Es ya un poco trillado decir que Libia es una nación al norte de África con grandes recursos petrolíferos y acuíferos. Sin embargo, lo que no parece ya tan trillado son las razones por las que justo ahora se encuentra invadido este territorio que comparte con Venezuela, entre otras cosas, una membresía en la OPEP. Invasión que, a diferencia de la de Irak y Afganistán, muestra claras etapas de construcción y planificación.
Primeramente por más de dos semanas se escuchaban reportes desde Libia en donde se denunciaban fuertes manifestaciones en contra del Coronel Muhammed Al Gadafi. Esos mismos días los medios de comunicación extranjeros empezaron a usar los primeros condimentos que sazonarían la nueva opinión pública que intentaban cocinar; estos importantes medios europeos y estadounidenses hablaban de cientos de muertos a manos de las fuerzas del orden de Gadafi, llegaron a aumentar esa cifra a miles y al mismo tiempo reportaban que la aviación militar de Gadafi estaba bombardeando a la población civil que estaba en su contra. De hecho, se atrevieron a decir que la fuerza aérea cubana había bombardeado a civiles libios. A esta gran bola de rumores y falsedades se le unió las declaraciones del secretario británico de asuntos extranjeros William Hague, que irresponsablemente manifestó públicamente que el Coronel Gadafi podría estar camino a Venezuela para refugiarse. Todo esto además de generar matrices de opinión, generó mucha incertidumbre y euforia colectiva en Libia.
En respuesta a esos ataques mediáticos, los libios simpatizantes del gobierno organizaron varias manifestaciones en contra de las mentiras dichas por los medios internacionales y en apoyo a la gestión del gobierno. Seguidamente, Rusia constató por medio de sus satélites que los bombardeos en contra de civiles nunca fueron efectuados. Al mismo tiempo, Telesur, mandó dos enviados especiales a Libia que mostraron que la gran represión en contra del pueblo no era tal. Por el contrario, presentaron un gran apoyo al líder libio que no estaba siendo transmitido.
Sin embargo, aun cuando los rumores fueron desmentidos, las tropas de la OTAN “casualmente” tenían prevista prácticas en el mediterráneo. Por su parte, Estados Unidos y Canadá enviaron grandes buques y portaviones a las inmediaciones del país Africano. Mientras tanto, en Libia se llevaba a cabo una batalla entre rebeldes y fuerzas leales al gobierno, es decir, había comenzado una guerra civil, y la ONU no había hecho nada para impedirlo, como bien dijo el Comandante Fidel Castro en una de sus reflexiones.
Los rebeldes libios, en su mayoría son de Benghazi, región petrolífera y adinerada, en donde yacía el mayor apoyo al rey antes de que fuera derrocado por Gadafi.
Para determinar exactamente que acciones tomar en Libia, una comisión europea fue a Libia para levantar un informe. Pero, al mismo tiempo Saif Al Islam, hijo de Gadafi, reveló que el Presidente Francés, Nicholas Sarkozy, había recibido dinero de Libia para su campaña. Inmediatamente después de estás declaraciones la Secretaria de Estado Hilary Clinton, se reunió con Sarkozy en París. Así, al día siguiente, sin leer el informe de la comisión, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba con 10 votos y 0 en contra acciones militares en contra del gobierno de Libia, en otras palabras, eligieron el bando rebelde de aquella guerra civil, dejando de lado la imparcialidad que debería tener esta instancia internacional.
El día previo a la primera acción militar, se afinaron los detalles de esta invasión en Paris, bajo la dirección de Nicholas “Payaso” Sarkozy.
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