Desde la década de los años 80, cuando Ronald Reagan asumió el poder en los EE.UU., el término “fundamentalista” fue desviado en su propósito incriminatorio a la religión del islam y sus afines. Desde entonces el mundo árabe ha sido satanizado en sus luchas por defenderse de las agresiones sionistas y yanquis, tildándolos de asesinos desquiciados, fanáticos religiosos y propulsores de una “guerra santa” (Jihad) absurda y totalmente irracional que “amenaza” la paz mundial. Una paz que solamente existe en la mente retorcida del imperialismo gringo-sionista.
Revisando los conceptos sobre el fundamentalismo, encontraremos su nacimiento y desarrollo en los Estados Unidos de Norteamérica. La propia Wikipedia, perteneciente al imperio yanqui, define al término “fundamentalismo” como naciente en las entrañas de ese país. El reconocido analista Thierry Meyssan en su investigación sobre los orígenes de la pseudodemocracia norteamericana, nos relata que “los puritanos que fundaron estados Unidos querían construir una “ciudad radiante” que alumbraría el mundo. Se veían a sí mismos como misionarios de un modelo político”. Los fundadores de esa nación y sus colonizados se consideran como “una luz encima de la montaña”. Sin comentarios.
James Monroe, creador de la infame Doctrina Monroe, fue otro fanático que imprimió a esa sociedad puritana la creencia de que toda América era para los usamericanos. Y hasta hoy ese ideario retorcido está vigente allá. Con la creación oficial ( existía mucho antes) de la National Endowmwnt for Democracy por el fundamentalista Reagan en 1982 se agudizó la injerencia de ese imperio para determinar cuáles gobiernos de América son “buenos” o malos”. Esa gente se atribuye el poder de invadir cualquier país que atente contra los principios de su fundamentalismo político y religioso. El término “fundamentalismo” nació como un gusano que regiría las acciones religiosas para evitar que se desviaran los postulados bíblicos de un cristianismo protestante y actualmente tiene viva expresión en el campo político y económico. Los presidentes republicanos de USA han dicho públicamente que ellos “hablan” con Dios y que éste les encomienda grandes “misiones” para salvar al mundo de los satánicos liberales y socialistas. El término socialista está vetado en gringolandia y organizarse como partido político con los códigos humanistas como lo hacemos en Venezuela y Bolivia, por ejemplo, representaría la muerte violenta para quienes se atrevan. En ese país han asesinado más presidentes y aspirantes que en el resto del mundo civilizado. Son las mafias industriales y religiosas las que realmente mandan y nadie se les puede interponer. El genocida de George W. Bush afirmó que “dios” le ordenó invadir a Iraq. Reagan invadió la pequeñísima isla Grenada en 1983 por razones estúpidas, fútiles. Lo mismo hizo en Panamá con Noriega y la comunidad mundial no hizo nada para contrarrestar esos actos fundamentalistas, como pasa hasta hoy con el bloqueo de Cuba. Venezuela ha tenido un fuerte acercamiento ideológico y solidario con los hermanos cubanos y los estamos ayudando a sacudirse la ignominia del cerco económico. El fundamentalista Ronald Reagan declaró públicamente el 08 de junio de 1982 ante el parlamento británico, que la Unión Soviética era “el imperio del mal”. La pura esencia del fanatismo político-religioso inspirado en sus fundadores ingleses. Los demócratas siguen la misma línea con un estilo pseudo light que simplemente cambia la tinta pero no el contenido. Y cuentan los gobiernos gringos, con un fuerte aliado al otro lado del occidente que domina las finanzas mundiales: Israel otro país fundamentalista que no tiene ley ni normas internacionales que le sancione. Se cree “el pueblo elegido” y los que deben gobernar el mundo después de las guerras que ellos mismos están propiciando y llevando a límites de tragedias monumentales. En manos de esa gente estamos y luchar contra fanáticos de ese calibre nos costará millones de vidas, hambrunas, contaminación nuclear y sed mundial. Sólo el despertar de la conciencia de los pueblos podría frenar a esos locos de la geopolítica. Roguemos para que ese “dios” del que ellos hablan no les hable más.