Lucha de masas y de ideas contra el capitalismo y el reformismo que se disfraza de revolución


Desde que Hugo Chávez se declaró partidario del socialismo en el foro social mundial celebrado en Porto Alegre (Brasil), el debate en torno a esta definición ha estado en la palestra política no solo en Venezuela, sino también en el resto del continente y a nivel mundial.

El mérito innegable de Chávez de reinstalar el debate sobre la definición de socialismo y sobre la posibilidad de construirlo en nuestros países, se ha visto de alguna manera empañado por la emergencia del proyecto real que se escondía detrás de las “buenas” intenciones expresadas en ese foro y en oportunidades posteriores.
 
¿De qué proyecto estamos hablando que emerge detrás del Socialismo del siglo XXI?
Estamos hablando del viejo y maltrecho proyecto de la socialdemocracia de reformar al capitalismo manteniendo intacto el mismo sistema de explotación basado en la propiedad privada sobre los medios de producción.
Este viejo proyecto reformista se cubrió de nuevos ropajes bajo la máscara de”Socialismo del siglo XXI y empezó su andar por estas castigadas tierras.
 
Sin duda hoy después de 10 años de “revolución bolivariana” es necesario conocer el real contenido de la ofensiva socialdemocracia que no solo afecta a Venezuela, sino a una importante cantidad de países latinoamericanos con diversos liderazgos a la cabeza.
 
Cuando este proceso se inicio con un discurso radical y recogiendo banderas antiimperialistas, se abrieron grandes esperanzas para nuestros pueblos y para los revolucionarios que sobrevivieron a la matanza capitalista de los años 70, 80 y al derrumbe ideológico y político del estalinismo en los años 90.
 
Esta circunstancia abrió posibilidades para que se replanteara la construcción del socialismo como alternativa revolucionaria ante el capitalismo. Por doquier proliferaron las imágenes proscritas en el pasado del Che Guevara y Fidel Castro, entre otros luchadores revolucionarios, además de la literatura que hace referencia a esta teoría. Para ese tiempo, en términos generales podemos decir que no existían organizaciones revolucionarias de importancia producto de de la represión ejercida en su contra en los años anteriores, por el derrumbe ideológico de muchos de sus antiguos miembros y por la cooptación hecha por el sistema capitalista en su expresión reformista de muchos ex revolucionarios. Esto facilitó la instalación en el imaginario colectivo del proyecto reformista que apoyado en un lenguaje y simbología revolucionaria, se planteara reflotar al capitalismo proteccionista.
 
 La realidad en Venezuela pareciera apuntar hacia esa misma dirección. Así se ha comprobado que muchos de los cuadros de gobierno (nacional, regional y municipal), además del partido de Chávez, carecen de la mínima formación teórica que los haga ver como revolucionarios auténticos y, por ende, como socialistas, siendo en su mayoría ex militantes de los dos partidos políticos tradicionales del país, AD y COPEI, quienes nunca tuvieron su oportunidad de acceder al poder desde esas estructuras políticas y hoy son gobierno con otros ropajes. De ahí, las contradicciones que saltan a la vista: Todos ataviados de rojo, pero manteniendo intactas las estructuras políticas, sociales, culturales, económicas y militares heredadas del régimen anterior, a pesar de las iniciativas hechas por comunidades organizadas, movimientos de campesinos y de algunos sindicatos de trabajadores dotados de una concepción clasista y revolucionaria para que el socialismo sea una realidad en lo inmediato, es la burguesía la que tiene hoy el poder.
 
Más aún cuando se ha favorecido sin tapujo alguno la conformación de una nueva burguesía (integrada por los mismos cuadros de gobierno), caracterizada por un sospechoso enriquecimiento súbito que comienza a causar desaliento y enojo entre los sectores populares.
 
Todo lo anterior convierte al socialismo en mera retórica, vaciado de contenido y aprovechado para seguir una ruta de fortalecimiento de una ilusoria burguesía “nacional”. Existen sectores que desde la izquierda tradicional (PCV), apoyan este plan estratégico de la burguesía proteccionista y emergente y  aún hoy hablan de “liberación nacional”, dispuestos a seguir haciendo concesiones a la burguesía “buena” en la esperanza de que enfrentará al imperialismo y podrá encabezar un proyecto de capitalismo desarrollista que favorezca la proletarización de Venezuela como paso previo a la revolución socialista. Esta ilusión se desprende de su total incapacidad para analizar objetivamente la realidad objetiva con instrumentos científicos. Sólo el pueblo -con todas las debilidades de formación teórica que presenta- parece intuir que es el propio pueblo la propuesta mejor a seguir. El pueblo empieza lentamente a comprender que el actual modelo no se acerca al socialismo por mucho que se use un lenguaje de ruptura y se manosee el nombre y la imagen de muchas figuras destacadas del campo revolucionario.
 
Las diversas gestiones y actuaciones cumplidas se inscriben en el reformismo, en la socialdemocracia, con su dosis de populismo y demagogia, adosada a un sectarismo y a una prepotencia sólo comparable a la de adecos y copeyanos, pero nunca a la conducta comprometida, humilde y honesta de verdaderos revolucionarios y socialistas. Poco a poco, la lucha ideológica que debiera caracterizar a este proceso de cambios se ha ido inclinando a favor de los intereses de la burguesía, vieja y emergente, lo cual conduce a pensar en una conciliación de clases que, para nada, beneficiará a la revolución y al socialismo en este país, a menos que el mismo Chávez se dé cuenta de la incongruencia del rumbo adoptado y se encamine abiertamente hacia el socialismo, o contrariamente, que sea el pueblo quien reaccione contundentemente y desplace a la actual dirigencia política, erigiendo en su lugar a una verdadera vanguardia revolucionaria.
 
Así las cosas, debemos entender en forma correcta las últimas actuaciones de los distintos actores que intervienen en el escenario político venezolano. Por una parte, nos encontramos con una derecha fascista  que trata por todos los medios de forzar un acuerdo marco con el gobierno que le asegure salir lo mejor parada posible de cara a la crisis capitalista  y con vistas a las elecciones parlamentarias venideras. Para emprender esta estrategia, la derecha cuenta con operadores políticos desde dentro y fuera del gobierno que vienen reclamando un dialogo nacional.
 
Desde el gobierno se busca manejar la crisis mundial del capitalismo y su impacto en Venezuela tratando de ganar tiempo con el cual no cuenta. Es completamente imposible en el marco del actual modelo capitalista eludir los efectos de la crisis y la verdadera disyuntiva radica en quien pagará las consecuencias de esta crisis. El gobierno al parecer ya tiene una opción tomada  y esta opción no favorece precisamente a las trabajadoras y trabajadores. Hace solo una semana el mismo presidente amenazó a los trabajadores con mandarles la DIM y la DISIP si organizaban huelgas o paralizaciones reclamando sus derechos. También los trató de corruptos por querer elevar su salario  que representa menos del 15% de la burocracia estatal.
 
Estas declaraciones se produjeron en el marco de medidas tomadas contra empresas Polar por el precio del arroz, que el ministro del área se encargó de señalar como “transitorias y parciales” al tiempo que resaltaba el pleno respeto del gobierno a la propiedad privada sobre los medios de producción y el compromiso del gobierno en orden a seguir trabajando con los empresarios. No se han tomado medidas en orden debatir una reforma tributaria que grave los grandes ingresos, tampoco se ha hecho nada sobre los convenios de doble tributación y ya sabemos por boca de varios funcionarios que la propiedad privada sobre los medios de producción y la banca, no será tocada. Para los próximos días se esperan medidas encaminadas subir el precio de los combustibles a liberal otros precios y en general todo un arsenal de medidas que tiendan a una reducción general del salarios de las trabajadoras y trabajadores. En este contexto la represión abierta o velada, empieza aparecer como un fantasma que tiende a corporizarse e institucionalizarse sobre todo después de los trágicos sucesos de Anzoátegui y la reciente salvaje represión a estudiantes de la Universidad Simón Rodríguez
 
Desde el campo popular, en forma muy sectorial aún se empieza a recurrir en forma creciente a la movilización  y a las manifestaciones de calle para luchar por sus derechos. Ya se empiezan a multiplicar distintas voces que reclaman una mayor coordinación de estas luchas y pasar a niveles superiores de unidad por la base.
 
Este proceso de unidad es necesario discutirlo y empezar a llenarlo de contenido y definiciones que hoy pasan a ser fundamentales. La socialdemocracia a hecho su trabajo en el sentido de ayudar a crear toda una suerte de confusionismo ideológico y político en el seno del pueblo y a crear imágenes fuerza que la población identifique como socialistas cuando en realidad no sobrepasan una política asistencialista de parte de un Estado capitalista al servicio de sus regentes que no son otros que la clase burguesa y su lugarteniente; la burocracia.
 
De tal forma que se impone desde el campo revolucionario, una fuerte lucha ideológica y de ideas; que permita caracterizar el socialismo que queremos y que ayude a la formación de los reales conceptos revolucionarios en el seno del pueblo. Pero esta clarificación no debe asumir un carácter paternalista ni ligado al tecnicismo discursivo. Debe radicar en la práctica concreta de los sectores revolucionarios en el seno del pueblo organizado o por organizar.
 
La lucha de masas y la lucha de ideas, se deben centrar en la exigencia al gobierno por una definición en cuanto para quien y con qué medidas se gobierna. No se trata de oponerse en forma ciega al gobierno esperando que este decrete el socialismo. Esto pasará no solo porqué en su seno se encuentre una parte de la burguesía, sino que fundamentalmente el proceso de construcción de las ideas revolucionarias como sus instrumentos, dependen en esencia a los revolucionarios y al pueblo movilizado por sus derechos y en lucha a muerte en contra del capitalismo. No podemos aspirar que sea el gobierno desde el mismo Estado burgués quien desate el proceso que nos conducirá a la revolución socialista. Son las trabajadoras y trabajadores, explotadas y explotados de la ciudad y el campo quienes deben ponerse a la cabeza de un potente movimiento que de al traste con el régimen capitalista de explotación.
 
De esta forma asistimos a la expresión palpable de las leyes de guerra de la lucha de clases que empiezan a expresarse en toda su crudeza. Las ilusiones reformistas de un capitalismo con rostro humano o la transición por un capitalismo desarrollista se desploman al ritmo que imponen las bolsas internacionales y se profundiza la crisis del capitalismo. Como decíamos mas arriba, no se trata de ofrecer una oposición ciega al gobierno en este marco. Se trata de proponerles a los trabajadores y al pueblo pobre y explotado una salida auténticamente revolucionaria y socialista al modelo de explotación hoy con plena vigencia en Venezuela. Se trata por lo tanto de hacer política en serio y en grande rompiendo de una vez con todo aquello que nos impide concertarnos y avanzar en el desarrollo de una lucha de masas que sobrepase lo esencialmente reivindicativo,  economicista, parcial y fragmentario del actual momento.
 
Es en este sentido que hoy es necesario profundizar en el camino de la unidad con contenido, que se exprese en un esbozo de programa revolucionario por el socialismo. Solo de esta forma se podrá realizar el rescate exitoso de grandes masas de la población que aún hoy ponen sus esperanzas en el proyecto reformista encabezado por el presidente Chávez. En los próximos meses asistiremos al abandono progresivo de las políticas asistencialistas y al deterioro del nivel de vida de inmensos sectores de la población y no se trata solo de reclamar en ese contexto que el Estado retome su rol aistencialista, se trata y vamos a decirlo con todas sus letras de derribar a ese Estado de explotación y opresión que hace posible el funcionamiento del capitalismo. Lo demás es puro ilusionismo de mala calidad y demasiado caro para seguir comprando su comedia.
 
En resumen, podemos decir que los Guevarista hace poco tiempo hemos levantado una propuesta para empezar a realizar el camino de la unidad de los sectores revolucionarios que se resumen en diez puntos básicos o esenciales para este periodo:
 
1- Análisis de la situación internacional del capitalismo y su crisis.
2- Análisis de la situación en Venezuela desde el punto de vista de las clases sociales en pugna.
3- Rompimiento con el falso dilema gobierno-oposición, ya que la burguesía actúa en ambos bandos y en los dos mantiene intereses.
4- Independencia política de las trabajadoras, trabajadores, explotadas y explotados de la ciudad y el campo.
5- Generación de un programa propio con vistas al socialismo por parte de las organizaciones revolucionarias y de las organizaciones sociales que contemple las medidas de aplicación inmediata para trasformar la "revolución bolivariana" en revolución socialista.
6- Elaboración de un cronograma de actividades que signifiquen difundir la propuesta revolucionaria.
7- Coordinación de todas las luchas obreras y populares tendientes a lograr una sola gran movilización por todas ellas.
8- Programa de movilizaciones en el corto y mediano plazo que enfrente realmente a la burguesía.
9- La formación política de masas que signifique romper con la ideología dominante.
10- Coordinación creciente en medio del debate de las organizaciones revolucionarias tendientes a posibilitar el proceso de unidad en una sola organización política de la clase obrera y los explotados de la ciudad y el campo.
 
Este camino que proponemos, entendemos que hay que empezarlo a recorrer sin pérdida de tiempo y con una decisión cargada de audacia y valentía política que nuestro pueblo sabrá reconocer llegado el momento de las definiciones mayores. Por lo tanto para el actual periodo se impone el desarrollo ascendente, multiforme, combinado y concertado de la lucha de masas y como parte del mismo proceso, lucha de ideas que rescate el verdadero significado del socialismo revolucionario que no tiene nada en común con la deformación reformista tan en baga hoy en América Latina y en Venezuela. En esta lucha, los Guevaristas pretendemos jugar un rol importante en todos los planos que nos permita nuestra capacidad teórica y práctica. En eso trabajamos todos los días.
 
Queremos cerrar estas líneas recordando al inmortal revolucionario guevarista y oriental, Raúl Sendic, quien por estos días estaría de cumpleaños. Su ejemplo y entrega revolucionario nos reta a seguir por la vía de quienes como él, se dieron a la tarea titánica de crear en vez de repetir y de luchar en vez de claudicar. En su ejemplo nos debemos formar los Guevaristas y revolucionarios. ¡¡Salud Raúl; tus ideas están vivas en todos nosotros!!
 
¡¡Que la crisis la paguen los ricos, revolución socialista ya!!
 
Construyendo la idea y el instrumento revolucionario,
 
Movimiento Guevarista Revolucionario



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