El movimiento militar del año 1974, en Portugal se puso fin a la tiranía salazarista.
En la madrugada del jueves 25 de abril de 1974, un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas portuguesas tomó los puntos estratégicos de Lisboa, incluyendo las radios y la televisión, y obligó a Marcelo Caetano a entregar el poder a los sublevados. Dispuestos a derrocar a la dictadura más vieja de Europa que impedía que ellos pudieran acceder al cargo de capitanes, aunque pelearan al servicio del imperio en las guerras coloniales de Angola y Mozambique, los soldados del MFA avanzaron sobre la ciudad.
El pueblo se echó a la calle en una jornada que emocionó no sólo a Portugal sino a todo el mundo. , puso fin a 48 años de dictadura en la que Antonio de Oliveira Salazar mantuvo en Portugal el Estado, basado en una ideología nacionalista integrista, en el que las colonias eran determinantes para la vida económica y el sostenimiento político
Pocos días antes del 25, en Caparica, el Movimiento de los Capitanes había elegido a sus responsables: Otelo Saraiva de Carvalho, Victor Alves y Vasco Lourenço. El mayor Otelo, que coordinó las operaciones de aquel golpe, considera que el momento decisivo de la Revolución fue la rendición del Gobierno: la memoria colectiva portuguesa vuelven estos días a evocar aquella «gloriosa madrugada, en la que los tanques salieron a las calles» y fueron aplaudidos por la multitud. Una vendedora de flores de Plaza del Comercio regalaba su cargamento de claveles rojos a los soldados bautizando, para la historia, a la revolución de Portugal
. Los soldados ponían en las bocas de sus fusiles los claveles que, a su paso, les regalaban las floristas.
Después de casi medio siglo, los portugueses iban a estrenar libertades. Mientras decía adiós a la dictadura, los presos políticos eran liberados y volvían los exiliados. También las ex colonias pasaron a ser estados independientes. Los militares moderados preconizan una democracia occidental, y los seguidores de Otelo Saraiva de Carvalho proponen una profundización Revolución en el Documento del Copcon.
El proletariado había pasado a la ofensiva y la clase dominante ya no contaba con el ejército para reprimir a las masas.
El 1º de Mayo, la clase obrera irrumpe en la escena: los trabajadores de astilleros, y los mineros, los se movilizan por aumento de salarios y porque se expulse a los fascistas de las direcciones de las empresas. Inmediatamente se producen las primeras ocupaciones de fábricas y las primeras experiencias de control obrero.
Mientras
tanto, Spínola prepara el contraataque. En el mes de setiembre convoca a una
manifestación contra el “caos”, con panfletos firmados como “la mayoría
silenciosa”.
La respuesta de los obreros no se hace esperar: la noche previa a esa
manifestación, organizan piquetes y barricadas al grito de “¡No Pasarán!”.
Un ministro de gobierno declara que “con el fin de salvaguardar la paz y la tranquilidad entre los portugueses, esas barricadas deben ser levantadas inmediatamente, permitiendo así el tránsito de vehículos. Sin embargo, los obreros hacen caso omiso y las barricadas sólo se disuelven tras reiterados llamamientos del MFA a que retorne el “orden”.
Spínola el Judas, es reemplazado por el general Costa Gomes. “La burguesía se
había convencido de que, por el momento, no podía regimentar y derrotar al
movimiento obrero y de masas. Por eso buscó entre sus servidores a un gran
negociador, capaz de utilizar a la democracia pequeñoburguesa para
desacelerarlo, frenarlo y, por último, derrotarlo.
” Fortalecida por el triunfo de las barricadas, la clase obrera protagoniza asambleas, huelgas, ocupaciones de fábricas y casas de burgueses. En algunas empresas se impide el ingreso de los patrones y se controla la producción.
El 8 de febrero, las fuerzas especiales del COPCON son enviadas para contener
una manifestación no autorizada por el gobierno. Pero frente a los obreros, los
soldados levantan los puños al grito de “¡Marineros
y soldados, también son explotados!”
La burguesía pierde la paciencia y prepara el tercer intento de golpe del 11 de
marzo de 1975. Pero la respuesta de las masas otra vez es contundente: obreros
y soldados se lanzan a ocupar fábricas y cuarteles.
La clase obrera sobrepasa a sus propias direcciones en la lucha: “Las
ocupaciones de fábricas, predios, palacios e inmuebles –estos últimos,
rápidamente transformados en clínicas populares, en centros de socorros mutuos,
casas cuna, en lugares de recreación o de descanso o en sedes de organizaciones
populares– han tomado por sorpresa a los partidos de la coalición.
«La burguesía se vio obligada a dar el golpe de Estado del 25 de noviembre de 1975» y los moderados triunfaron, garantizando las elecciones.
El Portugal de hoy no es el que soñaron en aquel 25 de abril, Lisboa entera se echó a las calles en apoyo al Golpe de Estado, para expresar su repulsa al actual Gobierno y su fé en la libertad.
Aquella aprobación masiva popular de la Revolución se simbolizó en los claveles que se colocaron en las armas de los soldados que estaban en la calle, signo de la libertad que acababa de recuperarse. Al mediodía, los golpistas, con Spínola al frente, lograron que Caetano y su presidente Thomaz, dimitieran. Rapidamente se anunció la liberación de presos políticos, el retorno de todos los portugueses exiliados y la detención de los miembros de la temida Policía Política.
La oligarquía, Protagonizan
movilizaciones y huelgas. Al mismo tiempo, se producen manifestaciones
masivas de soldados en Oporto y Lisboa.
De forma desesperada, ante el rumbo derechista del gobierno, los paracaidistas
encabezan una rebelión el 25 de noviembre, que
no es respaldada por la clase obrera que ya empieza a sufrir los efectos de la
desmovilización propugnada por sus direcciones.
Aún así, la burguesía no pudo acabar con la Revolución de los Claveles
mediante la contrarrevolución sangrienta.
El temor al
proletariado revolucionario está implícito en la salida “democrática” con la
que la clase dominante tuvo que poner fin a este período, con la firme
colaboración de las direcciones del PS y el PC.
El proletariado dio todo de sí, pero la
“revolución rota” dejó grabada en la historia una lección: en Portugal faltó un partido revolucionario
de la clase obrera que planteara la lucha decidida por un gobierno de las
comisiones obreras, contra el gobierno de conciliación de clases del MFA-PS-PC.
Las generaciones futuras del proletariado sin duda, sacarán, esta lección,
al mismo tiempo que con los rojos claveles recordarán a los heroicos obreros y soldados de Portugal, al son
de Grandola, vila morena...