El ser humano debe ser el eje de una sociedad socialista

La idea del una sociedad de igualdad y solidaridad, surgió en el marco de muchos pensadores revolucionarios, desde las primeras nociones humanistas de J. Jacobo Rousseau, sobre el tema de la desigualdad y su propuesta de contrato social, que trataba de dar una explicación a las diferencias entre los hombres, condenando el poder de las clases económicas. De esa misma manera la Revolución Francesa en su primeras declaraciones, clamaba una vía humanista, al acuñar su filosofía de “igualdad, fraternidad y solidaridad” en la sociedad francesa de la época, posteriormente ahogada por el incipiente desarrollo de la clase burguesa.

La revolución industrial en Inglaterra generó nuevas formas de industrialización, con maquinarias de vapor, con energía eléctrica, para organizar talleres y fábricas, dando origen a una clase social económica: la burguesía, que sustituía en el poder a los nobles y los señores feudales (terratenientes). También en ese contexto surgía un nuevo sujeto laboral, el obrero asalariado, denominado en su época -siglo XIX- proletario (de prole, referido a la participación de familias en estas industrias o talleres). De la misma manera, la explotación de las minas generó el sector de los mineros que extraían los minerales para la industrialización.

Las nuevas formas de producción industrial condenaban a la explotación y al hambre a los trabajadores.

En este marco de una nueva forma de explotación, donde los obreros trabajaban por salarios miserables, en extenuantes jornadas de trabajo, que costaban la vida por la ausencia de normas de seguridad, de salubridad y por la falta de una alimentación adecuada. Surgen entonces intelectuales, conocidos hoy como socialistas utópicos. Robert Owen fue la figura más notable de los pensadores ingleses, se preocupó por mejorar las condiciones de los obreros, trató de llevar a la practica sus ideas sobre la organización del trabajo y la distribución de la riqueza, estableciendo el seguro social, bibliotecas, escuelas para niños y adultos, y otras prestaciones para los obreros, en una comunidad que llamó New Harmony.

El pensador francés Charles Fourier creo El "phalanstère" o "falansterio" (pequeñas comunidades de hombres y mujeres en los que cada uno elegía su trabajo, en algunos países llegaron a funcionar, pero muchos fracasaron), otros como Saint Símon, abundaron en ideas de comunidades humanas, pero las mismas sucumbían ante el arrollador crecimiento, de una burguesía industrializada, que conquisto el poder en toda Europa y EE.UU.

El legado del pensamiento humanista, sucumbía ante una poderosa nueva ideología el capitalismo, donde el ser humano se transformaba en un engranaje más de la industria o los servicios apoyados en la explotación y la falta de conciencia de los obreros, para comprender el nuevo fenómeno de la explotación capitalista.

Surge en la mitad del siglo XIX el concepto del socialismo como forma de sociedad.

En esa realidad económica y política surge el pensamiento y la filosofía de Karl Marx. Sus definiciones económicas y la investigación de las leyes de la dialéctica en el proceso social e histórico, revolucionan la mitad del siglo XIX. Su llamamiento a los trabajadores a organizarse, para defender su derechos, lo transforman en el eje revolucionario de los movimientos sociales. Sus constantes trabajos en revistas, que el mismo dirigía, fueron censurados en Francia y Alemania.

Marx nunca aceptó el apodo de padre del marxismo, desestimó en vida una apología a su persona, no se consideraba de ningún modo el fundador del socialismo ni despreciaba a los pensadores anteriores y contemporáneos, como puede comprobarse en la siguiente cita: “En cuanto a mí, no me cabe el mérito de haber descubierto ni la existencia de las clases en la sociedad moderna ni en su lucha entre sí”.

Su gran aporte en lo económico fue definir en el concepto de plusvalía, la raíz de la explotación de los trabajadores, al demostrar que la ganancia del capitalista no estaba en la venta de la mercancía, sino en la apropiación del valor real del trabajo, que encerraba cada una de ellas, al pagar menos la fuerza laboral, le quedaba otra ganancia acumulable, la cual encubría como costo de producción.

Marx en sus estudios, profundizó sobre la historia, trato de sintetizar los mejores aportes del pensamiento humano, desde la antigua Grecia con sus importantes filósofos, hasta las corrientes humanistas y los pensadores del socialismo utópico. Sobre sus trabajos manifestó “que eran un síntesis de la filosofía y del pensamiento de la humanidad en la historia”.

El breve esbozo de algunas ideas humanistas y socialistas da el marco a algunas reflexiones

La principal es la vigencia del socialismo, como única alternativa al capitalismo, pero esta definición nos hace reflexionar, sobre cómo es el socialismo que queremos. Las experiencias del siglo XX han demostrado que un modelo vertical de sociedad, donde la concentración de las decisiones está en pocas manos, nos aleja del sentido de una verdadera participación social, en las decisiones generales de nuestra sociedad.

Esto no implica que no haya una organización del estado socialista, ni un partido socialista, los cuales son instrumentos imprescindibles en la construcción de la nueva sociedad, pero debemos dotar a todas estas instancias de un verdadero sentido democrático, socialista, de una verdadera integración de los sectores sociales, tanto en las decisiones políticas, económicas como en los servicios.

El fracaso del socialismo real, se generó en la sustitución del pueblo por aparatos burocráticos del estado y los partidos comunistas, se hablaba en nombre del pueblo, pero las decisiones no pasaban por las organizaciones populares. Hoy el nuevo modelo de socialismo, debe crear mecanismos de control social, para garantizar el avance de la nueva sociedad. Pero estos controles deben tener acceso a las estructuras de la organización del gobierno y el partido, deben ser escuchados las propuestas, reclamos o denuncias del pueblo. Sólo en una interrelación pueblo e instituciones, se podrá alcanzar un nuevo modelo eficiente, para no caer en burócratas acomodados, que gozan de privilegios, por encima del resto de la sociedad socialista.

Debemos dotar al socialismo de una visión humanista.

Cuando reflexiono sobre el tema del humanismo, recuerdo una conversación con un destacado intelectual, la misma giraba sobre el comandante “Che” Guevara. Yo le manifestaba su carácter humanista, su convicción del humanismo en la revolución. Su respuesta académica a mi punto de vista, fue lacónica “yo te voy a demostrar, que el humanismo es idealismo, no es marxismo”.

Ante esa abrupta respuesta, mi posición fue bien clara, si es más importantes son las estructuras, el poder político, por encima de las necesidades del ser humano, entonces nos alejamos de la esencia de un modelo revolucionario y socialista. Porque creemos en el socialismo, luchamos por una sociedad humanizada, donde todos los ciudadanos puedan disfrutar de igualdad de condiciones, ser humanista no contradice al socialismo, por el contrario lo nutre de valores éticos y morales, de una visión sensible a las injusticias, como son la necesidades de todos los seres humanos.

El “Che” siempre decía que “cada acción de nosotros los revolucionarios, tiene una gran dosis de humanismo”. Si valoramos que construimos una nueva sociedad, el sujeto principal es el ser humano, son sus necesidades y sus sueños. No podemos pensar por ellos, debemos crearles lo canales, para poder lograr cada día elevar su calidad de vida, como la de la sociedad que queremos construir.

E-mail: diegojolivera@gmail.com


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Diego Olivera

Periodista. Director de Barómetro Internacional

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