Perros de la guerra

¿Cuál y cómo será el próximo conflicto?

El cumplimiento de la promesa realizada por Barak Obama de retirar de Irak 60.000 soldados activos, abandonando los que quedan en Irak la condición de “combate” y pasando a la de “entrenamiento y asesoramiento” (parámetros definidos por él mismo) constituye un acontecimiento con lecturas y repercusiones que van mucho más allá del mero hecho noticioso. 

El hecho en sí 

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. La primera cosa a destacar es que esta retirada, anunciada con un discurso oficial del propio Obama y de gran repercusión en la red de medios corporativos, deja detrás de sí grandes y ocultos secretos. Nadie habla de cuál será realmente la tarea de los 50.000 hombres que quedan en Irak, de cuál será el número actual y futuro de “contratistas” (eufemismo neoliberal por no decir mercenarios), y sobre todo no se habla -y será muy difícil averiguarlo- que ha sucedido en realidad con el petróleo de Irak. No se sabe públicamente si la retirada se hace dejando a las transnacionales petroleras con el control absoluto del flujo de petróleo y sí esto es así, cuál es la verdadera producción actual, o si los actos de guerra de Saddam y de la resistencia han dejado secos, semivacíos o inútiles los campos petroleros iraquíes (con lo cual el principal incentivo que tuvo esta guerra –apoderarse del petróleo de Irak- habría sido el primer fracaso). 

La segunda cuestión es el significado de esta retirada para los Estados Unidos y para el mundo. Varios analistas no han dudado en calificarla como “un nuevo Vietnam”. Sin embargo creemos que debemos ser cuidadosos para valorar las diferencias. La guerra de Vietnam fue la guerra más larga que han tenido los Estados Unidos y en ella se enfrentaban a un enemigo que, por una parte  era un país organizado (Vietnam del Norte) y por otra parte un sistema de guerrillas (Vietcong) de larga data, heredero del Viet Minh, ambos operando en el territorio de lo que era Vietnam del Sur, y ambos enemigos unidos por objetivos comunes (expulsar al invasor e unificar su país). En el caso de Irak, los tiempos son otros. A pesar de tener en los papeles sistemas de armamentos más sofisticados y poderosos, los Estados Unidos de hoy no son los de aquella época. Sobre todo que su capacidad económica para mantener la guerra no es en absoluto la misma. El país que están abandonando no es el Vietnam que a pesar de la devastación se unificó rápidamente y se constituyó en el actual país emergente. Dejan tras sí hoy la tierra yerma, la tabula rasa en que convirtieron a Irak, al cual saquearon y asolaron. Y dejan una resistencia dividida en pequeñas fracciones que guerrean entre sí y no tienen objetivos comunes, ni las perspectivas de reconstruir un país. Y la diferencia final es que Vietnam era la única gran guerra de invasión que mantenían, en plena guerra fría. 

De allí viene el tercer asunto que tiene que ver con esta retirada, y es qué lugar ocupa el cambio de esta variable en el sistema geopolítico general. Aparentemente esta retirada tiene que ver con la incapacidad del estado norteamericano para atender a la vez múltiples frentes de batalla. Y esta incapacidad puede no ser estrictamente militar, tiene que ver sobre todo con capacidad económica y logística. Está directamente relacionada además con la crisis financiera y económica general que comenzara en el 2006 y no tiene todavía síntomas de detenerse, y con los monstruosos déficits que sigue acumulando el estado norteamericano. Si los Estados Unidos consideran la necesidad de abrir otro frente de batalla, teniendo en cuenta además lo que les está sucediendo en Afganistán, esta retirada sería un paso lógico y necesario. 

Los perros de la guerra 

Ya lo hemos enunciado antes, la crisis económica general, la caída en los países desarrollados del consumo y de la producción, acelera las necesidades de las grandes corporaciones, que presionan para el desarrollo de conflictos bélicos que sustituyan el decreciente consumo de las clases medias de los países centrales y de las oligarquías de los periféricos, por el consumo masivo de equipamiento militar y logístico, permitiendo mantener las ganancias habituales a los grandes conglomerados corporativos. 

De esta manera, el gobierno norteamericano se ve impulsado (con el apoyo de sus derechas tradicionales promotoras del Destino Manifiesto) a mantener en este Siglo XXI conflictos bélicos activos, impulsados sobre todo por estos intereses económicos (sin dejar de lado por supuesto los políticos y sociales), para consumir grandes cantidades de insumos, tanto de la propia industria militar como de logística e infraestructura. 

El panorama general  

Unos sesenta días antes de esta retirada, teníamos un panorama general mundial con tres conflictos activos (Afganistán, Irak y Medio Oriente), y varios puntos de tensión con posibilidades concretas de estallar en diferentes lugares del planeta. El principal de estos puntos álgidos era el ataque mediático y la imposición de sanciones a rajatabla a Irán -en la búsqueda de crear la situación de guerra- luego teníamos a India y Pakistán (un conflicto en tensión de larga data), a la Península de Corea, a Somalia (con la posibilidad de una nueva invasión) y en nuestra Latinoamérica la tensión creciente en ese momento entre Colombia y Venezuela producida por el agónico gobierno de Álvaro Uribe. 

Pero estamos en una situación geopolítica coyuntural, caracterizada por la fluidez y cambios inesperados en todo el proceso. Leyendo en estos días a un analista político chileno de la derecha, que realizaba muy sesgadamente consideraciones sobre el próximo proceso de elecciones en Venezuela, vimos sin embargo que establecía una base de análisis verdadera. Decía que quienes nos dedicamos a realizar análisis sociales y políticos no podemos predecir el futuro. Que podemos establecer ciertos escenarios como posibles realidades, pero que no somos zhaoríes ni elaboradores de horóscopos, y nadie puede pedirnos que establezcamos con precisión los resultados posteriores de los procesos. Posiblemente estaba intuyendo que nuestro sistema-mundo está atravesando un estado que los científicos llaman caótico, lo cual no quiere decir que “todo es un caos”, sino que cuando un sistema complejo entra en este estado, cualquier mínima variación en cualquiera de sus variables, puede producir efectos generales insólitos en todo el sistema (el efecto mariposa). Y que cuando un sistema entra en este estado, es por definición estructuralmente impredecible, lo máximo que podremos determinar en esta situación son los parámetros límites entre los cuales se moverá todo el sistema (sus atractores). 

Esta situación tan fluida ha sufrido varios cambios importantes, muchos de los puntos de tensión han “aflojado”.   

  1. En Latinoamérica, la ascensión al poder de Juan Manuel Santos ha producido una notable distensión con Venezuela. A pesar de ser Santos un “halcón”, evidentemente a diferencia de Uribe, pertenece y es fiel a los intereses de la oligarquía colombiana, que ha visto muy resentidos sus negocios al haber perdido los 8.000 millones de dólares que vendían anualmente a su vecino. El acercamiento ha sido notorio,  a partir de una entrevista en Santa Marta de los dos presidentes (Chávez y Santos) y el establecimiento de varias comisiones binacionales para resolver los problemas comunes de una frontera con más de 2.300 km. de largo.
  2. La invasión a Somalia se ha visto demorada o suspendida, entre otras causas porque la gran recesión en Europa pone a sus gobiernos, quienes hubieran sido los protagonistas de este conflicto, en una situación muy difícil para poder comenzar una aventura militar.
  3. En Corea, a pesar de la presión realizada por Estados Unidos y Corea del Sur, acusando a Corea del Norte de haber hundido un barco surcoreano, y de las maniobras militares conjuntas de los dos primeros, muy cercanas a la zona de conflicto, no sucedió ningún incidente que justificara el estallido de un conflicto. Lo que parece acontecer, es que a pesar de la notoria influencia de Estados Unidos sobre Corea del Sur, ambas coreas parecen estar de acuerdo en no caer en la posibilidad de un enfrentamiento armado.
  4. La devastación que las lluvias y las inmensas inundaciones provocaron en Pakistán, donde entre seis y ocho millones de personas quedaron a la intemperie, sin comida ni ningún tipo de atención, ha provocado de hecho un alejamiento de toda posibilidad de conflicto, porque uno de los países implicados (a pesar de tener un arsenal nuclear) no ha quedado en condiciones de afrontar una situación de ese tipo.
  5. La retirada de Irak que anunciamos al principio, a pesar de las dudas, significa de todas maneras una distracción de fuerzas para los Estados Unidos, que comienzan a alejarse del conflicto que ellos iniciaron que les está costando demasiado esfuerzo económico y político.
  6. Finalmente, mientras estamos escribiendo, están reunidos el primer ministro de Israel, el primer ministro de Palestina, la secretaria de estado de los Estados Unidos y el encargado de ese país para el Medio Oriente, en la búsqueda de algún tipo de acuerdo para la zona, con el cual, aunque no se sea muy optimista de sus resultados, de todas maneras se produce algún tipo de distensión.
 

La guerra en Irán 

¿Qué queda entonces para abastecer las necesidades de los perros de la guerra? Iniciar el conflicto bélico con Irán.  

Los Estados Unidos no han estado dispuestos a ningún tipo de negociación con el gobierno persa. Han rechazado inclusive el acuerdo logrado por Brasil, Turquía y Rusia con Irán para el enriquecimiento de su uranio. Situación que provocó la indignación de Lula da Silva, quien explicó como ese acuerdo es el mismo que hace un tiempo los norteamericanos habían propuesto, y como esta vez lo han rechazado. 

Las sanciones logradas por Estados Unidos a través del Consejo de Seguridad de la ONU, así  como las aún más duras impuestas por la Comunidad Europea son la excusa que en este caso puede desatar el conflicto. Entre el 7 y el 9 de septiembre se vence el plazo auto impuesto por el Consejo de Seguridad, que permitirá (con su propio aval) detener e inspeccionar buques que se dirijan a Irán. Los Estados Unidos e Israel han colocado una flota en el Mar Rojo, frente a las costas iraníes, que podría intentar estas inspecciones, y los iraníes han declarado que no permitirán que estas se realicen. 

La mesa está servida para comenzar un nuevo conflicto. Un conflicto que no será sencillo. Irán no es Irak. Los posibles invasores se encontrarán con un país con un gran contingente de hombres en armas, muy bien equipado militarmente y con un pueblo creyente que en caso de conflicto apoyará a su gobierno y con una situación geográfica compleja y variada. Aún la oposición política al actual gobierno de Irán, no sólo no ha podido ser manejada por Estados Unidos, sino que es muy probable que en caso de conflicto apoye también a su gobierno. 

Por otro lado, una posible invasión sólo sería posible desde las costas iraníes sobre el Mar Rojo, donde casualmente este país tiene una importante cadena de fortalezas, que además de estar equipadas con armamento tradicional, cuentan con proyectiles Gusano de Seda de fabricación china que tienen la capacidad para hundir hasta los más sofisticados barcos o portaaviones norteamericanos, ya que no son detectables por el radar, porque vuelan a medio metro de altura sobre las aguas. 

Una invasión sería entonces muy costosa para los Estados Unidos, en lo económico y en lo político, y correrían con el grave riesgo de un rápido y estrepitoso fracaso. 

La guerra nuclear 

Posiblemente por estas últimas consideraciones es que Fidel Castro ha incorporado a sus análisis, y se ha convertido en un tópico de discusión general, la posibilidad de que este conflicto desencadene el uso de armas nucleares. Este es un asunto muy serio, de primera prioridad para la humanidad. Desde 1945, y sobre todo desde 1949 cuando la Unión Soviética se convirtió en la segunda potencia nuclear en el planeta, la espada de Damocles del conflicto atómico pende sobre nuestras cabezas. 

Quien esto escribe no cree que el conflicto llegue hasta ese extremo, y pensamos que existen varias razones para creerlo. 

En primer lugar, considerar que la única vez que las armas nucleares han sido usadas, su uso fue aprobado por un presidente norteamericano (Harry Truman) quien había llegado a ese cargo sólo por ser vicepresidente (parte de una fórmula política del partido Demócrata) de Roosevelt y ante su fallecimiento. No era el hombre de Estado que la situación de guerra con Japón estaba reclamando. Los halcones militares lo convencieron de aprobar el ataque nuclear, y aún así las crónicas dicen que Truman se resistió mucho a tomar esa decisión. Aquí aplican entonces los argumentos de Fidel con respecto a Obama, quien es un individuo de otro tenor, que será muy difícil que tome la decisión de apretar el botón rojo, conciente que pasaría a la historia como el responsable de un holocausto. Agregando además que en ese momento, las únicas armas nucleares las tenían los Estados Unidos, no existía ninguna posibilidad de respuesta similar. 

En segundo lugar, que atacar con bombas atómicas a Irán no deja ganancias. Si los principales impulsores del conflicto son las corporaciones, ellas necesitan una guerra convencional, que “queme” materiales bélicos y logísticos y no una devastación indiscriminada producida por un material bélico que ya existe y que no sería “renovable”.  

La consideración que apoyaría además el uso de armas nucleares tiene que ver con el papel del Estado de Israel en ese conflicto. Si a las corporaciones y a los Estados Unidos les interesa cambiar la situación en Irán es sobre todo para poder disponer del importante flujo petrolero de ese país, y para controlar militarmente la zona, ya que el Estado Persa tiene una situación geopolítica muy importante (tiene fronteras con Rusia y varios estados claves de la región). El interés de Israel en el conflicto es diferente, la ultra derecha sionista considera que Irán es un peligro para la supervivencia de Israel, por lo cual no les importaría la utilización de proyectiles atómicos para acabar con esa “amenaza”. Sin embargo, parece ser cierto que a pesar que Israel dispone de un arsenal atómico (un secreto a voces), aparentemente los Estados Unidos no permitirían que fuera quien lo utilizara. Este arsenal parece estar destinado solamente a la disuasión final, en caso de un peligro inminente a la propia existencia de Israel. 

Finalmente, luego de haber vivido muy de cerca (pegados durante varios días al radio de onda corta) la crisis de los proyectiles en 1962, la ocasión en que la humanidad estuvo más cerca de la guerra nuclear, creemos que en determinados momentos parece actuar una variable “biológica” (de supervivencia de la especie) en las decisiones políticas. Es una hipótesis razonable frente al resultado final de aquella crisis, que tenía todas las posibilidades a favor del holocausto nuclear. Pareciera como que en el inconciente colectivo (aún en el de los más duros halcones) existiera el conocimiento de que el uso de las armas atómicas pondría a la humanidad en la situación de un match de box realizado con granadas de mano, sin ningún posible ganador. 

Concluyendo 

Aparentemente vamos directo a un conflicto en Irán, un conflicto convencional que constituiría una peligrosa aventura para los Estados Unidos e Israel. Un conflicto con resultados muy difícilmente previsibles.  

Esperamos (parafraseando a Fidel) equivocarnos en el planteo de este escenario, y en el caso que éste se diera, no equivocarnos respecto a la guerra nuclear. La humanidad lo está necesitando. 

miguelguaglianone@gmail.com 


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Miguel Guaglianone

Comunicador, productor creativo, investigador, escritor. Jefe de Redacción del grupo de análisis social, político y cultural Barómetro Internacional.

 miguelguaglianone@gmail.com

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