El plan imperial avanza

Rebeliones “convenientes”

Se que mas de uno me dirá que estoy especulando y otros tantos me llamaran paranoico, conspiranoico y quien sabe que más.
Lo que me apresto a exponer es compartido por muchos alrededor del mundo que conocen de las ambiciones expansionistas y despóticas del imperio transnacional norteamericano y saben que está dispuesto a hacer todo lo necesario para lograr ese objetivo.
 
En muchos documentos desclasificados y revelados gracias a muchos investigadores que se dedican a desnudar las reales intenciones de los Estados Unidos, se ha demostrado ampliamente un plan para ocupar posiciones clave a lo largo y ancho del globo. Documentos como los que ha mostrado Eva Golinger, Wikileaks y otros mas que lamentablemente se me escapan ahora, han confirmado lo que inicialmente lucia como teorías de conspiración pero que se han convertido en sobrecogedoras realidades.
 
El objetivo del imperio es obvio: dominar el planeta entero, punto. Así de simple.
Lo que nos tiene a muchos pensando es la estrategia que el imperio usará o está usando para alcanzar sus metas. Ríos de tinta corren al respecto y opiniones las hay por miles en los medios, con distintos matices y bemoles, pero al final convergente en un solo punto: el imperio gringo se mueve inexorablemente hacia sus metas, a veces lento, a veces rápido, pero se sigue moviendo.
 
Señalaba hace algún tiempo Golinger que el imperio era “…sumamente persistente y no descansaba nunca en lograr sus objetivos”, lo que ha quedado evidenciado mas de una vez y últimamente en la crisis del norte de África. Si seguimos la secuencia de acontecimientos nos damos cuenta que cada uno de los eventos, que de alguna forma tienen orígenes similares (manifestaciones populares masivas) ha tenido soluciones extrañamente diferentes a las solicitudes de los manifestantes y sospechosamente convenientes a los intereses del proyecto expansionista estadounidense.
 
Muchos “analistas” han formulado explicaciones poco apegadas a la realidad y se han plegado al discurso imperial de que “los pueblos quieren cambios, mas libertad, menos regimenes totalitarios”… bla, bla, bla.

Lo cierto es que en el mundo los pueblos se están moviendo por un cambio hacia el humanismo. Latinoamérica es un ejemplo de ello. Pero en el caso de la supuesta “ola libertaria” que sacude las tierras de Asia occidental, las peticiones en cierto modo se parecen, pero en mi humilde opinión, no tienen orígenes auténticamente populares.

En los últimos días se ha revelado toda una campaña de infiltración en Siria para degenerar en violencia ciertas manifestaciones que se vienen dando como cosa normal y corriente, en la vida política de un país. Casi inmediatamente, la inefable secretaria de estado Hilary Clinton se pronunció y no descartó una acción contra Siria, similar a la de Libia. Raudamente se aprestó a tildar al presidente Sirio, Bashar al Assad, de opresor, dictador y todos los epítetos que suelen usar para descalificar a un presidente que no se alinea con Washington.

Extrañamente, la misma clase de manifestaciones que han sido criticadas por el imperialismo y que han llevado a la aventura belicista en Libia, se repiten y más violentamente aún en los dos protectorados estadounidenses de Bahrein y Yemen, siendo objeto de cándidos llamados a la paz y la concordia por Ban Ki Moon, secretario general de la ONU que ha tenido un comportamiento totalmente diferente con el caso libio, luciendo duro, inflexible, parcializado y apegado al discurso norteamericano con su particular concepto de “democracia”. Sin duda, la actitud de Moon es la más lamentable que se haya observado a un funcionario en esa función en décadas. Todo un títere imperial.

¿Cual es la “sustancial” diferencia entre los casos? ¿Porqué no han sido objeto del mismo tratamiento los casos de Bahrein y Yemen?
La diferencia sustancial que yo observo es que tanto Libia como Siria son países que no están alineados con el imperio; que llevan adelante un proyecto nacionalista; que continuamente denuncian con voz alta los atropellos del sionismo en la zona árabe. Eso a Washington no le cabe en la cabeza. Ha determinado que no debe existir mas democracia en el mundo que la “democracia de los capitales” y la piensan imponer a toda costa.
 
Por eso no han atacado a sus aliados Bahrain o Yemen, a pesar de que sus protestas si presentan un largo historial de luchas y toman más fuerza hoy, animados por los alzamientos de sus vecinos.
 
Lo que no se dice es que Washington necesitaba una excusa monumental para actuar en medio oriente y fomentó estas rebeliones; les dio forma; las condujo y las solucionó, o acaso ya se olvidaron del papel de Obama en el caso de Egipto?
En el mundo árabe no caben las revoluciones de colores estilo otpor y el imperio lo sabe. Por eso esta dándole forma a un nuevo método de “rebelión civil”, estimulando protestas para luego infiltrarlas, armarlas y luego, en caso de tratarse de un gobierno “no aliado” acusarlo de terrorista, violador de los derechos humanos y aplicarle un operativo militar bajo la funesta doctrina de la “responsabilidad de proteger”. Todo un aquelarre.
 
La formula aplicada en Venezuela en 2002 vuelve ahora mejorada, sofisticada y recargada con mas y mejor veneno que nunca antes.
Si después de lo expuesto sigues pensando que las revueltas árabes son “expresión pura del descontento popular” pues, ve preparándote para cuando veas llegar los aviones imperiales a lanzarte “bombas humanitarias”.

Entonces comprenderás, aparte de que estaremos invadidos, que ya es demasiado tarde para empezar a desconfiar del imperio y sus medios de comunicación.
 


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