Hay muchas gentes que con cualquier explicación puramente verbal se quedan tan orondas y satisfechas y tan convencidas de que poseen la verdad absoluta sobre lo que es socialismo o poco menos. Soy socialista convencido, pero, camaradas, algunos de los que aquí figuran como tales son intratables; fanáticos necios, ignorantes, ordenancistas, intolerantes, llenos de prejuicios de origen burgués, ciegos a las virtudes y a los servicios de la clase media, desconocedores del proceso evolutivo, en fin, de todo tienen menos de sentido social. Yo presiento una serie de incongruencias de estos camaradas y tal pareciera que tienen una clara concomitancia con la ideología burguesa. Aunque lo importante no es entender el socialismo, lo importante es sentirlo. Los que de un modo no lo entiendan, lo entenderán de otro; el sentimiento es común, es común el fin, créanlo o no lo crean éstos o aquellos. El socialismo no se basa solamente en una teoría económica. El socialismo... pone su raíz y su asiento en la forma económica del pueblo, en la confianza de que todos los demás aspectos se reformarán reformando el fundamental. La moral, el arte, la ciencia, el derecho, la política, la socialización de la tierra y de los medios de producción, todos los caracteres de una sociedad brotan de su estructura económico-social. El socialismo nos lleva a un proceso en que el capital no producirá nada a quien no lo trabaje por sí, ni le producirá más que lo que valga su trabajo; a un estado en que volverán a unirse el capital y el trabajo, disponiendo cada trabajador el instrumento de su labor.
Lo que sí nos diferencia de la burguesía es la acentuación del lado económico de la cultura en general. Este aspecto económico convierte la educación y la cultura en patrimonio de una clase social, por una parte, y, por otra, determina su mismo contenido, haciendo que algunas enseñanzas, como la historia, se conviertan en pura ornamentación externa dentro de un relato de sucesos, olvidando la concatenación racional de los hechos. La burguesía no quieren entender qué, el soplo de libertad se ha hermanado a las tendencias del pueblo que vive por debajo del tumulto y de las manipulaciones que diariamente divulgan a través de sus medios de comunicación, y que la nueva organización se esta haciendo. Y qué a diario se constituyen nuevas asociaciones de resistencia, nuevos centros de acción; a diario entra una nueva ley socialista, a cada nueva confrontación se observa un progreso en la manera como el pueblo la recibe; a diario se oyen voces que hubieran sido ahogadas al punto hace poco más de diez años, y como el cambio es continuo, la burguesía centra en él su atención para defender sus intereses. Y ya que estamos en el punto que proponemos tratar, es poner en claro la ignorancia que arguye imputar al socialismo que tiende a la supresión de la propiedad privada, jugando con los vocablos y dando a entender con esto una cosa evidentemente falsa. No hay palabra más ambigua que esa de propiedad, y que se preste a más abusos. Cuando dicen los que desconocen el socialismo que en este régimen nadie tendrá propiedad privada, se les podría contestar que la tendrá todo el mundo por derecho. La propiedad que se puede y debe apetecer humana y racionalmente es la de disponer cada cual de los medios de producción que necesite para su trabajo sin que dependa para ello de la voluntad de un acaparador que le explote, y la de disponer de los productos de su trabajo.
El socialismo creará las condiciones para un autentico desarrollo científico. La emancipación del pueblo lleva consigo la emancipación del pensamiento y de la cultura en general. El socialismo cumple, por ello mismo, una función liberadora en este terreno, ya que, por una parte, tiende a un aprovechamiento racional del poder tecnológico y, por otra parte, a una extensión de la cultura desligándola de sus adherencias y su contenido clasista. Un tercer aspecto en que se detiene el socialismo es en el tema del latifundismo, la Patria y la FANB. Para los socialistas la Patria no puede ser una hipoteca de los tenedores de la deuda pública, y la tierra no puede ser propiedad de unos pocos señores que se la apropiaron, la tierra debe ser de quienes la trabajen; la FANB, no debe estar al servicio de interese de grupos poderosos, ni internos, ni externos. La política no es asunto de profesionales. Al igual que el arte deja de cumplir su función integradora cuando se convierte en especialidad de los mercaderes, la política se corrompe al convertirse en manipulación y beneficio del político. Los oposicionistas protestan contra el Estado Socialista, contra la idea de que el país sea patrimonio del pueblo, aquí todo se tiene en cuenta menos la razón y la voluntad de nosotros los “productores”; pero les parece bien que el país sea patrimonio de una potencia extranjera. El síntoma más claro de que esto se va, es que se trata de mantenerlo sobre la mentira. Esto que se va es la vieja forma de gobernar puramente conservadora, sobre la que se sustenta toda la monserga del oposicionismo y la oligarquía, y todo el lío de la Iglesia Católica en contra del socialismo y el Gobierno Revolucionario.
Los medios de comunicación, que bajo pretexto de patriotismo defienden los intereses de la oligarquía y del imperialismo; les notificamos que los socialistas no estamos ni ciegos, ni sordos, ni llevamos mascaras y por ello hieren de frente todas las ficciones sociales. La superioridad moral del socialismo ante los demás “grupos políticos” motiva las simpatías del pueblo. No es lo que dicen los chicos de la prensa y los oposicionistas quienes, por ignorancia o por manifiesta intención deformadora, proclaman que el socialismo es el reparto, o la tiranía del Estado, o el ahogo del individuo entre la colectividad. Cada día se ve mejor el inmenso número de seres degenerados que han retrogradado. Lo son la enorme muchedumbre de los parásitos. Animales de cierta inteligencia y vivacidad dan con otros a cuyo arrimo pueden mantenerse, se les incrustan, se alojan en ellos, toman de ellos su alimento ya preparado y, como no tienen que ingeniarse para hallarlo y se encuentran muy a gusto, se les va atrofiando la inteligencia y casi todo lo que no sea el estómago y sus dependencias y anejos. Así acaban de convertirse en un saco membranoso, en animales-estómago, totalmente estúpidos. La casta del burgués que, empezando por el empresario activo de iniciativa, acaba en el parásito-accionista, sin mucha más inteligencia que la precisa para esperar a cobrar sus dividendos. Les decimos que el socialismo no es una simple teoría económica, aunque se base en ella. El socialismo es un ideal no realizado, sino a realizar por obra del pueblo.
Si bien el socialismo no está realizado no es una utopía. El socialismo se basa en las posibilidades que ofrecen el estado de la ciencia y el desarrollo de las fuerzas productivas. Toda conquista humana hacia la libertad ha sido conseguida, no por el favor de los capitalistas, ni de las religiones, sino por las luchas de los pueblos de acuerdo con las exigencias de la estructura económica imperante. En todos los países hay personas, instintos y clases privilegiadas, que resisten mientras pueden el avance del pueblo a la conquista de sus derechos. Todas estas clases, instituciones o personas, sabiendo que en un régimen socialista serían arrollados por el pueblo, oponen a la soberanía de este como poder y principio de orden, según ellos, el “derecho democrático” de la tradición y los llamados “derechos” históricos. Ya que el pueblo que presiona para la obtención de mejoras sociales, lo cual a su vez obliga al capitalista a mejorar constantemente los medios de producción distintos del capitalismo y que, por tanto, de lo que se trata es superar este modo de producción. Esto demuestra que el socialismo es, por una parte, el término hacia el que necesariamente desemboca el capitalismo y, por otra, un capitalismo depurado de ciertos excesos.
En los regimenes burgueses la sociedad no produce sino en proporción inmensamente menor a su esfuerzo; es como una máquina de vapor en que apenas se aprovecha el 10% del poder mecánico del calor. Y merece más detención el indicar que uno de los fines del socialismo es aprovechar al máximun el esfuerzo social. Y en el paralelismo con tal idea: “El socialismo significa, entre otras muchas cosas, el hacer de la administración pública lo que es la de toda buena casa comercial, una función técnica, servida por técnicos pagados para tal servicio”. “La clase media ha cultivado la inteligencia y el egoísmo a la vez, se ha encastillado en un individualismo antisocial y feroz cerrado al hondo sentimiento de la solidaridad humana. La clase media ha cultivado la libre concurrencia y un verdadero anarquismo en la producción; de la clase media ha brotado aquel enorme sofisma de que del juego de los intereses individuales brota el progreso sin más ayuda ni acción”. No cabe negarlo, la clase media subió por su superioridad intelectual en gran parte. Pero, ¿conserva hoy esa superioridad?
Los que hablan a todas horas de leyes naturales a que no hay más que someterse so pena de sucumbir, no se fijan en que el hombre puede modificar la acción de esas leyes. Los que predican resignación, sin saber lo que la verdadera resignación es, es que temen. Porque no hay nada que revele mejor la podredumbre de corazón y la ceguera de entendimiento que exclamar a todas horas: ¡resignación!, ¡resignación¡ Es el consejo del amo al esclavo, el del cazador a su presa. Entre la demencia oposicionista y la resignación estúpida está la acción viril, que consiste en aceptar las cosas tal como son, estudiarlas y trabajar por mejorarlas, paso a paso, pero no estar pensando en dar un golpe artero cuando se les presente la oportunidad, púes el socialismo les ha de redimir a ellos tanto como a los demás, que, bien considerado, tanto necesita el rico que le rediman de su riqueza, como al pobre de su miseria.
En lo que en castellano corriente conocemos lo que se llama “mear fuera del perol”. Es la figura que cometen algunos oposicionistas infelices cuando, en tratándose de socialismo, repiten como los loros la siguiente sentencia: “El fundamento de la propiedad individual está en el derecho que tiene todo hombre, no sólo a su conservación, sino a su perfeccionamiento.” Muy bien, pero vamos a ver, ¿en qué se opone a que no sólo se conserve sino que se perfeccione el hombre la conversión de propiedad individual en colectiva de los medios de producción? ¿Qué imperfeccionamiento hay en ello? ¿En que se diferencian los artículos de consumo de los medios de producción?, ¿Quién es el guapo que señala la línea divisoria entre ellos? Lo cual quiere decir que el proceso industrial que a la vista se está verificando nos lleva a un estado económico tal en que se haga necesaria, en interés de todos, la socialización de los medios de producción. Retardar el inevitable advenimiento de tal estado de cosas es la labor del capitalismo y provocarlo, la del socialismo.
Tienen, sin embargo, gran valor las razones y los derechos históricos; cuando algo se instituyó, razón hubo para instituirlo, y cuando ha durado hasta hoy, razón tiene su duración; pero esa razón no es, como pretenden los oposicionistas, con evidente círculo vicioso, el haberse instituido y acatado en tiempos pasados ni el venir durando, sino la razón que hubo para la institución y la que haya para la duración. La revolución no es más que el último acto del progreso evolutivo.
Salud Camaradas Revolucionarios.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria. Socialismo o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net