La vida me ha enseñado, y la conciencia social, que hacer tratos con bandidos y/o traidores nunca desemboca en buenas aguas. Por el contrario, nos empantanamos. Yo entiendo la postura de nuestro presidente, por el que votaré de nuevo, pero no comprendo su estrategia. Ya cometió un craso error en la deportación de Joaquín Pérez Becerra y ahora recurre en una situación similar. El líder alude “una decisión de estado” pero olvida que el estado no puede estar por encima del clamor popular y además contradice su postura ideológica en torno a las Farc-Ep. Es claro que el señor presidente está ahora mismo en la cima de una decisión harto comprometida. Y lo está `por haber estrechado relaciones y convenios con uno de los mayores asesinos suramericanos de los últimos tiempos. La ONU nos habla de unos 57.000 desaparecidos en la hermanastra Colombia y miles de crímenes solapados por la impunidad narcopolítica de Uribe y Santos. Son personajes tenebrosos de un oscuro contubernio con los asesinos yanquis que facilitan la violación tácita de su territorio para conspirar contra Venezuela y hasta de una posible invasión made in Libia. No voy a citar casos concretos de los miles que hay en el prontuario criminal de ese tándem sanguinario Uribe-Santos pues es muy conocido por todos nosotros. Son mandatarios con plena conciencia de su ideología fascista y neoliberal a ultranza. Odian a los pobres, adoran al gran capital y no tienen el mínimo sentimiento de amor patrio pues para esa gentuza la patria es el dólar y el poder. Cuando nuestro ingenuo presidente se alía con el perverso Santos cae entonces en la red de los convenios tortuosos que solamente favorecen a Colombia, o sea, a la clase oligarca que domina a esa nación. No podemos asociarnos con malhechores porque haremos cosas mal hechas. Si Chávez entrega, como lo hará, al señor Julián Conrado entonces estará implícitamente aceptando que las Farc-Ep son una organización terrorista, cosa que desde un principio no convalidó cuando el asqueroso Uribe se lo pidió. Esa quimera de la Gran Colombia quedó en la historia y es totalmente imposible que se den las condiciones para siquiera acercarnos de lejos al sueño de Bolívar. Pero nuestro presidente insiste en una pasión histórica que no despierta pasiones en Colombia y que cada vez lo enredará más en situaciones diplomáticas susceptibles y hasta peligrosas. Si entrega a Conrado estará aceptando que es un “terrorista malo” y su posición revolucionaria en el exterior (y aqui) se seguirá deteriorando. Hay maneras “de estado” para haber evitado la captura y entrega del señor Conrado pero cayó de nuevo en otra trampa y ahora deberá correr con las consecuencias de sus actos. No tiene el apoyo de nuestra parte en ese affaire. Debe escuchar al poder popular antes de lanzarse a otro pantano “santonoso”.
