlada desde el exterior por los Estados Unidos. Pero seguimos dependiendo de la tecnología y producción alimentaria de varias naciones, lo que nos hace vulnerables y desacelera el proceso de transformación por las circunstancias que esto produce. Por esta razón, en la medida en que el país vaya transitando por el camino productivo y de justa distribución de la riqueza, se aceleran las señales de un acercamiento a las bases que sostendrán el edificio del socialismo del siglo XXI.
Ya es conocido como los grupos economicos concentrados en el G-7, y que en el 2001 se reunió en Suiza, mientras en Porto Alegre coincidián en asamblea los dominados, con un nuevo discurso de esperanza y fe, con una cifrada seguridad que el futuro se convertirá en una nueva luz de convivencia humana fuera de la salvaje competencia de la ganancia obtenida por la explotación al trabajador, es un indicador. pero no solo eso, también se vislumbra el resurgimiento de la voz anticolonialista, que estuvo apagada, casi olvidada y hoy el presidente de Venezuela hace eco en todos los rincones donde se sentía solo una falsa percepción de las causas de la pobreza y el hambre adornadas del argumento de la existencia de un los niveles de desarrollo superables en el tiempo como por obra natural y normal. Tamaña grosería echada a correr por siglos parece que ya no va a tener el efecto para mantener a poblaciones entras encerradas en el cascarón de la resignada comunidad mundial ubicada en los de abajo y mirando sorprendidos como grandes potencias de la tierra, transforman, se enriquecen y comercializan los productos naturales extraídos de los territorios sometidos a vivir bajo la idea de que esto tiene que ser así por la superioridad de aquellos.
Todo indica que el camino al socialismo en Venezuela será una verdad cercana cuando superemos la dependencia alimentaria y los códigos de la ética revolucionaria se solidifiquen en una dirigencia revolucionaria capaz de dirigir la sociedad hacia la igualdad y el equilibrio. Lamentablemente, este sueño luce mas enredado, hoy, los humildes se decepcionan y los nuevos ricos del buscan mas poder.
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