La criminal dictadura de Bashar Al Saad sigue masacrando a su pueblo sin contemplaciones. Pero no ha logrado derrotar la rebelión popular que continua. Las fuerzas armadas del régimen, bombardean las ciudades y los pueblos que se han levantado contra el dictador. El pueblo de la ciudad de Homs se llenó de heroísmo resistiendo durante meses el asedio criminal y los bombardeos. El mundo lo ha comparado a otros asedios militares históricos como el de Sarajevo. Se llegó a combatir casa a casa hasta que finalmente miles de rebeldes se retiraron. Hoy la resistencia continua en ciudades rebeldes como en la provincia de Idlib. Nuevos sectores se están armando junto a soldados desertores. Hay combates en suburbios en Damasco, la capital del país. Hay que rodear de solidaridad al pueblo rebelde sirio para romper su aislamiento.
La rebelión popular comenzó en marzo de 2011 -como parte de la revolución contra las dictaduras en los países árabes - con reclamos democráticos y contra la desocupación y grave crisis económica que se descarga sobre las espaldas del pueblo.
Inicialmente se trató de manifestaciones pacíficas que fueron atacadas con balas por la dictadura. Desertaron varios miles de soldados que se unieron a la rebelión popular. Esto permitió un incipiente armamento y que surgiera el ESL, Ejército Sirio Libre.
Siria es un país árabe de 20 millones de habitantes. La dictadura, igual que otros regímenes árabes, tuvo un origen nacionalista, pero en los marcos capitalistas y dictatoriales del partido único Baath que gobierna desde 1963. Desde 1970 el padre del actual dictador Bashar al Assad, asumió el poder al morir su padre en el año 2000.
En 1973 Siria fue invadida por Israel, país fronterizo, que mantiene ocupadas hasta ahora las alturas del Golán, parte del territorio sirio.
En 1982 las fuerzas del régimen masacraron a 20.000 islámicos que habían comenzado a exigir cambios políticos por influencia de la revolución iraní de 1979. Sin embargo, Assad mantiene estrechas relaciones con el régimen teocrático islamista de Irán. También mantuvo relaciones políticas, militares y comerciales con la ex URSS y ahora con la Rusia capitalista. Apoyó las invasiones yanquis a Irak (país con el que tiene fronteras).
El dictador Al Assad abandonó los postulados económicos del nacionalismo árabe e inició una apertura económica neoliberal con la Unión Europea, con privatizaciones de empresas estatales -bancos, energía eléctrica, cemento y farmacéutica- mediante las cuales el clan de los Assad se robó gran parte de los bienes públicos en sociedad con las transnacionales.
La política del imperialismo es similar a la que tuvo con Libia y Kadaffi. Mantenía buenas relaciones con la dictadura hasta que las movilizaciones se hicieron imparables. Simula ahora defender una salida “democrática” para intentar ganarse la simpatía -e incluso la aceptación popular- de una posible intervención militar que le garantice el control de la situación. Al principio presionaron a Assad para que hiciera un acuerdo con sectores de la oposición burguesa. Pero, al no ser posible ya un acuerdo por la masacre y el odio popular a la dictadura, reclaman ahora, junto a los países árabes, que se vaya Assad, auspiciando un “cambio de régimen” con el Consejo Nacional Sirio (CNS), con el objetivo de establecer un nuevo gobierno proimperialista. El CNS, que se dice “representante” del pueblo sirio, agrupa a exiliados liberales proimperialistas y a la Hermandad Musulmana, pero no es representativo de la mayoría de la resistencia de base, que se agrupa en “Comités de Coordinación Locales”. El CNS propone un plan de transición acordado con sectores militares del propio régimen.
El Consejo de Seguridad de la ONU rechazó, por el veto de Rusia y China, una resolución que reclamaba la salida de Assad del gobierno. Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea intervienen ahora a través de un grupo de países autodenominados “amigos de Siria”, que incluye a los países árabes. Aunque por el momento descartaron la intervención militar directa como en Libia y hablan de “ayuda humanitaria”.
Hay que exigir a los países árabes que dejen de apoyar la intervención imperialista, y que faciliten armas y voluntarios para luchar junto al pueblo insurrecto sirio.
Denunciamos la hipócrita política imperialista y también la posición del CNS que la propicia. Pero la rebelión del pueblo sirio no fue “inventada” por el imperialismo, como dijo Chávez y algunas organizaciones de la izquierda. El pueblo sirio se levantó exigiendo trabajo, libertad y que se vaya la dictadura. Y se está armando para enfrentar la represión asesina de Assad y expulsarlo del poder.
Fraternalmente le decimos al heroico pueblo sirio que sólo un gobierno basado en sus propias organizaciones insurgentes de base, como los Comités de Coordinación Locales y organizaciones obreras y populares, el rechazo a la intervención imperialista y la ruptura y expropiación del imperialismo y del clan Assad, puede llevarlos a conquistar sus objetivos democráticos y sociales de fondo.
En ese camino la UIT-CI llama a la más amplia unidad de acción mundial, a todos los sindicatos, movimientos populares, corrientes de izquierda, democráticas y antiimperialistas para apoyar incondicionalmente la rebelión popular para echar a la dictadura de Al Assad. Reclamamos a los gobiernos, la ruptura de relaciones con la dictadura siria. Convocamos a repudiar todo intento de intervención imperialista! Que los pueblos y la juventud de los países árabes, en especial de Egipto, Libia y Túnez, se movilicen para exigir a sus gobiernos que envíen armas y voluntarios al pueblo rebelde sirio!!
¡Viva la rebelión popular siria!
¡Abajo la dictadura de Al Saad!
Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
Marzo 2012