"Cuando [Pilato] supo que Jesús estaba bajo la jurisdicción de Herodes lo envió a Herodes, quien estaba también en Jerusalén en el tiempo. (Lucas 23:7)"
Con la "Guerra de los Seis Días" en 1967, el rumbo de la tradición histórica en la Tierra Santa sufre un sacudón. La victoria militar del Estado de Israel sobre Egipto, Jordania y Siria, da paso a la ocupación israelí en los territorios del este de Jerusalén y Cisjordania. Todavía es polémica viva si la estrategia del líder egipcio Gamal Abdel Nasser de pretender ahogar económicamente al régimen de Tel Aviv, generando fuerte tensión en el Canal de Suez y el Mar Rojo, así como en las aéreas fronterizas colindantes, fue lo mejor o en tal caso una acción que pudo haber desmeritado el gran poderío aéreo combinado así como la extraordinaria labor de inteligencia de las fuerzas militares del Estado de Israel.
El caso es que a 50 años de este acontecimiento y de la ocupación de los territorios mencionados por parte de Israel, poniendo fin a la supremacía egipcia en el Sinaí, a Siria en los Altos del Golán y a Jordania sobre los territorios de Cisjordania y el este de Jerusalén, la tensa paz una vez más se altera, en momentos en que al presidente Donald Trump se le ocurre ordenar el traslado de la misión diplomática estadounidense desde Tel Aviv (capital del Estado de Israel) a la ciudad de Jerusalén, territorio ocupado y sobre el cual pesan un conjunto de resoluciones de la ONU sobre el trato preferencial a esta situación, en aras de preservar la tradición de la influencia palestina, considerados también, herederos y legítimos dueños de esos territorios. Decisión que obviamente es provocadora y desafiante para con los enormes esfuerzos que se hacen en aras de la paz y el entendimiento entre israelíes y palestinos; en una zona donde la pretendida devastación por parte del régimen de Netanyahu contra toda manifestación palestina es por demás avasalladora, donde la atribución de Jerusalén como capital no es solo de Israel, obviamente que es el reclamo esencial del pueblo palestino.
Esto contribuye a agudizar la penosa situación de los palestinos en las zonas de Cisjordania y el este de Jerusalén, precisamente en esa zona Israel ha establecido un control militar e incluso civil en determinadas áreas sometiendo a la población palestina que ya vivía allá prácticamente de ancestros (y lo digo sin exagerar) viendo sus derechos anulados. Se habla de una cifra cercana a 600.000 personas en asentamientos reconocidos como ilegales por las sucesivas resoluciones de Naciones Unidas. Mas el régimen de Tel Aviv se da por desentendido y ha creado grandes bloques de población colona, con exceso de servicios y recursos naturales esquilmados a su propietario original, que cortan casi cualquier continuidad territorial.
Decía recientemente el Primer Ministro, Benjamín Netanyahu que la edificación y conexión histórica de su nación con Jerusalén establecen la soberanía sobre la ciudad, sin embargo cabe mencionar un acontecimiento histórico de singular importancia, y es que los musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 639 y la gobernaron hasta 1099 cuando fue conquistada por los cruzados. Los cruzados mataron o expulsaron de la ciudad a judíos y musulmanes. Los musulmanes bajo el Sultán de Egipto y Siria, Saladino, el denominado gran héroe del mundo islámico, la recuperaron en 1187, permitieron el retorno de los judíos y la gobernaron hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, o sea en total durante unos 1.192 años.
Por ello, soy partidario de algunos historiadores y eruditos en el tema, en cuanto a que si la edificación histórica de Jerusalén y su conexión histórica determinan soberanía sobre la ciudad como lo considera Netanyahu aludiendo la supremacía de Tel Aviv sobre los territorios ocupados, tendríamos entonces que incorporar en tal apreciación, por ejemplo a los musulmanes, que ahí gobernaron, pero que además construyeron la ciudad durante más de 1.191 años, o los egipcios, que la gobernaron como Estado vasallo durante varios siglos en el segundo siglo antes de Cristo. Qué decir de los italianos, que la gobernaron unos 444 años hasta la caída del Imperio Romano en el año 450; luego seguiríamos con los persas, recordemos que los iraníes gobernaron en Jerusalén durante 205 años bajo los aqueménidas (primera dinastía de gobernantes en Persia), durante tres años bajo los partos hasta que fueron derrotados por los sasánidas y estos la gobernaron durante 15 años.
También los griegos la gobernaron durante más de 160 años agregando en la cuenta a los ptolomeos y los seléucidas como griegos, ahora, si los atribuimos como egipcios y sirios, eso aumentaría la demanda egipcia y siria (Cabe agregar que el Ptolomeo fue una dinastía macedonia que reinó en el Egipto helenístico, una especie de soberanos extranjeros que vivieron y reinaron en Egipto durante tres siglos, de hecho Egipto se convirtió en la sede de su Estado. En tanto que los seléucidas vienen de la Dinastía Seléucida, la que reinó en la mayor parte del Imperio Asiático de Alejandro Magno, y a partir del año 312 se instalan en Babilonia y posteriormente se disputa con los ptolomeos los territorios de Siria meridional).
Siguiendo con las presencias gobernantes en Jerusalén, vale mencionar a los Estados sucesores de los bizantinos, me refiero a los casos de Grecia o Turquía que la gobernaron 188 años, así como también la gobernabilidad a cargo de las dinastías helenistas griegas, anotando a Grecia con casi 350 años como gobernante de Jerusalén.
Por supuesto que tal recorrido histórico no le da la connotación tan relevante que para la humanidad tiene esta ciudad, desde el punto de vista religioso, cristiano, sagrado, se trata de Monte Moriah como así se le denominaba a Jerusalén y la que presenció el arresto, juicio y condena a Jesús. La tierra del "Señor proveerá" nombre dado por Abraham y Moisés a esas tierras mucho antes de la llegada del hijo de Dios a la tierra.
Considero importante hacer mención a la Conferencia de Paz para El Medio Oriente, llevada a cabo en enero de este año, con la asistencia de más de 70 países y organizaciones internacionales, evento que pretendió dar aliento al estacionario proceso de paz entre palestinos e israelíes, en ella se dejaron escuchar expresiones tales como: "...trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén sería una provocación que daría argumentos a los terroristas”; "Sería una provocación de consecuencias extremadamente duras"; incluso la declaración advierte, sobre cualquier iniciativa que "ponga en peligro" la solución de los dos Estados, por lo que instalar una embajada en una ciudad que ambos reconocen como propia sería "tomar partido por una de las partes".
De manera entonces que el frágil acuerdo de paz acordado entre Israel y Palestina se termina de pulverizar y alienta un conflicto de gran escala ante la tosca pretensión de la gestión de Donald Trump de tomar partido en el trance y mostrarse abiertamente partidario a favor de que Jerusalén sea la capital de Israel, sin guardar los formales preceptos establecidos en la Resolución No. 478 del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) el 20 de agosto de 1980 (una de las 7 resoluciones del CS) que condena el intento de anexión por parte de Israel de Jerusalén, al considerarla "capital eterna e indivisible" del Estado Israelí.
Esta posición de la gestión Trump parece no atender los llamados a la cordura por parte de Europa, Asia y el mundo Árabe, no mas este lunes 18 de diciembre, los EE.UU, vetó el proyecto de Resolución del Consejo de Seguridad que busca revocar la decisión del presidente Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, una Resolución vetada a pesar de contar con 14 votos a favor y uno en contra. Cabe preguntarse ¿A dónde pretende el presidente de los EE. UU., Donald Trump llevar su gestión y a su país? Decía su Santidad el Papa Juan Pablo II: "Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad."