La exaltación de la memoria de los luchadores socialistas que entregaron sus sacrificios y vidas por las venezolanas y venezolanos en aras de una sociedad mejor, todavía es una deuda que tenemos quienes hoy podemos ver las luces al final del túnel en este tránsito hacia el socialismo.
Dos de ellos han sido permanentes
recuerdos de imborrable pensamiento revolucionario, Salom Mesa Espinoza
y Jorge Rodríguez, el primer campesino –obrero que padeció cárcel
diez años en la dictadura de Pérez Jiménez y dos durante el primer
Gobierno de Carlos Andrés Pérez y el segundo de las filas estudiantiles
del MIR y posteriormente fundador de la Liga Socialista en la década
de los setenta.
Lo digo para que las nuevas
generaciones reconozcan que ellos junto a muchos otros labraron el camino
que hoy transitamos, ambos torturados, asediados y el último asesinado
durante un episodio que el entonces Gobierno de Carlos Andrés Pérez
trató de ocultar pero ya se había manchado con sangre la historia
contemporánea de Venezuela.
Entonces a David Nieves y a
Salom Mesa Espinoza el pueblo venezolano los liberó con sus votos
en 1978. Recuerdo las palabras de Salom en la Plaza Bolívar de San
José de Guaribe en Guárico de donde era oriundo, al decir que ese
Presidente (Pérez) sería juzgado en un tribunal internacional por
las atrocidades de lesa humanidad cometidas en su gobierno y dijo que
muchos de sus personeros eran indignos de ser considerados ”personalidades”
por cualquier venezolana o venezolano. Ese cometido no se cumplió no
obstante Carlos Andrés Pérez como todos sabemos fue juzgado en los
90 por su bárbaro comportamiento durante su segundo gobierno y hoy
lo espera una muerte que ha sido larga, infeliz y tormentosa.
De Jorge, desde hace más de
treinta años sus amigos y familiares lo recuerdan en una reunión que
realizan todos los años en el Cementerio General del Sur de Caracas
y que no ha tenido intermitencia durante más de tres décadas, desde
que un grupo de torturadores le destrozó su cuerpo a golpes en un antro
de la Disip el año 1976 y cuya muerte desató un huracán político
nacional que obligó al Gobierno de Carlos Andrés Pérez a urdir un
plan de confusión informativa aprovechando el secuestro del industrial
norteamericano del vidrio William Frank Nihouse para involucrar
a Salom Mesa entonces diputado y alto dirigente del Movimiento Electoral
del Pueblo con el objeto de desviar la atención pública del grave
crimen cometido contra Jorge Rodríguez.
Era parte de las jugadas que
entonces usaba y siguen usando los laboratorios de guerra sucia de la
derecha internacional cada vez que se sienten acorralados, la confusión,
la dilatación de situaciones para ganar tiempo (Honduras)la compra
de conciencias, el chivatazo como métodos para contraatacar al
movimiento revolucionario.
Todavía hoy los fantasmas
que delataron a Jorge Rodríguez, que para entonces era perseguido,
siguen presentes en este proceso dando vueltas como mendrugos de una
tierra llana que hoy labramos para sembrarlas de amor y ternura.
La pena eterna por haber causado
un daño severo al proceso revolucionario con la delación de este revolucionario
no se paga con otro castigo que con el constante recuerdo de sus
sueños y la permanente memoria de sus palabras hirientes
porque Jorge Rodríguez no solo representó y representa el hombre
orgánico que construía estructuras por la unidad de la izquierda
sino por sus escritos donde esta contenido el pensamiento liberador
de estos tiempos.
La traición a los principios revolucionarios como las delaciones castigan de manera insostenible al que sin tener el valor de preservarlos para la posteridad no es capaz de mantenerlos en sanidad, Jorge estuvo preparado siempre para aguantar la más fiera tortura y se sometió a prueba en su último momento pero en sus escritos dejó testimonio para aquellos que hasta meses antes de su muerte fueron sus referentes y que hoy han dejado el camino revolucionario.
En el discurso de presentación
del libro “Después del túnel” en marzo de 1976 Jorge Rodríguez
decía “es la noche de Gabriel Puerta, de Carlos Betancourt,
es la noche de Julio Escalona y Douglas Bravo que han sabido mantener
con firmeza sus principios y respeto a la palabra empeñada”. Los
años han pasado, cada quien que asuma en su conciencia su responsabilidad
ante la historia y juzgue el peso de esas palabras de Jorge que desde
la eternidad nos reclama mayor compromiso en un tiempo cuando
seguimos necesitando la unidad por la que ambos tanto Salom como Jorge,
lucharon mientras tenían vitalidad pero que en la memoria imborrable
nos la recuerdan permanentemente.