Escribe Don Juan de Pimentel, hacia 1574, que el nombre de Caracas deriba de una yerba o bledo que crecía en los alrededores de la ciudad capital.
Don Francisco Guerrero llamado el “Cautivo” (malagueño, cautivo de los turcos desde su juventud y germen de grandes familias caraqueñas) de allí le viene el “alias”, uno de los conquistadores y pobladores del Valle de Santiago, tiene una explicación… Esa noche de 1569, el “Cautivo” mantiene la siguiente conversación con el teniente gobernador que acababa de sustituir a Diego de Losada. ¿Cómo decís, don Francisco? Contadme tan curiosa historia; ya que hasta ahora tenía por noticia que el nombre le venía de una yerba o bledo que llaman Caracas…Todo es mentira o invención de Juan de Gallas, quien, como todo poeta, falsea la verdad. Yo fui quien le puso el nombre y sin proponérmelo, a este sitio donde se ha plantado Santiago de León, mucho antes de que Francisco Fajardo decidiera establecerse en este valle que llamó de San Francisco y que no es santo adecuado para invocar en casos de guerra. Pero dadme un trago, si quereís que siga con el cuento.
Una mañana, acompañado de mi sirviente turco Omar, con permiso de Fajardo abandoné (Caraballeda) el campamento junto al mar, afanoso de trepar la montaña, y ver qué había más allá. Anda que te anda, llegamos a este mismo sitio donde nos encontramos, cuando una columna de humo en dirección a la montaña incitó mi curiosidad. Cautos y sigilosos avanzamos hacia el sitio de donde venía el humo. Un tentador olor a carne asada llegó hasta nosotros. Como no había perdido la manía de expresarme en turco, me dijo de pronto: Mirad, amo, una caracas…Siendo de advertir que “caracas” en turco o albanés significa mujer de cara de color. (o bruja) En Turquía hay una ciudad de origen romano llamada Caracas, por si alguno duda de mi palabra. La mujer, en efecto, tenía la piel tan oscura o negra, a diferencia de otros indios, que no deja de sorprenderme. Amigables y en guardia nos acercamos a la bruja, con los ojos puestos en el apetitoso cochinillo que asaba sobre una hoguera. ¿Cochinillo? ¡Válgame el Profeta! Lo que asaba la “caraca” era un niño de unos tres años.
Cuando llegamos al campamento de Fajardo, todavía vomitábamos sobre el recuerdo. Apenas el mestizo quedó enterado de nuestra aventura exclamó bronco e iracundo: Por eso hay que acabar con esa mala hierba. (Los españoles, cuando se refieren a una persona de malas mañas, dicen de él que es una mala hierba) Todo cuanto huela a caracas y a su gente hay que arrancarlo hasta la raíz.
Juan de Gallas, el poeta, quien siempre escuchaba a medias, cuando oyó hablar de la mala hierba pensó, como el tonto que siempre ha sido, que era una planta a la cual Fajardo se refería. Como él era hombre de letras y nosotros ignaros soldados, dio por noticia, y con ligereza, la especie tan difundida de que de un monte o yerbajo que nadie ha visto le viene el nombre a Caracas. (Todo es mentira o bobaliconería de Juan de Gallas)
A Caracas le vino el nombre de una bruja caníbal. Pero al parecer, así se escribe la historia. En los Archivos de Indias no existe ningún escrito que mencione que haya existido alguna tribu en Venezuela con el nombre de indios caracas. Jamás hubo una tribu con tal nombre. Había Teques, Mariches, Toromaimas, Quiriquires; pero caracas no. Por extensión pudo dársele el nombre de indios caracas a los que ocupaban el territorio que ya recibía tal nombre. Caracas es una verdadera bruja caníbal que de no ponérsele corrección terminará por devorarnos a todos. ¿No les parece?
LA OLA QUE VINO DE LEJOS
Narramos el coloquio entre Acarantair (la de la dulce boca) hija del fiero cacique mariche Tamanaco y Garci González de Silva. En la recién fundada Caracas de 1570, vivía una india muy bonita, de nombre Acarantair, que hechizaba a los hombres con sus cuentos y sus meneos... Yo soy hija de las aguas, como lo son todos los de mi casta nacidos en este Valle. ¿Qué te recuerda la Montaña? ¡Mírala bien! ¿No te parece mi señor, a una inmensa ola a punto de reventar? Pues así fue en un tiempo. Hace poco más de mil lunas la Montaña no estaba ahí, que su nombre significa la Ola que Vino de Lejos. Antes todo era plano, como el patio de tu casa. Antes los hombres se asomaban al Mar. Pero un día la Mar que era nuestra Diosa, se encabronó, como tú dices, la tierra fue sacudida. Los ríos rugieron por los cañaverales. Un trueno largo y seguido se oyó a lo lejos. El ruido crecía. Era una ola, la más grande y alta que ojos hubiesen visto. Tanto que alcanzó a las gaviotas. Mi gente se hincó de hinojos y fue tan fuerte su llanto, que apagó el trepidar del agua. La Diosa se apiadó y en el momento en que la ola coronabase de espuma para reventar, el agua ya encorvada se cuajó en tierra y monte. GUARAIRA REPANO es la mar hecha tierra. Observa como ella, cambia de colores según los caprichos del Sol y del viento.
Gonzalito le dice: ¡Será por eso, mi linda Acarantair, que nuestra montaña es tornadiza en su colorido como las aguas de la mar!
Cuando Cubagua se hundió y varias islas del Caribe venezolano, entre ellas, parte del archipiélago Islas de Aves, (donde encalló en 1678, una gran flota francesa que venía apoderarse de Caracas) Ha debido producirse una ola gigantesca que inundó las tierras bajas, como sucedió con el Kracatoa. Para esos años de 1530 a 1541, ocurrieron varios terremotos y maremotos que modificaron las costas en el Caribe venezolano; el terremoto de Cariaco y Cumaná de 1530 igual el de 1997; el de 1967, que fue el mismo de 1812, tenía el epicentro a 30 Km. De Caraballeda, (norte franco) y como se recordará fue la zona más desbastada. Debió de suceder lo mismo en 1764 con el terremoto de Santa Ursula y en 1641 con el muy célebre terremoto de San Bernabé. Sí el terremoto de Cubagua, como es casi seguro, provocó una inmensa ola que desbastó la futura Caraballeda, no tiene nada de particular que los españoles abandonaran el sitio en 1586, ante un fuerte sismo, que por razones no recogió la historia. A lo mejor un día nuestros hombres de ciencia terminan de explicarnos el misterio de Caraballeda. En vez de estar haciendo estudios sobre los problemas que sucedieron en otras regiones lejanas del planeta. Esto le da más veracidad a lo dicho por Acarantair, ella se lo escuchó a su madre Anakokiña.
Salud Camaradas.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria, Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net