La corrupción es tal en América Latina, que no resulta nada fácil hacerse acreedor a un título semejante, por la encarnizada competencia que al respecto existe.
A propósito del tema, la inexistencia de la ética al interior de la derecha política latinoamericana, ha sido mostrada en toda su plenitud con el inmoral comportamiento recientemente asumido por el presidente de Argentina Mauricio Macri, y que tan poca trascendencia ha tenido en los medios de comunicación de occidente.
En 1997, cuando ejercía la presidencia Carlos Menen, el señor Franco Macri, padre del actual presidente, logró se le adjudicara la administración del correo nacional de aquel país, a una empresa privada de propiedad de su familia denominada Correo Argentino S.A.
Hasta allí todo estuvo macanudo para don Franco; el negocio se puso tan bueno para la familia Macri, que a la final, la empresa en 2003 hubo de declarase en quiebra, incluida la estatización bajo el gobierno de Nestor Kirchner, en el propósito de recuperarla.
Sometida a juicio, la empresa Correo Argentino S.A. fue sancionada por un valor que llega a la astronómica suma de 71.100.000.000 de pesos argentinos, equivalente a 4.500.000 dólares aproximadamente.
Pero pasaron los años, incluso algunas sienes blanquearon, y después de muchas ofertas de pago, hechas y rechazadas por inmoderadas, la deuda no se pagó. Así de fácil. Pero el zorro sigue siendo zorro así lo capen, y efectivamente con la llegada del hijo del señor Macri a la primera magistratura del Estado, la empresa a nombre de la familia hace otra oferta de pago al Estado.
Y aquí comienza a mostrarse la mala leche de esta familia y del gobernante de marras. En primer lugar, de manera por demás cretina y contra toda lógica, es el Estado quien solicita la audiencia manifestando, como consta en el expediente, que bien podría mostrase conforme en caso de que la propuesta mejorase, lo que según la fiscal Gabriela Boquín, no sucedió en ningún caso.
La deshonesta gestión terminó en que la nación argentina, en un acto de generosidad fiscal sin precedentes en la historia de estos países de la América meridional, de los $71.100.000.000 que estaba condenada a pagar la empresa de los Macri, le condonaba a la familia del presidente Macri el pago del 98.82% de la misma, esto es, 70.163.000.000 de pesos; estamos hablando del 98,82% del total de la deuda. ¡Habrase visto más despropósito!
Y como para que no quedara duda de tanta generosidad por parte del Estado argentino, según la investigación realizada por el periodista Ari Lijarad y publicada por el portal Nuestras Voces, la oferta de pago fue aceptada y mediante la misma, la empresa Correo Argentino S.A. solo cancelaría el 1.18% de la deuda, pero no de cualquier manera si no mediante módicas cuotas durante 16 años. Eso se llama ser cara dura en la vida.
Mejor dicho, con el arribo a la presidencia del hijo, ese negocio resultó mucho mejor que al principio, cuando se declaró en quiebra, al punto que hoy se dice que aunque pague, Macri igual gana.
Afortunadamente todavía hay gente con dignidad en algunos sectores de la administración pública de aquel país, lo que no parece suceder en el nuestro, y un fiscal honesto, de los pocos que quedan, ha pedido a la justicia no homologar semejante exabrupto jurídico.
Me pregunto qué hubiese pasado con los grandes medios informativos del continente americano y de Europa, sobre todo de España, si esta situación se hubiese presentado en Bolivia, Ecuador o Venezuela. ¿Será que hubiesen guardado el sospechoso sigilo que con este bochornoso caso han mantenido? Seguro que no. Precisamente para eso sirve el poder que generan los monopolios sobre los medios de comunicación, en tanto que lo que no se publica termina dándose por no sucedido.