“En ningún lugar de Siria bajo control rebelde hay una fuerza combatiente laica digna de mención”, se afirmaba en un reciente artículo del New York Times.
Todos aquellos que en la izquierda están convencidos de que EEUU está resuelto a apoyar la rebelión siria contra el régimen de Bashar Al-Asad, o quienes afirman que EEUU está apoyando a estas fuerzas “islamistas”, o incluso quienes defienden que toda la rebelión siria no es sino una “guerra estadounidense contra Siria”, recibieron esa afirmación como una señal de que “incluso EEUU” está empezando a comprender lo malos que son los rebeldes “a los que apoyan”.
Una explicación más obvia es que el New York Times, que tiende a reflejar fielmente el pensamiento de la clase dominante estadounidense, está haciendo esta ridícula, radical y claramente falsa afirmación precisamente para justificar la política de EEUU, que, a lo largo de los dos últimos años, no ha apoyado el levantamiento sirio.
Pero, ¿acaso EEUU no estaba enviando armas a la rebelión siria? Hacer esa declaración no basta para demostrar que eso sea verdad. CBS informaba el 30 de abril: “El martes se hizo entrega a la oposición del Consejo Militar Supremo (CMS) del primer envío de ayuda estadounidense a los rebeldes armados sirios. Esa ayuda incluye suministros médicos y raciones alimentarias de campaña por un valor de 8 millones de dólares”.
Fíjense en esto: Después de casi dos años y medio de levantamiento sirio, con las dos terceras partes de ese período en forma de rebelión armada, el primer envío estadounidense de ayuda a los rebeldes se produjo en abril de 2013 en “equipamiento médico y raciones de campaña”. Supongo que el equipamiento médico y las raciones de campaña son los factores que han venido lanzando, retrospectivamente, esta “guerra de dos años de EEUU contra Siria”.
En realidad, lo que llevamos viendo la mayor parte del tiempo es que EEUU está expresando reservas extremas respecto a cualquier tipo de intervención en la guerra civil siria. En febrero, EEUU autorizó un paquete de “ayuda no letal” por valor de 60 millones de dólares para el CMS, tras llegar a la conclusión de que podrían controlar a sus dirigentes y de que podrían también controlar el flujo de cualquier tipo de equipamiento que pudieran conseguir. De los 60 millones, sólo esos 8 millones en raciones alimentarias y medicinas son los que hasta ahora han visto la luz del día.
Más recientemente, hubo algún indicio de que el paquete podría incluir cosas como chalecos blindados y gafas de visión nocturna. El 1 de mayo, el Washington Post informaba que EEUU estaba “acercándose al envío de armas en algún momento no especificado de los próximos meses. Pero los funcionarios destacaron que todavía estaban inmersos en negociaciones políticas”, mientras Obama trataba de entablar conversaciones con Rusia para alcanzar un acuerdo.
El gobierno estadounidense ha hecho hincapié en que su falta de apoyo material a los rebeldes se debe a la hostilidad de EEUU hacia el sector “islamista” de la rebelión, que cada vez es más amplio. Algunos de los islamistas cuentan con el apoyo de Arabia Saudí y Qatar, aunque otros no (como, por ejemplo, la poderosa milicia Al-Nusra vinculada con Al-Qaida). Las fuerzas islamistas se muestran por lo general hostiles frente el imperialismo estadounidense y muy hostiles frente a Israel, que ha manifestado en los términos más duros su oposición a que esas fuerzas se aproximen al poder en Siria.
La idea de que EEUU quiere apoyar a esos islamistas aunque esté pretendiendo que no es así, no es sino una fantasía que se consienten las partes de la izquierda que han decidido apoyar a degüello la dictadura reaccionaria de Asad. Ya que los islamistas están llevando a cabo una parte importante de la lucha y su franja extrema (por ejemplo, Al Nusra) ha asumido la responsabilidad en la mayor parte de las acciones “belicosas” (por ejemplo, atentados terroristas), la mejor vía para afirmar que el levantamiento es “una guerra de EEUU contra Siria” es hacer la inverosímil afirmación de que EEUU está apoyando y armando a esos islamistas, a pesar de que EEUU y otros gobiernos imperialistas hacen casi cada día hincapié en que esos islamistas son la razón fundamental de no estar apoyando y armando el levantamiento.
En efecto, con todo el alboroto acerca del supuesto uso de armas químicas por el ejército sirio, y las afirmaciones izquierdistas de que este es el paralelo de la excusa de las “armas de destrucción masiva” para invadir Iraq, uno podría haber esperado que EEUU ordenara algún tipo de acción “fuerte”. En realidad, la reacción de Obama ha consistido en redefinir la “línea roja” para una mayor implicación de EEUU en Siria “de cualquier utilización de armas químicas a cualquier ‘uso sistemático’ de armas químicas”. En agudo contraste con las mentiras vendidas sobre las armas de destrucción masiva iraquíes para justificar aquella invasión, Obama ha reaccionado en esta ocasión a las acusaciones de uso de armas químicas afirmando que las pruebas “eran aún preliminares” y por tanto no tenía prisa en intervenir: “Si nos apresuramos a hacer juicios sin pruebas firmes y eficaces, podemos vernos en una situación en la que no podamos movilizar a la comunidad internacional…”. La mayoría de los análisis concluyen que es muy improbable que EEUU cambie de dirección. Phil Stewart y Peter Apps, al escribir para Reuters, señalaban:
“El Secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, ha subrayado que ahora no hay consenso internacional ni regional alguno que apoye una intervención armada… El jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha descartado una intervención militar occidental y el almirante estadounidense James Stavridis, el comandante supremo aliado de la OTAN, advirtió el pasado mes que la Alianza iba a necesitar de un acuerdo en la región, de un acuerdo entre los miembros de la OTAN y de una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.”
En el mismo sentido, el hasta ahora más militarista gobierno británico está, según escribió Anshel Pfeffer en Haaretz:
“… desplegando una mayor cautela en sus intentos de armar a los rebeldes que combaten al régimen de Bashar Al-Asad en Siria, tras diversos informes de inteligencia y advertencias de otros gobiernos de que la mayor parte del movimiento rebelde está controlada por grupos yihadistas con vínculos con Al-Qaida.”
Desde luego que hay llamamientos mucho más militaristas por parte de republicanos como John McCain y Lindsay Graham a favor de ataques aéreos de EEUU sobre los lugares donde existan armas químicas en Siria. Cabe destacar que a McCain no le preocupaba si las fuerzas de Asad habían utilizado o no armas químicas, e incluso aunque no las hubieran utilizado, manifestó: “EEUU debería ‘utilizar baterías de misiles Patriot y misiles de crucero y preparar una fuerza internacional’ que entre en Siria para asegurar las existencias de armas químicas”.
No hay duda de que McCain es un imperialista más agresivo que Obama. Sin embargo, su testimonio no resulta tan útil como argumento para los fans de Asad. Su belicismo proviene del deseo de que las armas químicas no caigan en manos de la oposición islamista.
Según Stewart y Apps, “las posibles opciones militares van desde extraordinarios ataques limitados de misiles lanzados desde buques a operaciones más audaces, como la implantación de zonas seguras de exclusión aérea”. De forma alternativa, EEUU podría crear “áreas humanitarias seguras que serían también zonas de exclusión aérea prohibidas para la fuerza aérea siria”.
Sin embargo, como advertía Bruce Riedel, ex analista de la CIA y experto en Oriente Medio en la Institución Brookings: “Una vez que estableces una zona militar de exclusión aérea o una zona segura, estás ya situado sobre una pendiente resbaladiza, la misión se amplía y antes de que te des cuenta estás con las tropas sobre el terreno”.
Israel
Muchas de las afirmaciones acerca de la ayuda estadounidense al levantamiento sirio no son más que reiteraciones del hecho bien conocido de que las monarquías reaccionarias del Golfo, Arabia Saudí y Qatar, han estado suministrando un flujo moderado de armas a grupos rebeldes específicos. El hecho de que estén a favor de EEUU consigue distorsionar las discusiones al expresar que son meros títeres de EEUU, como si no tuvieran también sus propias políticas.
De hecho, estos dos Estados aparecen implicados en un agresivo proyecto regional “sub-imperialista”, con el doble objetivo de rivalizar con la influencia iraní en la región y convertir el impulso democrático de la Primavera Árabe, incluido su capítulo sirio, en una guerra sectaria.
EEUU vigila de cerca esta estrategia, sobre todo porque las únicas tropas de choque disponibles son “yihadistas”, que están mucho más en contra de EEUU, y sobre todo de Israel, que Irán, y mucho más aún que el régimen de Asad, que no tiene una historia “antiimperialista” en absoluto.
El argumento de que EEUU “debe” estar detrás de la rebelión contra Asad porque algunos de sus aliados árabes están detrás de algunas de las partes de aquélla, resulta aún más extraño dado que el aliado clave de EEUU en la región, Israel, se opone categóricamente al proyecto dirigido por los saudíes. Israel considera la victoria de un levantamiento sirio con un fuerte componente islamista como un escenario de pesadilla.
Según hemos sabido, Israel llevó a cabo un ataque aéreo en enero y dos más recientemente. En estos casos, el objetivo ha sido claramente impedir la entrega de armas (al parecer misiles de largo alcance) a Hizbollah en el Líbano. Pero aunque Israel quiere debilitar al régimen de Asad para interrumpir el paso de armas entre Irán y Hizbollah a través de Siria, es también consciente de que el gobierno sirio ha mantenido completamente tranquila la frontera con el Golán sirio ocupado durante cuarenta años, lo que le ha permitido emprender continuamente, cada vez que se le ha antojado, la guerra contra los palestinos.
En declaraciones a CBS News en EEUU, Yuval Steinitz, el Ministro israelí de Inteligencia y Asuntos Estratégicos, explicó que el único escenario” para la acción militar israelí en Siria se produciría para “impedir la entrega de armamento, armas químicas y otro tipo de armas a manos terroristas”.
“Steinitz hizo hincapié”, decía la información, “en que Israel no estaba urgiendo a EEUU a que emprendiera cualquier acción militar ‘fuera la que fuera’ en Siria en la actual fase”.
Para Israel, esos “terroristas” abarcan tanto a Hizbollah en el Líbano (actualmente aliado de Asad) como a las fuerzas islamistas sunníes que luchan para derrocar a Asad. En una entrevista con BBC TV de finales de abril, Netanyahu se refirió a los grupos rebeldes sirios como “los peores islamistas radicales del mundo. Por tanto, claro que estamos preocupados de que las armas de última generación, que pueden cambiar el equilibrio de poderes en Oriente Medio, caigan en manos de esos terroristas”, dijo.
Según Aaron Heller exponía en The Times of Israel, Israel está también preocupado porque “quienquiera que salga triunfante de la guerra civil será un adversario mucho más peligroso” que Asad, sobre todo en relación a los Altos del Golán. “El ejército está prediciendo que todo (los 40 años de frontera pacífica) va a cambiar pronto, a la vez que se prepara para lo peor”. La región cercana al Golán ocupado se ha convertido en “una inmensa área sin control y dentro de un área sin control, hay muchos, muchos actores que quieren estar dentro, jugar su propio papel y trabajar por sus propios intereses”, dijo Gal Hirsch, un general brigadier de la reserva israelí, que afirma que Siria se ha ido convirtiendo, a lo largo de los dos últimos años, en “una gran amenaza para Israel”. El despliegue del ejército en el Golán se halla en su punto más álgido desde 1973, y “su manifestación más obvia es la nueva valla fronteriza de 6 metros de alto, coronada con alambre de espino y repleta de sofisticados dispositivos contra posibles infiltraciones”.
Todos quienes levantan falsas banderas “antiimperialistas” para justificar su apoyo a un régimen capitalista implicado en una horrenda represión de su pueblo están tratando de ignorar la realidad. Israel, el principal activo imperialista en la región, ve muy claramente que la rebelión siria es para él una alternativa mucho peor que el régimen de Asad. Los defensores de Asad en Occidente no mencionan en absoluto a Israel cuando enumeran los países que ellos piensan que están emprendiendo “la guerra contra Siria” (y confían en que nadie perciba la omisión); o, lo que es peor, añaden a Israel a su lista a pesar de las pruebas (y confían en que nadie se dé cuenta).
Michael Karadjis forma parte de Perspectiva Socialista Democrática Australiana. Es autor del libro “Bosnia, Kosovo and the West: The Yugoslav Tragedy, a Marxist View”, publicado por Resistance Books en el año 2000.
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