En verdad que la rebelión popular protagonizada por el pueblo caraqueño en 1989, fue la mecha que aceleró y prendió la insurrección militar del 4F92, la cual logró el debilitamiento y posterior derrocamiento del puntofijismo burgués, lo que nos condujo a la Revolución Bolivariana y socialista. El gobierno que nos dimos los venezolanos en febrero de 1999, bien merece el nombre de revolucionario con que lo bautizó el pueblo, marca, un antes y un después, marca, una nueva época en la historia política de Venezuela, porque la participación popular en la acción se revela imprescindible. Por primera vez, el pueblo participa con propiedad propia en este movimiento dirigido contra el viejo orden político puntofijista. Es preciso comenzar por quitar los innumerables obstáculos no sólo legislativos y judiciales, sino aun políticos, económicos y sociales, que en la vida pública de nuestro país, tal como es hoy, se oponen a que el socialismo se constituya entre nosotros como un elemento libre, independiente, de vida de todos los venezolanos.
A decir verdad, nunca se imaginaron la mayoría de “los dirigentes de esa exquisita izquierda muy democrática” de los años 60, (algunos de ellos todavía deambulan por ahí dando lástima como lo que son, cadáveres insepultos) que no tenían proyecto ni ideas, ni se imaginaban una revolución de este alcance; sólo un idealista como el comandante Chávez apoyado por el pueblo, se lanzó a ese movimiento revolucionario que conmovió los cimientos de la vieja burguesía esclavista y racista desde los lúgubres tiempos de la colonia. Estos “líderes políticos izquierdistas” de los tiempos del puntofijismo, no tenían ni buenas ni malas entrañas. No tenían entrañas. Sólo les interesaba la conveniencia o utilidad del pueblo, y finalmente, se olvidaron del pueblo a quien han soliviantado, y se transformaron en la casta más ensoberbecida, fraudulenta y exclusivista.
La coyuntura expansionista de desarrollo en salud, educación, vivienda y todo lo que las Misiones Sociales significan para el pueblo en este decenio del Gobierno de la Revolución Bolivariana, de lo cual todos somos testigos, continúa su curva ascendente. Sin duda, las inversiones del Estado que comienza a participar en la financiación y creación de empresas de propiedad social de la industria agroalimentaria, estimulado por la carencia de estos productos y mayor acaparamiento por parte de los comerciantes sin entrañas, lo que produce la especulación en los precios de los productos agrícolas en el decenio que nos ocupa. No obstante todavía, el desarrollo de las fuerzas de producción está limitado sólo a las partes del país señaladas. La base económica de Venezuela sigue siendo el Petróleo con reminiscencias feudales y una parte de la población activa continua consagrada a la economía artesanal e informal y otra parte a la agricultura. Para contrarrestar esta anomalía el Comandante Presidente, convocó a todas las fuerzas productivas del país a participar en la creación de Empresas Mixtas de producción social, en todas las ramas de la economía. Ya que la ideología medioeval de los grandes propietarios hace que éstos orienten sus beneficios hacia los gastos de lujo, o a lo sumo a la adquisición de títulos de la deuda pública, pero no a intervenir en empresas de producción necesarias para el desarrollo del país y la creación de puestos de trabajo.
Dicho eso, importa señalar que las apreciaciones sobre precios y salarios están sujetas a reservas y que aún es necesario investigar en este terreno para poder precisar. Por ejemplo, los beneficios de los industriales y comerciantes son mucho más considerables que lo que puede deducirse, teniendo en cuenta el poder adquisitivo muy relativo de los salarios de los trabajadores. En el caso de los industriales e importadores no se trata sólo de la curva alcista general de precios, sino de la mayor ganancia conseguida por la introducción de los productos de importación en el mercado nacional y al aumento cuantitativo de los precios. El frente revolucionario debe ser cada vez más coherente para impedir la usurera escalada especulativa de los productos de primera necesidad. Creemos que la coyuntura histórica es: Hay un obstáculo a derribar y no es posible derribarlo sin el concurso de todos. Podemos decir sin exageración que todas las fuerzas deben coincidir en la acción para impedir la asfixia del país a manos de las exiguas camarillas pulperas, fascistas, oposicionistas.
Nada nuevo podría decirse sobre las clases burguesas puntofijistas que tradicionalmente habían dirigido la política venezolana. En nada cambiaron los grandes propietarios de la tierra y de los que se beneficiaron por más de cien años con los beneficios provenientes del petróleo que eran propiedad de todos los venezolanos, como no fuera mostrar cierto interés por las empresas bancarias. Si los cambios de conciencia experimentados en esas clases se relacionan estrechamente con la vinculación hecha por el pueblo entre su nivel de vida y el nivel de otras clases, entre sus problemas económicos y la vida política del país, estableciendo una línea divisoria entre los que pretenden limitar la Revolución a un simple cambio de gobierno y los extensos sectores de las clases populares de trabajadores de las ciudades y del campo, empeñados en librar batalla por la revolución socialista y la efectiva democratización participativa del país. Por lo tanto, motivado a la usura especulativa preciso será examinar cuáles son las relaciones entre precios y salarios, tanto para los trabajadores de la ciudad como para los del campo.
En los gobiernos IV republicanos, el neoliberalismo dejaba inerme al capital venezolano frente al extranjero más poderoso; las políticas económicas de los gobiernos puntofijistas tampoco manifestaron ninguna inquietud ante las decrecientes inversiones de capitales nacionales. La fuga de divisas originadas por la apátrida burguesía, y las antiguas inversiones extranjeras que repatriaban sus beneficios a los países de origen, así como el aumento considerable de la Deuda interior y exterior, hicieron que la balanza de pagos fuera desfavorable al país. Los sucesivos gobiernos turnantes creían cerrar las brechas abiertas con el remedio momentáneo de nuevos créditos a la burguesía nacional e inversiones y crédito exterior, medidas que, a la larga, no hacían sino gravar más y más la economía y la Hacienda venezolana.
Con la Revolución Bolivariana nos llego la era que pone a prueba el alma de los hombres y mujeres. Los y las patriot@s soldad@s de la FAN Bolivariana, en esta crisis, quieren consagrarse al servicio del país; porque el que lo sirve en este momento merece el amor y el agradecimiento del pueblo. La técnica de tratar con ciertos grupos políticos cuyas opiniones no son del agrado de ciertos grupos de individuos poderosos ha sido perfeccionada por el Gobierno Revolucionario. La sabiduría colectiva, es sustituto adecuado de la inteligencia del pueblo, que se opone a las opiniones que reciben de estas castas que han sido, desdichadamente, la causa contraria a todo progreso tanto en lo económico y lo social, como moral e intelectual. Esta situación da alientos al rechazo más intransigente por parte de las masas revolucionarias, que luchan por la igualdad y la justicia.
El Estado, como la forma exterior de la justicia social, debe asegurar al pueblo para cumplir libremente su destino; pero las condiciones interiores de libertad y de mérito moral, las intimidades del ánimo a las potencias superiores del entendimiento y de la voluntad actúan fuera de su esfera y sobre sus medios. Bajo estos respectos, el Estado puede sólo dar condiciones exteriores, puede concurrir, débilmente, prestando derecho a la actividad relativa del destino del pueblo. Estamos fallando lamentablemente, en este aspecto, por carecer de los suficientes centros de ideologización y concienciación. El mejoramiento gradual posible, los métodos por los cuales puede lograrse este objetivo, es por medio de la educación socialista.
Uno halla, al considerar que todo el progreso del sentimiento humano, que toda mejora educativa, que toda mejora de la ley penal, que todo paso hacia la disminución de la desigualdad, que toda mitigación de la esclavitud, que todo progreso moral realizado en el país por el Gobierno Revolucionario, es obstaculizado constantemente por el oposicionismo. La persecución de las formas populares de la inteligencia por parte de la burguesía es un peligro muy grave para la Revolución, y con frecuencia ha sido la causa de las desavenencias sociales ¿Pero por qué el Estado no trata a través de los medios públicos de comunicación enfrentar y direccionar la vida interior de estas instituciones burguesas?
Esta vez y para siempre, si parece destruida la casta que por todos sus prejuicios y falta de identidad con una población mayoritariamente mestiza, hicieron de Venezuela, además de feudal, un país esclavista.
—Dichoso el pueblo venezolano que ve en su Comandante Presidente el apoyo más firme del orden social, el cimiento más seguro de la paz pública, el defensor más resuelto de las instituciones, la base más sólida del bienestar y de la felicidad de la Patria.
manueltaibo@cantv.net