En verano pareciera que la política (o politiquería) canadiense se calma y entonces la Falsimedia gira su foco y se dedica a prestarle atención a otros asuntos, se habla por ejemplo de la “decepción del asunto Siria” –que se traduce en que Canadá que se ha estado preparando para participar en un ataque aéreo a ese país y en una carnicería humana más, como la de Libia donde Canadá fue responsable del 10 por ciento de las incursiones y bombardeos a pueblos y ciudades del país o la de Yugoslavia, siente que lo ha hecho en vano. O el otro tema de la Falsimedia canadiense, la creciente parodia politiquera de los Estados Unidos, donde republikanos y demokratas se prestas a jugar como si fueran los antiguos griegos pero con argumentos totalmente surreales. Y mientras ruge el surrealismo al sur de este país el gobierno federal conservador canadiense continúa callado, pero efectivamente, imponiendo su agenda neoliberal sin que nadie lo cuestione. Y esto por haber logrado su mayoría en mayo del 2011 gracias a un sistema electoral que le entrega todo al ganador y a una participación electoral bastante menguada (sufragaron sólo el 61 por ciento de los capacitados para sufragar). Hoy, el Primer Ministro Stephen Harper y su gobierno tienen capacidad real de implementar su agenda política completita, una agenda preocupante pero que no parece tener oposición; se trata de la profundización del neoliberalismo económico y del debilitamiento y desmantelamiento del Estado de Bienestar, que ha de dejarnos un Canadá irreconocible.
Casi todas las semanas el gobierno de Harper nos viene con alguna sorpresita contra una mayoría de canadienses pasivos o indiferentes. En lo que va de este año, pues el año pasado hubieron muchos cambios, sus ataques mayores han sido cambiar de 65 a 67 años la edad para calificar para la pensión de Seguridad de Vejez (Old Age Security); eliminar agencias de evaluación y protección del Medio Ambiente, transformar el Seguro de Empleo obligando a trabajadores y trabajadoras a aceptar cualquier oferta laboral en cualquier lugar geográfico que se le presente; aprobar la ley C-38 que corta y reduce los mecanismos de supervisión de la Auditoría y elimina sus facultades de examinar las prácticas de agencias fundamentales (como la inspección de los alimentos, en manos de la CFIA –una agencia cuya eliminación ha ahorrado unos 56 millones al presupuesto pero que aumenta el riesgo para la salud de la población); terminar con laboratorios federales y fondos a la investigación excepto aquellos que tienen implicación corporativa y comercial; reducir la protección a los peces de aguas dulces y marítimas –en tiempos de ecosistemas colapsados o por colapsar en aguas canadienses o relevantes para Canadá, por lo que 80 por ciento de las 71 especies de aguas dulces que están riesgo de extinción perderán toda protección.
Además de todo lo anterior el gobierno ha dejado este año vulnerable también a parques nacionales y lugares históricos que estaban protegidos por “Parks Canada” y terminado, eliminado o limitado el acceso y los servicios vitales a estos lugares, además de que ha perjudicado seriamente la investigación arqueológica. Por otra parte, el Primer Ministro ha inaugurado un nuevo parque nacional en el norte del país pero lo ha hecho para facilitar el acceso a la explotación de recursos naturales, un agravio a la filosofía que guía la conservación de un territorio. Este gobierno ha eliminado fondos para programas como “Community Access Program,” que facilita el acceso al Internet en bibliotecas públicas y centros comunitarios usados principalmente por personas de bajos ingresos y de la tercera edad, y ha eliminado programas del departamento de Bibliotecas y Archivos de Canadá y quitado poder al Centro Nacional de Energía (NEB) en decisiones y aprobaciones que tienen que ver con la participación ciudadana sobre proyectos energéticos.
El Primer Ministro y su Partido Conservador llevan adelante un gobierno neoliberal que es incondicional a la política exterior de los Estados Unidos –algo que afecta también a la totalidad de los gobiernos europeos y latinoamericanos con la sola excepción de los gobiernos del ALBA. El neoliberalismo se refleja muy claramente en su política interna, en donde su compromiso con la gran empresa garantiza a los más ricos un espacio para saquear y explotar al país y sus habitantes. Para facilitar que este saqueo continúe el gobierno favorece, y garantiza, una total desregulación, eliminando cualquier barrera, la máxima privatización, la reducción de beneficios sociales y el desmantelamiento del Estado de Bienestar, la reducción de los impuestos a las grandes empresas y a los más ricos y una guerra frontal contra organizaciones laborales y de defensa de derechos básicos.
Aunque el gobierno cuenta con el total apoyo de la Falsimedia canadiense en la tarea de deteriorar el poder de los sindicatos no le ha sido tan fácil como en Estados Unidos –allí solo del 11,8 por ciento de la fuerza laboral y el 37 por ciento de los empleados públicos y el 7 por ciento de los privados están sindicalizados mientras que en Canadá el 30 por ciento de la fuerza laboral está sindicalizada (el 71 por ciento en el empleo público y el 16 por ciento en el privado). Pero no por ello, ha cejado en su esfuerzo y como estrategia anti-sindical las empresas y este gobierno han incrementado sus “relaciones públicas,” arma sicológica que usan continuamente para deteriorar el prestigio de las organizaciones sindicales. Traen además miles de trabajadores y trabajadoras temporales foráneos con el fin de debilitarlas. Aún hay regulaciones y leyes que favorecen los derechos sindicales y estas tienen intención de cambiarlas desde el poder legislativo, por ejemplo con propuestas parlamentarias del gobierno principalmente para los sindicalizados de los servicios del gobierno federal en que los miembros podrían optar por no pagar sus cuotas de membresía (“right-to-work”) para eliminar al sindicato, esto ya fue implantado hace años en 20 estados de los Estados Unidos y ha tenido terribles consecuencias para los trabajadores organizados.
Hay muchos ataques más en la carpeta de la agenda del gobierno de Harper, algunos de estos muy ocultos y otros que ya dan señas de lo que continuarán tratando de imponer en los próximos tres años, por ejemplo el cambio en el sistema de salud pública que es gratis, único y universal y que no debemos olvidar el mismo Primer Ministro trató de destruir cuando fuera Director Ejecutivo, entre 1998-2002, de la Coalición Nacional Ciudadana (National Citizen Coalition) organización corporativa con la tarea específica de crear el ambiente necesario para terminar con la Salud Pública. O en la sugerencias de implantar el impuesto al valor agregado del 5 por ciento a alimentos, medicamentos y otros servicios hoy exentos de este gravamen. Muchos de estos cambios puede se implementen a través del mecanismo de las remesas de fondos del gobierno federal a los gobiernos provinciales.
La Falsimedia presenta a Canadá en lo económico como salvado de las aguas, pero los indicadores muestran un déficit presupuestario federal para este año de aproximadamente 23,500 millones de dólares y una deuda nacional o pública del gobierno federal de 586 mil millones de dólares, a la que si le agregamos las deudas provinciales asciende a 1,1 billones de dólares, o al 84 por ciento del PIB del país. El desempleo es de 7,3 por ciento considerando que incluye solo a quienes reciben el seguro de desempleo, pero hay millones que trabajan media jornada o menos generalmente ganando sueldos muy cercanos al salario mínimo y que hay una inflación oficial de cerca del 2 por ciento que más bien parece una cifra estimada muy por debajo de la real inflación pues han subido los precios de muchos alimentos básicos y del combustible entre un 20 ó 30 por ciento anual.
Es posible que la economía canadiense crezca en menos del 2 por ciento este año, incluso según Moody´s Analytics hay posibilidades serias de entrar a un periodo recesivo a fin de este año o principios del 2013, considerando que la deuda personal en Canadá es alta -del 152 por ciento de las entradas disponibles y que ha venido creciendo desde la recesión del 2008 cuando equivalía al 130 por ciento de las entradas disponibles. El gobernador del Banco Central de Canadá, James Carney, ha identificado el nivel de endeudamiento de los canadienses como peligroso y al precio de las viviendas en muchas ciudades canadienses como inflados. Pero es el Banco Central el que mantiene los intereses al 1 por ciento desde el 2008 y con ello ha venido dándole nuevo impulso al endeudamiento, que es facilitado además por una ideología dominante altamente consumista –todo el que tiene un trabajo estable se endeuda previendo que los intereses bancarios han de continuar eternamente bajos, mentalidad que alimentó las burbujas que precipitaron la crisis del 2008.
Los bajos intereses bancarios han perjudicado enormemente a quienes no tienen un fondo de pensión (que es el 50 por ciento de la población) resultado de un contrato colectivo o por haber trabajado en una empresa con buenos beneficios, o sea quienes cuentan con la pensión federal y la de vejez, generalmente bajas, se han refugiado en planes de ahorro en instituciones financieras para retirarse y temen invertir en riesgosas y especulativas aventuras de la bolsa. Estas personas requieren intereses bancarios a un mínimo del 5 por ciento de interés anual para defenderse de la inflación y que sus ahorros les aseguren alguna entrada. Lo paradojal es que las personas mayores de 65 años que se retiran y su pensión no llega a 1300 dólares al mes, reciben suplementos del gobierno para asegurarles que no viven en la pobreza, mientras que aquellos que tienen ahorros los ven desaparecer comidos por la inflación y debido a los bajos intereses bancarios que se les pagan por sus ahorros, mientras que los bancos y los ricos siguen enriqueciéndose. O sea todos les pagamos las ganancias a los bancos privados y a los más ricos –hayamos ahorrado dinero o no, mientras ellos se dedican a enriquecerse robándonos con sus actividades especulativas y nosotros a pagarles las deudas por las especulaciones que les han salido mal.
Lo que no dice el Banco Central ni los servicios financieros es que no hay cambios en el estancamiento económico en Estados Unidos hacia donde van el 75 por ciento de las exportaciones canadienses, ni hablan de la baja en Europa y Asia principalmente en la industria minera (con la excepción del petróleo y del gas no procesados) y forestal que junto con la agricultura y la energía son el 58 por ciento de las exportaciones canadienses. Canadá ha comenzado a tener serias dificultades en su economía de explotación de recursos naturales desde ya hace más de una década, por ejemplo han cerrado más de 30 plantas de papel fino en los últimos años, y la baja demanda y la crecida competencia con nuevas minas y plantas procesadoras de madera y pulpa de papel en el Tercer Mundo (que a veces son propiedad de los mismos propietarios que acá y que antes de cerrar sus industrias esquilman a los gobiernos provinciales canadienses con subsidios con el supuesto de mantener los trabajos y luego cierran igual para irse al Tercer Mundo).
En Nova Scotia, por ejemplo, contratistas y pequeños industriales forestales presentaron un proyecto al gobierno provincial al tiempo del cierre de Bowater este año para utilizar las 200 mil hectáreas de bosques que dejo de explotar la papelera y que son del gobierno en pago de los grandes subsidios que Bowater recibiera el último año, y en su proyecto plantean que esta riqueza sea administrada para su protección ecológica por el gobierno y distribuida a pequeños empresarios para un mercado regional. El gobierno provincial neoliberal del social-demócrata NDP sin embargo se ha negado a aceptar el proyecto en espera de que venga otra multinacional a saquear estos recursos.
En América Latina como en Africa gobiernos oligárquicos trabajan en favor de las grandes corporaciones, abaratando sus costos de operación gracias a pagos de bajos salarios, impuestos de explotación muy reducidos o nulos y gracias a la no aplicación y a la no existencia de regulaciones ambientales mínimas. Las corporaciones se encuentran con buena acogida, bajos costos, externalización de costos ambientales y otros daños y abundancia de recursos de explotación –condiciones todas muy favorables.
Según datos oficiales hay en Canadá 3 millones y medio de canadienses que viven en la pobreza, un 12 por ciento de la población, y entre ellos el 15 por ciento de los niños del país. Hay además otro 15 por ciento de canadienses que bordea la pobreza, personas con trabajos temporales y salarios mínimos que sólo gracias al seguro de empleo y al acceso al crédito personal no son pobres. Mucho se habla de la decadencia de la clase media aunque esto no sea realmente cierto sino producto de la propaganda ideológica que ha llegado a hacer creer a la población que en Canadá el 80 por ciento de la población es clase media. La situación es más seria para los aborígenes (o Primera Nación) donde la pobreza alcanza al 25 por ciento, en una población de 1,2 millones que además sufre altos índices de enfermedades serias (diabetes, tuberculosis y sirrosis). “Health Canada” define el alcohol como un problema serio y que afecta al 73 por ciento de los aborígenes, las drogas que afectan a un 59 por ciento (uno en cinco adolecentes usa solventes) y la violencia familiar que afecta al 50 por ciento de esposas o convivientes (mucha de esta violencia termina en homicidio), desafíos mas allá de altos niveles de disfuncionalidad, implacable racismo que los aborígenes sufren por cientos de años.
¿Que posibilidades existen de terminar con el neoliberalismo en Canadá? Aparentemente ninguna por ahora. Los partidos políticos de oposición en el parlamento canadiense, el social-demócrata NDP que es la oposición oficial, el Liberal y dos pequeños partidos, el Bloque de Quebéc y el Partido Verde, de gobernar en lo económico no serían realmente diferentes del actual gobierno, quizás no tendrían la actitud odiosa de los conservadores, pero continuarían sus políticas. Algunos partidos, como el Partido Verde parecieran salvarse pero puede que eso sea sólo mientras son pequeños --en Alemania donde son grandes son totalmente neoliberales en sus políticas. Quizás en Québec haya esperanzas con la protesta multitudinaria de los estudiantes y el pequeño pero creciente partido de izquierda Québec solidaire (ver un interesante artículo sobre elecciones provinciales en Québec http://www.alainet.org/active/56714 ).
El pueblo canadiense en general no se preocupa y no participa en la vida política, por ello entiende poco lo que sucede, en esto Canadá no es único, es similar a los Estados Unidos y a otros, incluso aquellos que creemos con mayor nivel de conciencia crítica y entendimiento de que los ricos tiene practicamente copado el aparato representativo. Países con serios problemas de desempleo y caída de sus ingresos como España, Grecia, Italia, Irlanda o Portugal, puede que si tuvieran mañana elecciones volvieran a elegir partidos neoliberales, sea de derecha o “progresistas” mientras la izquierda real no alcance al 10 o 12 por ciento del apoyo en las urnas – el caso notable de la izquierda fue Grecia pero igual la derecha ganó durante la última elección. Será quizás que nos hemos acostumbrado a convivir con “socialistas” neoliberales y reaccionarios o que hemos aceptado el surrealismo en la política como en Estados Unidos, o quizás que hemos perdido la conciencia histórica de lo que implica sufrir hambre y necesidad, la misma que siguen viviendo 2800 millones de seres humanos en el mundo que tienen que arreglárselas con menos de dos dólares diarios, muchos en los mal llamados países “emergentes” como India donde el 75 por ciento de su población vive en la miseria o las 60 mil personas que mueren de hambre todos los días. Hemos olvidado, porque no nos toca estar entre los 1200 millones sin alimentos suficientes para subsistir --70 por ciento de ellos mujeres y niños. Si estos números estuvieses permanentemente en nuestra conciencia seguramente encontraríamos la manera de defender los beneficios que hoy existen y quizás incluso de luchar por que se expandan a la humanidad toda. Mientras tanto la vida continúa y el tiempo pasa, pero no debemos olvidar que la historia nos demuestra que todo, absolutamente todo tiene su límite.
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