Pero no es sólo en la reducción de este riesgo donde radica la razón de ser de este programa. Ella también se encuentra en la promoción de la contracultura revolucionaria. Palpablemente, el contenido del programa propende a romper la contradicción básica, individual y colectiva, existente entre cultura y natura. Se intenta así privilegiar la racionalidad humana, apoyada en la libertad, como condición sine qua non de la naturaleza humana. En otras palabras, como la potestad individual y colectiva de elegir, entre un sinnúmero de posibilidades, el arquetipo ideal que se marca como propósito de la existencia humana. Y de las asociaciones construidas por el hombre. Se convierte así a este animal en el único ser vivo con una conducta teleológicamente orientada (inclinada a fines -valores-) de naturaleza ética.
Pero eso no agota la contribución de este programa para el avance del socialismo. La idea del internacionalismo, como condición necesaria y suficiente para el avance de la revolución, está en el foco del contenido. Así se genera una profunda contradicción con el burocratismo que realza el nacionalismo. Una tendencia que al decir de Rosa de Luxemburgo, permite enfrentar el proletariado con el proletariado. El caso de la guerra franco-prusiana (1870-72) es emblemático de esta conducta irracional. De hecho, este fenómeno beneficia a las oligarquías al anular los impulsos revolucionarios de las masas oprimidas. Un acaecimiento destructivo de la dialéctica impulsora del ascenso humano. La elevación material y moral de los hombres y mujeres que configuran las comunidades humanas, que este nacionalismo propende a detener.
De esta forma ENcontrARTE se constituye en paradigma orientador de todo el esfuerzo comunicacional que debe caracterizar la estrategia comunicacional revolucionaria.
En todos los ámbitos funcionales donde está presente el movimiento de cambio, hay aspectos positivos que contribuirían a profundizar.