Los acuerdos de paz en Colombia ¿Qué queda pendiente?

"Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra".

Gabriel García Márquez

El pasado lunes 26 de septiembre Cartagena de Indias fue escenario de un acontecimiento de relevancia mundial en especial para nuestro hemisferio, el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), firmaron el acuerdo de paz luego de 52 años de lucha armada.

Queda sin embargo presente una tarea para refrendar dicho acuerdo y es el plebiscito que habrá de llevarse a cabo este domingo 2 de octubre donde se espera que unos 34.899.945, inscritos en la Registraduria Nacional del Estado Civil acudan a depositar sus votos en favor del SI o del No. No obstante y antes de ofrecer nuestra impresión personal sobre los resultados de este acontecimiento democrático, vale la pena examinar brevemente, las pretensiones ocultas, tras los entretelones, de los actores políticos partidarios de ambas fórmulas.

El presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Cesar Gaviria, han señalado, que si los colombianos rechazan el acuerdo de paz con las FARC, se retornaría a la guerra perdiéndose la gran oportunidad de cerrar un cruento capítulo de 52 años de violencia, que ha dejado cerca de 300 mil muertos y más de 7. 5 millones de víctimas de ambos lados. El presidente Santos sabe que consolidar tal acuerdo, genera condiciones en la nación hermana para consolidar un Estado democrático, que con sus características, su modelo muy particular (caracterizado por una determinante influencia de la casta oligárquica en la toma de decisiones en todos los órdenes de la vida nacional), como la vigencia de las grandes brechas sociales existentes, quita del medio el enorme peso de la guerra y alivia la sobrevivencia de los ciudadanos comunes, especialmente de los excluidos, generando niveles de optimismo y de confianza en el modelo prevaleciente. Es decir, Santos pasaría a la historia como el propulsor de una reforma fundamental para el modelo político colombiano.

Por su parte, el expresidente Álvaro Uribe Vélez acompañado de su compañero de fórmula Francisco Santos (teniendo su desatinada posición como telón de fondo, la lucha por el poder en 2018), insiste en que votar por el No es decirle sí a la paz (?) agregando como "valor agregado" a su tesis, el que si su propuesta es la que gana en las urnas, se podrá renegociar lo acordado. Ahora bien, ¿No creen ustedes que resulta demasiado iluso pensar que, ante la tesis uribista de que el acuerdo final implica impunidad, los jefes guerrilleros van a regresar al diálogo para aceptar ir a la cárcel por muchos años o hasta ser extraditados? Es cierto que algunos de sus comandantes han expresado que no contemplan la idea de volver a las armas y que su apuesta por la paz es inclaudicable, pero también hay otros que han dicho que solo hasta que la amnistía y el indulto esté en firme, procederán a desplazarse hacia las zonas de concentración para iniciar su desarme y desmovilización.

Creo con énfasis particularísimo y, de acuerdo al seguimiento informativo del escenario que prevalece ahora en nuestra hermana nación, que el triunfo del SI va a ser contundente y tiene que ser de esa manera; en Colombia existen de ambos lados heridas abiertas que costará sanarlas, odios encumbrados labrados por más de cinco décadas, posiciones irreconciliables, incógnitas tatuadas por la desconfianza teniendo como base anteriores acuerdos que generaron mayor frustración y violencia. No obstante, todos los anteriores calificativos, todas estas experiencias han demostrado que esta violencia que puede ser infinita y arrastraría consigo a generaciones venideras que heredarían un Estado de ímpetu generada por sus antepasados, tal y como sucede con las nuevas generaciones de ahora. De manera entonces que la racionalidad, la conciencia civilista y el sueño por un mejor destino para el pueblo neogranadino será lo que determine la victoria del SI.

No obstante quedan tareas pendientes, tales como el desempeño político electoral de las FARC y su mensaje como partido político, un desempeño que sea entendido y comprendido por quienes le adversen, para que no se repitan tragedias como las sucedidas a los excandidatos presidenciales Carlos Pizarro (M-19), Jaime Pardo y Bernardo Jaramillo (UP); no olvidemos que entre 1987 y 1997 más de 6000 militantes de la Unión Patriótica fueron asesinados.

Sin duda que habrá de parte del movimiento guerrillero quienes no acepten el acuerdo de paz y se nieguen a bajar de las montañas, lo cual también es lamentable, pero me atrevo a decir, normal dentro de un escenario donde la concepción ideológica y doctrinaria tiene su peso específico, determinante. En Venezuela y ante la rectificación que hicieran el MIR y el PCV de su línea de acción, dejando de lado la lucha armada para asistir a la vía electoral, sobre la base de la política de pacificación del presidente Caldera, ambas organizaciones tuvieron divisiones en su seno, primero en el PCV trayendo consigo la permanencia del Frente José Leonardo Chirino en la Sierra falconiana y la expulsión del Partido Comunista de uno de los iconos de la lucha guerrillera, el Comandante Douglas Bravo; en tanto que en el MIR, los comandantes guerrilleros de entonces Américo Silva, Carlos Betancourt, Gabriel Puerta Aponte y Fernando Soto Rojas abandonaron esa organización para fundar Bandera Roja y proseguir con sus frentes armados en el oriente del país.

Cabe igualmente mencionar que todo este esfuerzo en favor de la paz en Colombia tiene actores que jugaron un papel de primer orden en el campo internacional, como los países garantes, Noruega y Cuba, así como los acompañantes Chile y Venezuela.

Con los resultados electorales del domingo 2 de octubre se aspira a que el pueblo colombiano ofrezca una catedra relumbrante en favor de la convivencia y de sentar las sólidas bases de la paz. No obstante, no pierdan de vista los gobernantes ni la clase política colombiana el pensamiento de Andreu Nin: "No habrá paz en la tierra hasta que se dé satisfacción a esos inmensos anhelos de libertad que sienten los pueblos de nuestro siglo".



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Victor Barraez


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