Libia, o las patas cortas de ciertas alianzas automáticas

Para nada estoy de acuerdo con las ganas que tiene la OTAN de meterse en Libia, y en todas partes. Pero hay veces en que se las ponen de "papita, maní y tostón" al imperio. Como se comprenderá, una vez puesta en bandeja de oro la excusa que el mismo necesita para invadir a cualquier país, el mal ya está hecho, y lo más idóneo no es defender al personaje que le ofrece tamaña "papita" a la ingerencia voraz, pues ello conlleva a que seamos tomados por sus iguales, y por lo tanto a extenderle al imperio la "papita" para hacer con nosotros lo propio.

Las estrategias de alianza en bloque sólo funcionan cuando los bloques son reales y tienen un sentido ético e ideológico verdadero, lo contrario es habladuría barata. No estamos, con lo de Libia, frente a una revolución naranja, ni mediática; ni los árabes son, que yo sepa, sifrinos manitas blancas. Hay que confiar pues en el pueblo libio de la misma manera que en el egipcio, el tunecino y los siguientes...

Todas las naciones del norte de África y del medio oriente están regidas por dictaduras. Mientras los pueblos están llevando a cabo su revolución, es con ellos que hay que aliarse. Y esa forma esquiva y acomodaticia, adoptada por muchos revolucionarios en Venezuela, de hablar de "guerra civil" para proteger el error cometido por nuestro gobierno al haber hecho desde el comienzo una alianza automática con el discurso antiimperialista de un Kadhafi ya delirante y apoltronado, equivale a lavarse las manos y a deshonrar la ética bolivariana de nuestro compromiso con los pueblos del mundo, en el momento que más necesitan de nuestro apoyo moral.

Lo siento por las buenas intenciones de algunos vídeos editados por nuestros revolucionarios que presentan a Kadhafi en compañía de personajes emblemáticos de la derecha mundial para disuadir a la oposición venezolana de atacar a Chávez; pero en Política —con mayúscula— es esta falta de sinceridad la que desvía la atención, manipula y confunde en momentos tan cruciales. Cuando se vive en el error de una alianza generalizada con Kadhafi, hay que estar preparados para asumir la verdad en su momento (el cual tal vez ya pasó, muy recientemente), envez de esforzarnos en taparlo con rebuscamientos que no aguantarán de todas formas el paso del tiempo.

Pero nuestro gobierno ha decidido por lo visto defender lo indefendible; y cuando, una vez derrocado Kadhafi, sea increpado por la opinión mundial, no podrá entonces reducir su relación con el dictador libio a una vieja alianza entre países miembros de la OPEP, ni igualar sus abrazos a los de éste con Sarkozy y otros sátrapas del G20. Allí estarán los honores y distinciones adicionales ofrecidos por Chávez al autarca libio para quitar todo lo posiblemente anecdótico que pueda haber en la relación, y se instrumentalizará nuestra ofrenda de un símbolo tan bolivariano como la espada del Libertador, así sea sólo una réplica. ¿Y algunos hablan todavía de darle armas al enemigo?


xavierpad@gmail.com


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Xavier Padilla


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