"Punga", vocablo que se utiliza en casi todo el mundo latino para referirse a ladrones especializados en robarle a la gente -sin violencia física- objetos y dinero de los bolsos y bolsillos.
Arturo Alejandro Muñoz
"Punga". La palabra proviene del argot italiano, y por esos lados peninsulares europeos significa ‘bolsillo’. Acá en Chile, de acuerdo al argot nuestro, ese término vendría a señalar despectivamente a "una persona de mal aspecto, ordinaria, delincuente, picante, inculta, mal hablada".
Pero, en estricto rigor, ‘punga’ es el vocablo que se utiliza en casi todo el mundo latino para referirse a ladrones especializados en robarle a la gente -sin violencia física- objetos y dinero de los bolsos y bolsillos. A este tipo de delincuentes en Chile se les conoce como "lanzas a chorro", a quienes también se les adosa la calificación de ‘punga’ según nuestro argot criollo. Pero, en los últimos años Chile ha visto subir vertiginosamente el estatus social de la delincuencia, por lo que ahora los antiguos pungas son acompañados (y sobrepasados) por una nueva versión. Lea usted lo que viene a continuación.
Fernando Collor de Melo, Alan García, Augusto Pinochet, Ferdinand e Imelda Marcos, Fulgencio Batista, Leonidas Trujillo, Alfredo Stroessner, ‘Tacho’ y ‘Tachito’ Somoza, Vladimiro Montesinos, entre muchos otros eméritos personajes de la política de ‘alto nivel’ (miembros de familias ‘bien’), fueron sin duda unos completos pungas en el amplio sentido de la palabra. Todos ellos buscaron enriquecerse con el erario público, vale decir, metiéndole mano a los bolsillos de sus propios compatriotas, ‘legalmente’, ’políticamente’; y cuando la justicia pudo echarles el guante, se les comprobó que habían amasado una fortuna cuyo volumen en dinero resultaba imposible de conseguir por medios laborales, profesionales o comerciales respetuosos de las normas jurídicas. ¡Ladrones! Vulgares delincuentes merecedores de sentencias con destino cárcel. No sé por qué, pero al escribir estas líneas la figura de Sebastián Piñera se me vino a la mente.
La lista anterior podría ser ampliada si consideramos a centenares de gerentes -tanto en ejercicio como past-presidents-, de instituciones públicas, empresas estatales y empresas privadas, compañías mineras, bancos, financieras, AFP’s, Isapres, Universidades, etc. Estafar, engañar, expoliar y caminar por el sendero de la usura, constituye también parte del escenario ‘punga’. Qué duda cabe.
De estas trincheras salen los dirigentes políticos, ministros, parlamentarios e incluso mandatarios del actual duopolio, especial y preferentemente del sector más duro de la derecha. Conforman un tipo de ‘punguerío’ que esconde sus desechos bajo el disfraz del ‘servicio público’, y desde allí -a través de andamiajes legales que ellos mismos construyen y sancionan- meten sus manos en los bolsillos de la sociedad civil jurando y re jurando que lo hacen en beneficio del "desarrollo" de la nación. ¡Pungas a todo full! ¿Alguien lo duda?
Por cierto, "la pandilla de Piñera" cuenta con varios de estos especímenes, algunos de los cuales ya estuvieron oficiando como ministros, subsecretarios, embajadores, asesores, en el gobierno del especulador financiero. Incluso podemos mostrar casos de ex pinochetistas que fueron descubiertos y muy criticados en otros países, como fue el caso del ex líder de RN, Sergio Romero, designado por Piñera como embajador de Chile en España.
Lea usted lo que de ello escribió y protestó el diario español www.publico.es, que el año 2010, en su página principal, tituló: "Sergio Romero, el embajador pinochetista en Madrid", y acto seguido desnudó al jefe de gobierno chileno por sus promesas incumplidas. El medio informativo hispano publicó lo siguiente:
""Sebastián Piñera, ex líder de la derechista Renovación Nacional, prometió que, si llegaba a formar gobierno, excluiría a los colaboradores de Augusto Pinochet porque su Ejecutivo estaría "mirando al futuro". Piñera ganó los comicios y es desde marzo de 2010 el máximo mandatario del país.
""Pero el pasado de la dictadura sigue ahí. Sin desaparecer del todo. De hecho, Piñera designó enseguida a Sergio Romero Pizarro, un pinochetista declarado, como su embajador en España. Una elección controvertida que ahora ha denunciado la Izquierda Unida, cuyo diputado en el Congreso, Gaspar Llamazares, ha preguntado al Gobierno (español) si piensa solicitar a Chile su sustitución. Romero fue subsecretario de Agricultura del general golpista
""El hoy embajador (año 2010) ocupó el cargo de subsecretario (o sea, viceministro) de Agricultura, "mientras en ese Gobierno –recuerda insistente Llamazares– se perseguía, torturaba y asesinaba, entre otros, a campesinos por su militancia sindical y política o, simplemente, por conveniencia del hacendado de turno".
""Cayó la dictadura y Patricio Aylwin, el primer presidente democrático, decretó la disolución de la llamada Colonia Dignidad, un centro de detención y tortura nazi en la comuna de Parral, provincia de Linares, en la VII Región del Maule. La colonia estaba dirigida por Paul Schäfer, luego condenado por pederastia, homicidio, torturas e infracción a la Ley de Control de Armas. Romero se opuso al decreto que declaraba liquidada la persona jurídica Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad. Hasta "firmó un recurso de inconstitucionalidad".
Bueno, ese es un caso; hay más en la ‘pandilla’. ¿Recuerdan al doctor Mañalich? Fungió como ministros de Salud en el gobierno derechista (2010-2014), y destacó negativamente desde el momento mismo en que asumió la dirección de esa cartera, pues había participado activamente en el ocultamiento durante horas del análisis de sangre (para confirmar o rechazar alcoholemia) del hermano del presidente en aquella época, el ex cantante José ‘Negro’ Piñera. Ya ministro, Mañalich decidió comprar atención en clínicas privadas para pacientes de la salud pública, gastando la friolera de 20 mil millones de pesos que fueron a dar a las arcas de los empresarios de la salud privada.
La actual pre candidata presidencial, senadora Carolina Goic, manifestó ante la comisión de Salud de la Cámara Alta que " la administración del sector del gobierno de Sebastián Piñera está al debe con la ciudadanía (…) hay un daño que ya se causó a la salud pública, porque hay montos importantes que se destinaron, por ejemplo, a la Clínica Las Condes o Tabancura por cerca de 12 mil millones de pesos" (recuérdese que Mañalich era el director de Clínica Las Condes cuando Piñera lo invitó a formar parte de su gabinete).
Y agregó la senadora: "En total en el caso de camas críticas hablamos de 20 mil millones (…) cuando se ve que una cama en promedio cuesta 380 mil pesos en el sector público y se compra en el sector privado a un millón y medio, uno se pregunta qué está pasando (…) el ex ministro Mañalich dejó en la UCI a la salud pública, por lo mismo, hemos solicitado una sesión especial del Senado para que la ministra de Salud dé a conocer todos los antecedentes".
¿Usted cree que aquí se agotó el tema? Está equivocado. Podríamos llenar páginas con otros casos, como el de Pablo Wagner (formalizado por cohecho y lavado de activos (el Grupo Penta le pagaba remuneraciones mensuales mientras ejercía su cargo público), o el del fiscal Alejandro Peña (que después de su fracaso judicial en el ‘caso bombas’ fue contratado por el ministro del interior, Rodrigo Hinzpeter, en calidad de asesor), o el de Gonzalo Yusef (el incompetente y fracasado ex director de la Agencia de Inteligencia, la ANI), o Laurence Golborne (formalizado por la Fiscalía en el caso PENTA), o los casos de Ena von Baer, quien fue ministra Secretaría General de Gobierno de Piñera y estuvo involucrada en el financiamiento ilegal del caso Penta, así como Gabriel Ruiz-Tagle, ex mandamás de Deportes en la administración de Piñera, que estuvo implicado en la colusión del papel confort junto al Grupo Matte; o el de Hernán de Solminihac, ex ministro de Minería (entre julio de 2011 y marzo de 2014), cuestionado porque su hermano Patricio de Solminihac era ex subgerente general de SQM, la empresa "compra políticos".
Por último, para no aburrir con tantos ‘casos’, podemos dedicarle un cogollito al mismísimo jefe de la ‘pandilla’. A objeto de evitar comentarios personales, es preferible transcribir la declaración de un imputado por la justicia chilena, acusado de estafas varias (es decir, un tipo que sabe y conoce de estos asuntos), Rafael Garay, el que –abrumado por la exageración mediática de su propio caso- enfrentó a la prensa con una frase que debería ocupar mejores planas en noticieros y revistas. Dijo Garay: "Hay un delincuente que quiere ser presidente y a los medios no les importa".
En fin, esa es la pandilla (y su jefe) que desea regresar a La Moneda. Es probable que a algunos de ellos les sea imposible hacerlo porque tienen aún líos con la ley, pero si así fuese, demos por descontado que ciertos "representantes legales (o familiares)" ocuparían –en su nombre e interés- cargos en el posible gobierno de don Sebastián, lo que a fin de cuentas viene a ser algo así como Chana o Juana.
En concreto, lo que se puede decir es que son los mismos ‘pungas’ de ayer, de hoy y de siempre; cuestión que ya explicamos al inicio de esta nota, cuya definición repetiré de inmediato para evitar malos entendidos:
"Punga", vocablo que se utiliza en casi todo el mundo latino para referirse a ladrones especializados en robarle a la gente -sin violencia física- objetos y dinero de los bolsos y bolsillos.