Obama, you are the unlawful sí, tú

En medio del asombro de la humanidad sensata y honesta, años atrás nos enteramos que el Comité del Premio Nobel de Paz en Oslo, le había conferido tal distinción a Barack Obama.

Este galardón otorgado a Rigoberta Menchú, Nelson Mandela y a Yasir Arafat, entre otros personajes con una dilatada trayectoria en defensa de los Derechos Humanos, recayó también en un presidente novel, con casi un año en ejercicio y muy lejos de haber estado entregado a la redención de los más necesitados, razón por la cual suscitó tal asombro. Por ello, en función de entender dicho dictamen, muchos como yo para honrar las buenas intenciones de los otorgantes, concluimos en su momento que ese premio fue entregado con carácter prospectivo, o sea, se lo entregaron teniendo la certeza de que la procedencia humilde y rasgos afrodescendientes del premiado, lo convertirían en el segundo presidente estadounidense después de Lincoln, que defendería los intereses de los desposeído: aquéllos que viven y casi siempre mueren de frio y hambre en las calles de Nueva York; los inmigrantes mexicanos que ven morir a sus paisanos asfixiados en contenedores de acero al atravesar la frontera. Que evitaría los asesinatos en las escuelas, donde los niños y niñas no tuvieran que usar chalecos antibalas, y los maestros y maestras no portaran armas en los salones de clase para usarlos en su defensa. ¡Ah¡ y también que abogaría por la salvación del planeta, haciendo que su nación firmara de una vez, el Protocolo de Kioto 2001 que solicita reducir la emisiones de gases tóxicos para preservar la especie humana. Pensando en eso, es que creo que le dieron el Nobel, y por otras tantas razones.

Claro, estoy haciendo un ejercicio de ingenuidad superlativa. Pero el Comité del Nobel no es ingenuo, ni los poderes que mueven las piezas del ajedrez mundial. Y la inserción de la Pieza-Obama en ese tablero, fue importante. Por tal motivo se esgrimieron como razones para ser merecedor del referido premio, “…sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos”. De este modo, el premio lo blinda y se convierte a su vez en un escudo “moral” ante las críticas que se les pudieran hacer a Estados Unidos por sus políticas intervencionistas en el mundo. No sin razón y con poco recato, la Secretaria de Estado Hilary Clinton, dio a entender casi literalmente que participó en el asesinato de Gadafi al proferir después de consumarse la eliminación física del líder libio, la frase lapidaria: "Llegamos, vimos y él murió".

Ese premio, así como todas las acciones intervencionistas de Estados Unidos, han sido y son legitimados por los consorcios mediáticos, los poderes económicos y políticos internacionales. La legitimidad entendida así, es una lanza de la guerra asimétrica. Es una legitimidad relativizada, blanda, mentirosa, que sirve para subyugar a los débiles.

Así como validan las atrocidades cometidas en el mundo, con la excusa de trabajar por el bienestar de los pueblos, pretenden legitimar a nivel planetario, que en Venezuela no hay libertad de expresión, que en las elecciones del catorce de abril el gobierno hizo un fraude. Y ellos están convencidos de que nuestro sistema electoral es el mejor del mundo, que dista en confiabilidad del estadounidense, el mismo que colocó a Obama como presidente sin la participación directa del pueblo, ¿es eso legítimo?

No obstante, esa pieza-presidente tiene el tupé de declarar el lunes en México que, "Nuestra visión ha sido que el pueblo venezolano debe elegir a sus líderes en elecciones legítimas". Ante lo cual, en el contenido contestatario del inglés de Martín Luther King, habría que decirle: Obama, you are unlawful. Sí, ilegitimo tu nobel y tu presidencia.



aquileonarvaez@hotmail.com



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Aquileo Narváez Martínez


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