Oriente Medio

¿Un respiro en la tensión?

Hace unos quince o veinte días, los vientos de guerra soplaban desenfrenados apuntando hacia Irán y Siria. La nueva “Doctrina Obama” de expansión violenta apoyada en acciones bélicas, mantenía una intensa campaña mediática a través de la red corporativa de medios, señalando las muertes y violaciones de los derechos humanos supuestamente realizadas por el gobierno sirio de Bashar Al Assad, llamando a la “comunidad internacional” a tomar cartas en el asunto (iniciar acciones militares en buen romance). Igualmente el acoso a Irán continuaba, tanto en forma mediática como con la decisión por parte de los países centrales de fuertes sanciones económicas, y la posibilidad que el gobierno de Israel iniciara un ataque a las instalaciones nucleares persas se veía como muy probable, sobre todo considerando varias declaraciones de voceros israelíes dejando claro que se reservaban el derecho de decidir por su cuenta un ataque, sin siquiera comunicarlo a su principal socio, los Estados Unidos.

Sin embargo, en un escenario tan fluido como el presente, varios sucesos parecen haber cambiado algo de este sombrío panorama de confrontación bélica evidente.

En el caso sirio, podemos apuntar:

- El gobierno sirio realizó una consulta popular (referéndum) que a pesar de ser minimizado y descalificado por la red internacional de medios, parece haber dejado un saldo positivo, marcando una importante participación del pueblo sirio en la toma de decisiones políticas.

- El gobierno sirio tuvo también una serie de triunfos en lo militar interno, que le permitieron no sólo acabar con algunos focos de convulsión financiados y promovidos desde el exterior, sino conseguir elementos de prueba (como armas confiscadas) que mostrarían la ingerencia de los países centrales e Israel en la financiación, promoción y apoyo de tropas mercenarias, principal causa de los actuales enfrentamientos armados.

- La iniciativa presentada por los países centrales, para conseguir en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución para Siria del mismo tipo de la que dio justificación a los ataques a Libia, fue vetada por China y Rusia (provocando entre otras cosas una destemplada reacción de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, que escupió sapos y culebras, culpando a ambas naciones de una conducta peligrosa, equivocada e “irracional”).

- El triunfo en las elecciones rusas de Vladimir Putin, que consolida la posición de resistencia ante los embates Norteamericanos en todo el globo, y reafirma la actual ayuda rusa en técnicos e inteligencia al gobierno sirio, para lograr la mayor efectividad de sus sistemas de proyectiles S-300 (de fabricación rusa) un arma disuasiva importante ante cualquier amenaza de ataque.

- Algunos movimientos diplomáticos como la visita de Kofi Annán a Damasco, y la posibilidad de apertura de nuevas negociaciones.

Estos factores parecen haber generado un cierto “enfriamiento” del ataque contra Siria, aunque las feroces campañas mediáticas continúan en forma diaria. Basta mirar cualquiera de las cadenas norteamericanas, u otras emisoras europeas, como la DW alemana o la RTE española, para recibir en cada boletín informativo las supuestas noticias que propagan la urgente necesidad de acabar con el gobierno de Bashar Al Assad, repitiendo al pie de la letra las matrices de opinión que se generaran contra Gadaffi antes del ataque y destrucción de Libia.

En el caso de Irán la novedad parece ser de orden militar. Aparentemente Israel evaluó que no está hoy en condiciones militares de realizar por su cuenta y con éxito un ataque que destruya las centrales de enriquecimiento de uranio persas, principal justificación de la amenaza bélica, ya que estas instalaciones estarían en su mayor parte en bunkers bajo tierra, a salvo de bombardeos convencionales.

Así, uno de los propósitos de la reunión en Estados Unidos del primer ministro israelí “Bibi” Netanyahu con el presidente Barak Obama, parece haber sido intentar que el gobierno norteamericano les provea de bombas perforantes de nueva tecnología, capaces de alcanzar objetivos subterráneos. La primera declaración de Obama luego de la reunión “Si Estados Unidos debe atacar a Irán, lo hará” parece decir que los norteamericanos no quieren ceder esas tecnologías, y han decidido que serían ellos quienes las empleen en caso de decidir un ataque (lo que además les permitiría seguir teniendo una posibilidad de decisión al respecto, cosa que Israel venía intentando evitar).

Los sucesos y declaraciones al respecto en los días posteriores tienden a confirmar la hipótesis. En declaraciones separadas, tanto el mismo Netanyahu, como el propio presidente de Israel Simón Peres, indicaron que habría que dejar que las medidas diplomáticas y de presión que se están tomando contra Irán muestren sus efectos, aunque ninguno de los dos dejó de marcar que podría realizarse un ataque militar cercano al mes de junio. Igualmente el anuncio de Israel de que sí dispone de bombas perforantes (aunque según la misma declaración éstas no serían del poder suficiente como para preocupar a Irán), suena a parte del problema.

En ambos casos, parece haberse producido un cierto “aflojamiento” de la tensión, que podría indicar algunas perspectivas esperanzadoras para esta coyuntural región.

Sin embargo estas hipótesis que parecen las más razonables están muy lejos de ser definitivas. Nadie sabe, sobre todo teniendo en cuenta como el panorama político de Europa sigue derivando hacia el total autoritarismo, si no está preparándose una nueva fuerza de ataque de la OTAN, que pudiera intervenir en Siria sin el apoyo de las Naciones Unidas.

Y en el caso de Irán la situación es similar. Recordemos que los ataques realizados en los últimos sesenta años por las fuerzas armadas israelíes (la mayor parte de ellos victoriosos en el pasado) han contado siempre como factor principal con el elemento sorpresa. Como en la época de la guerra fría, cuando todos teníamos encima la espada de Damocles de que a alguien se le ocurriera apretar el primer botón que desatara la guerra nuclear, tampoco tenemos hoy garantías de que las decisiones militares israelíes se basen en “argumentos razonables” y no en factores emocionales, político-religiosos o meramente culturales mucho menos previsibles.

Entonces esta visión parcialmente optimista es emitida con reservas. Parece haberse producido un cierto ablandamiento de la tensión bélica, pero sin ninguna garantía. A quienes vemos una nueva guerra en la zona como un peligro para toda la humanidad, por no ser previsibles sus consecuencias, solo nos queda alimentar la esperanza que la ceguera suicida que parece estar guiando a los dueños del poder militar del planeta, pueda hacer un alto y permita mantener al mundo fuera del caos total.

miguelguaglianone@gmail.com


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Miguel Guaglianone

Comunicador, productor creativo, investigador, escritor. Jefe de Redacción del grupo de análisis social, político y cultural Barómetro Internacional.

 miguelguaglianone@gmail.com

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